Secretos del corazón

Capítulo III - Que hice?

Aria

Sí, así me tocó regresar a la maldita empresa. Ayer mi abuela no encontró a nadie más disponible, lo que me hizo pensar que era una indirecta para que no renunciara, a pesar de que me prometió apoyarme en todo. Ahora tengo que dejar a Damon con Lucas y Nicolás. Este último es mi amigo y decidió ayudar a cuidar a Damon junto a Lucas, ya que Chiara está con su abuelita y la niñera de Damon se quedó en Nueva York.

Estoy en la oficina intentando diseñar una portada para la publicidad de la empresa de mi abuela y la de Lorenzo.

Por suerte, no me he topado con Elena, Antonio o mi hermano. Siento que puedo llevar las cosas mejor estando lejos de ellos.

Hay tantas cosas que me mantienen despierta por las noches, especialmente el deseo de no ver a mi familia.

Estoy tan concentrada que no me doy cuenta de que alguien ha entrado sin avisar hasta que veo la imponente figura de Lorenzo. Sé que no necesita hablar, lo conozco lo suficiente.

─ Es parte del guion para la publicidad ─ aviso, entregándole unos papeles sin levantar la mirada.

─ Pero mi asistente ya se encargó ─ responde.

Levanto la cabeza con molestia al darme cuenta de que me hicieron trabajar en vano.

─ Lorenzo, ¿qué demonios quieres? ¿Por qué me hiciste llenar esto si no lo necesitabas? ¿Dónde estás? ─ casi grito de la furia. Él parece divertido, pero su atención se desvía a mi muñeca, donde están las iniciales de Damon, "D" y "M". Instantáneamente, las escondo para que no vea el tatuaje.

─ ¿Qué tienes en la muñeca? ─ pregunta con curiosidad. Yo niego con la cabeza sin decir una palabra.

─ Supongo que es un tatuaje ─ respondo, pero él agarra mi muñeca y observa el tatuaje detenidamente.

─ Una 'D' y 'M' ─ susurra, analizando el tatuaje.

─ ¿De quién son esas iniciales? ─ pregunta seriamente, mirándome directamente a los ojos con una intensidad que me pone nerviosa aunque no lo admita.

Encogí los hombros como respuesta.

─ Es la 'D' de... ─ intento mentir, sabiendo que no me creerá.

─ D', de tu apellido, seguro ─ musita sarcásticamente.

─ Pero en fin, ¿a ti qué te importa de quién son esas iniciales? ─ digo seriamente.

─ Mejor si nos ponemos a trabajar y dejas de entrar como si nada a la oficina ─ respondo él.

─ Mejor si me explicas por qué mi esposa lleva las iniciales de alguien, iniciales que no coinciden con nadie de la familia ─ insiste.

─ Esposa, para ti soy Aria, no esposa ─ replico.

─ Y lo dices como si te importara que llevara ese tatuaje ─ agrega.

Él parece perder la paciencia, aunque no lo expresa en voz alta.

Me encanta cuando se pone así, molesto.

─ Sigues siendo mi esposa, quieras o no, y eso debe quedar claro, Aria, antes de tatuarte las iniciales de otro hombre ─ gruñe. "Está celoso", pienso, lo último que esperaba. Sale de la oficina notablemente molesto.

─ Largo de aquí ─ le pido cuando ya no aguanto la risa.

─ Ah, y por cierto, los trabajos que acabo de hacer serán ocupados para la publicidad, quieras o no ─ le aviso.

─ Hola mamá, ¿a qué hora vendrás?

─No lo sé, Damon, mi amor.

─ Pero, mami, tú me dijiste que vendrías temprano.
Haré lo que pueda, ¿okey?

─ Vale, ¿me traerás un dulce?
No, porque Jia te los prohibió, ¿recuerdas? Mejor te llevaré a comprar mañana, ¿okey, mi vida?

Él parece escucharse molesto al otro lado de la línea, pero no puedo darle cosas que le prohibió el doctor.

─ Adiós, Ari ─ se despide Nicolás.

─ Mmmmm ─ escucho a alguien carraspear la garganta detrás mío, haciéndome asustar.

Me doy la vuelta y es Lorenzo quien tiene cara de querer matar a alguien.

Al instante me pongo nerviosa porque puede haber escuchado a Damon.

─ Ahora entiendo por qué el tatuaje ─ gruñe, y se nota un tanto molesto.

─ Eh, hola ─ saludo nerviosa.

─ ¿Con quién hablabas? ─ pregunta serio.

─ Con un amigo, ¿por qué? ─ respondo intentando mantener mi compostura.

─ Amigo? Y a tus amigos, ¿les dices amor?

─ ¿A ti qué te importa?

─ ¿Me puedes dar paso, por favor? ─ le pido antes de que me acorrale contra la pared furioso.

Sus ojos parecen destellar fuego, es como si quisiera matar a alguien en estos momentos.

En mi mente, lo único que puedo pensar es que "me odia o está celoso".

─ ¿Qué pasa? ─ pregunto viéndolo a los ojos, aunque se me hace difícil.

− Ya tuve que soportar que te largaras y ahora que hables con tu amante en mis narnarices ─ explota.

─ ¿Soportar? Lo dice como si fuese algo difícil, y además, ¿cuál amante?

─ Pues firma el divorcio y listo ─ digo con sarcasmo, aunque lo digo en serio.

─ No firmaré ningún divorcio hasta que me expliques por qué te fuiste ─ responde y parece decidido como al principio.

─ Tú sabes la respuesta. Además, la insoportable de tu abuela fue quien más me empujó a irme ─ suelto con amargura al recordar cómo la puta de Luciana me hacía la vida imposible por ser la esposa de su nieto y no seguir sus órdenes.

Flashback

─ Soy esposa de Lorenzo, no tuya, así que deja de joder ─ grito desde las escaleras.

Su rostro se torna rojo de furia tras mis palabras.

─ Baja y dímelo de frente ─ pide, así que le hago caso y bajo.

Me poso frente a ella, quien me mira con desprecio, sus ojos verdes se clavan en los míos.

Levanta su mano para llevarla a mi rostro, pero la cojo con fuerza, haciéndola mirarme con odio.

─ ¿Qué intentas hacer? ─ pregunto lo obvio.

─ Suéltame, niñata ─ me pide, forzando para que la suelte.

─ ¿Qué pasa aquí? ─ escucho a alguien a mis espaldas.

Me volteo y es Lorenzo, quien parece molesto.

Suelto a Luciana y me paro frente a Lorenzo, sosteniéndole la mirada.

Luciana pasa de mí a ir a tirarse a los brazos de su nieto a quejarse.

─ Viste que me intentó pegar, es una loca ─ dice fingiendo llorar.




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