Michael acostado en el regazo de Lorena se puso boca arriba, le sonrió y levantó su mano para acariciar su rostro.
—Te pareces a ella ¿sabías? aunque tengas el pelo rojizo, eso lo sacaste de mi espero que no seas igual a mi.
—¿Por qué?
—A veces tomo malas decisiones, pero esta vez no lo haré, pensaré como lo voy hacer —Lorena quería entender qué quizo decir con la última frase.
—¿Y qué quieres hacer?
—Es una sorpresa cariño no te diré —Michael sonrió, Lorena tragó en secó, no sabía si debía sentir felicidad o miedo por aquella sorpresa.
—Sí —Balbuceo—. ¿Y me dirás, no?
—No, duérmete —Michael se levantó de su regazo y se fué al baño, miró su rostro en el espejo y respiró profundo, ella nunca se entendería de lo que pasó con su madre, no arriesgaría lo bien que se siente con ella por decirle aquello, cumpliría lo que traía en su mente antes que sea demasiado tarde para que por fin puedan estar los tres juntos para siempre.
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—Pequeña —Eladio abrazó a Lorena como si tuviera un año sin verla. Michael sonrió al ver aquello, Lorena se preguntaba por qué sonreía tanto al estar con ella, aparte de que era su hija ¿que otras cosas lo hacían sentir bien? Era una pregunta que nunca tendría respuestas, Michael era un hombre muy misterioso, nadie en el pueblo sabía mucho sobre él, bueno, casi nadie, solo una persona que conoció sus grandes sentimientos.
Quizás él en el fondo no era una persona mala, pero en esa familia nadie se salvaba del mal que la rodeaba, malas decisiones fue lo que lo condujo hacer igual o peor que sus hermanos, él cada minuto de su existencia se reprochaba lo que había hecho y por esa misma razón había tomado una decisión y que Dios lo estaba respaldando porque su hija ya estaba a su lado, no es que quería que este fuera el final, pero tenía miedo de que si no lo hacía como lo estaba pensando Lorena nuevamente se le podría ir de sus manos y eso no lo podía permitir otra vez.
—Me voy, tengo que hacer algunas compras —Informó Michael para despedirse, Eladio dió una confirmación con la cabeza.
—¿Que no es un hombre exageradamente guapo? —Entró Bere a la escena la cuál estaba en el pasillo de las habitaciones.
—No lo sé, no le veo nada de guapo —Contestó Lorena encogiéndose de hombros.
—Eres su hija —La mujer sonrió siendo obvia.
—Ya basta Bere, vamos a la cocina —Los tres caminaron bajando los escalones y doblando hacía el camino de la derecha fueron hasta la gran cocina.
—Y bien, seguirás con esa estupidez —Fue lo primero que dijo la señora beatriz al ver a Eladio, él sabía de qué hablaba, la decisión de que Lorena conociera a su padre, la cuál nunca imagino ceder, pero la señora Beatriz no sabía lo que había detrás de eso.
—Sí, aún sigo con esa estupidez —Contestó y se fue a su lado de la cocina.

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Editado: 09.08.2022