Secretos del corazón

Prólogo

Aria Valentí

 

 El peso del mundo se asentaba sobre mis hombros como una losa de piedra. Hoy, como tantos otros días, me arrepentía de haber nacido. La idea de ser esposa a los 18 años me llenaba de un vacío insoportable, un anhelo por borrar mi propia existencia. Desde los 16, mi vida se había convertido en un tormento, una prisión dorada que me obligaba a vivir una mentira.

Mi familia, mis propios padres, me habían vendido a Lorenzo, un hombre al que no amaba, para saldar una deuda. Bratt, mi hermano mayor, intentó oponerse, pero la presión de la familia Corleone lo obligó a callar. La furia y la impotencia me consumían.

Ahora, planeaba mi escape. No quería ser la señora Corleone, no quería ser una marioneta en su juego de poder. Pero el destino, cruel e implacable, me había tendido una trampa.

Descubrí que estaba embarazada, de tres meses. Un heredero para la familia Corleone, un nuevo eslabón en la cadena de su poder, se gestaba en mi vientre. La noticia me paralizó. ¿Qué debía hacer? ¿Huir y dejar atrás a este niño, a este pedazo de mí misma? ¿O decirle a Lorenzo, a ese hombre que me había arrebatado mi libertad, que sería padre?

La idea de enfrentarlo me llenaba de terror. ¿Qué me diría? ¿Me obligaría a abortar? ¿Me convertiría en una herramienta para perpetuar su legado? El infierno que ya habitaba se extendía ante mí, más oscuro y amenazante que nunca.

Lorenzo me observa fijamente, como si pudiera leer mis pensamientos en mi rostro. Su presencia me incomoda, su indiferencia hacia mí me hiere profundamente. Soy su esposa solo de nombre, una pieza más en su juego de poder y control.

Intento mantener la compostura mientras termino de hacer mis maletas discretamente. Solo llevo lo esencial: documentos importantes y algunas pertenencias personales que atesoro. Mi destino está decidido: Palermo. Allí vive mi abuela materna Greta, una mujer a la que apenas conozco pero que estoy segura recibirá con los brazos abiertos mi compañía.

Esperaré el nacimiento de mi bebé y luego partiré del país sin dejar rastro. Nadie sospechará que estoy en Palermo; mi madre no tiene buena relación con su madre y yo siempre evité visitarla, aunque secretamente escapaba para estar cerca de ella.

El silencio tenso se rompe cuando Lorenzo irrumpe en la habitación. Tira su chaqueta al sillón con desdén y un gesto despreocupado saluda brevemente. Observo un rastro de labial en su camisa y siento un pinchazo de celos e indignación ante su descaro.

- Te has divertido mucho - musito molesta, dejando entrever parte de mi resentimiento acumulado durante años bajo esa máscara impuesta por las circunstancias.

Se gira lentamente hacia mí, sus ojos penetrantes clavados en los míos como dagas afiladas dispuestas a herirme aún más profundamente.

La tensión en la habitación se cortaba con un cuchillo mientras Lorenzo se acercaba lentamente a mí, su rostro mostrando una mezcla de diversión y desdén. Me tomó de la barbilla con cierta arrogancia, como si disfrutara provocándome.

- ¿De qué hablas? - preguntó con tono burlón.

- De que traes labial en el abdomen, tu amante dejó su marca en ti - respondí con más irritación que antes.

Con un gesto brusco, aparté sus manos de mi rostro. La situación era insostenible; él jugueteaba con mis sentimientos y mi dignidad como si fuera un juego sin importancia.

- ¿Estás celosa? - inquirió con sorna antes de soltar una risa irónica.

- No estoy celosa, solo exijo respeto como tu esposa. Aunque no haya amor entre nosotros, merezco ser tratada con dignidad por lo menos por conveniencia matrimonial - repliqué fríamente.

Lorenzo pareció reflexionar por un instante ante mis palabras. Su expresión cambió ligeramente al comprender parte de mi postura resignada dentro de esta farsa llamada matrimonio.

- Pero si tú ni me amas... ¿por qué te molestas? - dijo finalmente, dejando escapar un rastro de amargura en sus palabras.

En ese punto no podía contradecirlo. Él sabía tan bien como yo las razones detrás de nuestra relación vacía y disfuncional.

Intenté ocultar mis verdaderos sentimientos para mantener viva la ilusión del engaño mutuo:

- Haz lo que quieras... Solo pido discreción para evitar convertirme en objeto de burlas o chismes infundados sobre supuestas infidelidades – le dije intentando desviar su atención lejos de mis planes secretos.

Él rió brevemente y se dirigió hacia el baño ajeno a los pensamientos turbios que rondaban mi mente.

Si tan solo supiera que pronto será padre pero nunca conocerá a su hijo...

Decidida a proteger a mi bebé del veneno tóxico que era nuestro entorno familiar, estaba dispuesta a alejarlo para siempre del alcance dañino del apellido Corleone.

Antes incluso poder seguir sumergiéndome en esos oscuros pensamientos perturbadores,

Una empleada irrumpió interrumpiendo momentáneamente aquel tenso momento:

- Señorita Valentí-  me llamaron desde abajo

- “Aria” - pedí corrigiendo formalidades innecesarias -Disculpe… El señor Corleone solicita su presencia para cenar-

Bajo a cenar con Lorenzo para no levantar sospechas, manteniendo mi fachada de esposa sumisa y resignada. Mañana por la mañana tengo planeado ir de compras como excusa para alejarme discretamente de la ciudad.

Desde las escaleras observo cómo Lorenzo está absorto en su teléfono, ajeno a mis pensamientos y planes secretos. Al llegar al comedor, él me pide que tome asiento con un gesto serio. Ruedo los ojos ante su autoridad pero accedo sin decir una palabra.

- Yo no tengo hambre - murmuro antes de que nos sirvan la comida, aunque sé que mi hijo necesita alimentarse adecuadamente.

Lorenzo insiste en que coma con severidad, recordándome mis obligaciones maternales. Guardo silencio mientras esperamos a que traigan los platos.

Después de cenar, nos retiramos a descansar. Mientras me acuesto junto a él en la cama, mi mente no deja de maquinar sobre el giro radical que tomará mi vida al día siguiente. Los Valentí arderán en furia al enterarse de mi escape y del nuevo rumbo que toma nuestra historia familiar marcada por traiciones y manipulaciones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.