Secretos

Capítulo 7

Jack me siguió hasta la barra improvisada que habían montado en medio del bosque. Las luces de neón parpadeaban, y el olor a alcohol era aun mas fuerte. Pedí un trago y él hizo lo mismo, apoyando su codo en la mesa mientras me observaba con esa mirada traviesa que me ponía los nervios de punta.

—Así que... —dijo girando el vaso en sus manos —.Sueñas conmigo.

Bufé dándole un sorbo a mi bebida.

—No te emociones, no eran precisamente sueños felices.

Él sonrió con esa sonrisa de medio lado que parecía un sello personal.

—Oh, estoy seguro de que lo eran... aunque... no lo quieras admitir.

—Claro que no —repliqué girando los ojos.

Jack se acercó un poco más, su voz bajó un tono, lo suficiente para que solo yo pudiera escucharlo.

—¿Quieres que te cuente un secreto también?

Levanté una ceja curiosa.

—Sorpréndeme.

Jack se inclinó, su aliento cálido rozó mi oído y mi piel se erizó de inmediato.

—He fantaseado contigo más veces de las que podría contar —susurró con voz ronca.

Mi corazón se aceleró y me congelé en el lugar. Mi mente trató de procesar sus palabras, pero él siguió hablando, sin dejarme respirar.

—Y no precisamente de forma inocente —añadió y en su voz goteaba pura picardía.

Me aparté un poco, buscando sus ojos para ver si estaba bromeando, pero no, su mirada era seria, penetrante. Tragué en seco intentando recomponerme.

—Sigue soñando, Lehmann —respondí —.No pienso entregarme a ti nunca.

Él sonrió mordiéndose el labio inferior y alzando un poco las cejas.

—Nunca es mucho tiempo, Maeve.

—Lo suficiente para que te canses de intentarlo —repliqué dándole un largo sorbo a mi trago para disimular el calor en mis mejillas.

Jack no se movió, se quedó mirándome desafiante, como si cada palabra que decía solo aumentara su interés.

—Me gustan los desafíos.

—Pues este es imposible —dije mirándolo con seguridad.

Él se encogió de hombros, con una sonrisa confiada.

—Ya veremos.

El ambiente se sentía más cargado, más denso. El ruido de la fiesta parecía lejano y por un momento, solo estábamos él y yo en esa burbuja de tensión.

—¿Te animas a otro reto? —preguntó mientras sus ojos brillaban con un toque de picardía.

—¿Qué clase de reto? —cuestioné entrecerrando los ojos.

Jack se acercó, su rostro a escasos centímetros del mío.

—Si al final de la noche no me pides otro beso... —hizo una pausa disfrutando mi expresión de sorpresa —.Me alejo de ti por completo.

Solté una risa incrédula.

—¿Y si te lo pido?

Jack sonrió, sus ojos fijos en los míos.

—Si lo haces... bueno, entonces me perteneces por una noche.

—Qué confiado eres —repliqué dando un paso atrás para crear algo de distancia.

–Y tú demasiado valiente para aceptar, ¿no? —me desafió cruzándose de brazos.

Mis manos se tensaron alrededor del vaso.

—Hecho.

—Hecho —repitió él extendiéndome la mano para sellar el acuerdo.

La estreché con fuerza, sintiendo el calor de su piel y la energía que parecía desprender. Si él pensaba que iba a caer, estaba muy equivocado.

Jack y yo seguimos caminando entre la multitud, la música vibraba en el aire y las luces de neón parpadeaban sobre nuestras cabezas, creando sombras en su rostro que le daban un aspecto aún más enigmático. La gente bailaba y reía, pero yo apenas podía concentrarme en otra cosa que no fuera el calor que sentía cada vez que él se acercaba un poco más.

De pronto, Jack me tomó de la mano y me guio hacia una zona más alejada, cerca de unos árboles donde la música se escuchaba más baja y la luz era apenas un reflejo lejano. Me apoyé contra el tronco de un árbol, intentando mantener la compostura mientras él se plantaba frente a mí mirándome como si intentara descifrar un misterio.

—¿Por qué me trajiste aquí? —pregunté tratando de sonar indiferente.

Él sonrió inclinándose un poco hacia mí.

—Pensé que te gustaría un poco de privacidad.

—¿Y por qué pensaría eso? —crucé los brazos intentando parecer desafiante.

—Porque parece que no te gusta que los demás escuchen lo que realmente quieres saber —su voz era un susurro, pero se sentía como un trueno en mis oídos.

Rodé los ojos, aunque mi corazón latía con fuerza.

—No sé de qué hablas.

Jack soltó una risa baja, acercándose aún más. Su mano se apoyó contra el tronco, justo al lado de mi cabeza, atrapándome entre él y el árbol.

—Claro que sí. Eres curiosa Maeve. Demasiado curiosa.

Tragué en seco, pero mantuve mi postura.

—¿Y eso qué? No tiene nada de malo.

—No... —murmuró, su voz se volvió más grave —.Pero esa curiosidad te va a meter en problemas.

—¿Y tú que sabes de problemas? —replique desafiante mientras levantaba el mentón, intentando ocultar el temblor en mi voz. Su rostro estaba peligrosamente cerca, el aroma a menta y colonia me envolvía.

Su sonrisa se desvaneció un poco y sus ojos me miraron con intensidad.

—Sé más de lo que crees —Jack se inclinó aún más, sus labios rozaron mi oído y su voz se tornó un susurro gélido —.Y también sé que solo estás aquí para reunir información.

Mi cuerpo se tensó de inmediato, un escalofrío recorrió mi columna y sentí cómo el aire se quedaba atrapado en mi garganta. Lo miré fijamente, buscando algún rastro de mentira en su expresión, pero no había nada; solo seguridad y un brillo peligroso en sus ojos.

—¿Qué...? —balbuceé intentando procesar sus palabras.

Jack se apartó solo un poco, lo suficiente para mirarme a los ojos, pero manteniéndose cerca.

—No pareces tan sorprendida. Eso solo me dice una cosa: tengo razón.

Abrí la boca para decir algo, pero nada salió. Mi mente estaba en blanco, mis pensamientos revueltos, y él lo notó. Sonrió de lado, triunfante, y su mano se deslizó por mi mejilla quemando mi piel con su contacto.

—¿Y bien? —preguntó con voz peligrosa —.¿Vas a admitirlo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.