Pasé toda la mañana encerrada ya que, mi papá se había enojado demasiado conmigo, Berenice vino varias veces para ver como estaba, bueno, a eso no se le tenía que dar mucha descripción sino una sola palabra, sola. Y si le querían agregar otra palabra podría ser aburrida.
—Es la sexta vez que me vienes a preguntar como estoy —dije al escuchar la pregunta de la mujer, la misma sonrió e intentó hacerme saber que no era ella hasta que lo dijo con sus propias palabras.
—De hecho, es tu papá que me envia, nada que ver —contestó la mujer sonriendo—. Por qué sé que estas bien, tu papá se siente culpable y no sé porqué.
—Le dije que tarde o temprano tenía que decirme la verdad, le dejé saber que si tenía que ver con él debía decirme si merezco saber la verdad.
—Bueno, tienes razón él debería ser sincero contigo. ¿Pero tu no te puedes imaginar que habrá pasado?
—No, nunca me entero de nada; es como si estoy pintada en la pared.
—Pero, ¿en serio Lorena? Nada de nada. No me lo creo o sea, has vivido toda tu vida aquí. Yo llegué los otros días y sé varias cosas.
—Lamentablemente no sé como debería —bostece—. Mi padre no quiere hablarme sobre ello por nada en el mundo. Y es por eso que más que él soy yo la que debo estar enojada.
—Es raro, hasta yo estuviera enojada.
—Averiguaste algo de los hermanos.
—¿Por qué tanta la curiosidad en esos hombres, acaso te gustan? —Bere sonrió pícara.
—No, como crees, no para nada, son bonitos pero su forma de ser es muy extraña o bueno de con los que he logrado encontrarme.
—¿Te has encontrado con algunos? No le dijiste eso.
—Solo de lejos —Mentí encogiendo mis hombros. Berenice se levantó del asiento acomodando su falda, me miró y volvió a sonreir.
—Entonces deja de hablar de ellos, piensa en otra cosa linda.
—En esta casa ¿Cómo podría? Todo lo que se respira son esos hermanos, yo debería salir al pueblo a ver cosas diferentes.
—Hablando de eso voy a comprar algunas cosas en el mercado. ¿Quieres ir?
—Que fácil lo dices Bere ¿Ya quieres que me maten?
—El no tiene que enterarse.
—¿Y como lo haremos?
—vete a la puerta y esperame allí.
—¿Cuál puerta?
—¿No sabes dónde está la puerta de los criados?
—No Bere, nunca he salido de este lugar te estoy hablando la verdad.
—Sal por la puerta de ir al lago, que si tu padre no te encuentra aquí desde antes le diré que estás volando una cometa.
—Mi cometa se me fue.
—Algo le voy a inventar, espera que me vayas y luego sal —Afirmé con la cabeza.
Ella salió y esperé unos minutos para luego irme antes me puse un abrigo ya que, siempre está asiendo mucho frío, casi corrí a la puerta para que ninguna de las otras criadas me viera y si acaso no le dijeran que llevo un abrigo papá es muy curioso, esperé unos minutos a Berenice ya impaciente; duré varias horas parada esperando, incluso pensé que no iriamos a ningún lado, hasta que la vi.
—¿Qué tanto duras mujer? —Pregunté.
—Tu padre preguntándome que te dijo que le dijiste y cosas así, al final dijo que te dejaría descansar. Ni siquiera tuve que decirle que saldrías al lago.
—¿Crees que no irá a la habitación?
—No lo sé, solo hay que esperar a ver, pero vámonos —respondió caminando conmigo agarrada de manos, salimos de la mansión, estaba un poco nerviosa porque era la primera vez que lo hacía; toque las grandes puertas que separaban la propiedad de los Bennett con territorio nacional, este lugar tenía una carretera de tierra luego cuando seguimos más adelante se encontró calle negra, esperaba que mi padre nunca se entera de esto, empezando porque Berenice estaría muerta y que yo no tendría paz con su persecución durante mucho tiempo, ya he violado sus reglas varias veces. Antes de entrar al pueblo Michael Bennett pasaba con su carro y clavó su mirada en mi, esa mirada de tristeza que tanto me intriga.
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Editado: 09.08.2022