Secretos Dolorosos

⚡ CAPITULO 16

Melquisedec se acercó a ella aún en rodillas, le había dado un golpe muy bajo, ¿Cómo podría él verle de esa manera?, pero no se inmutó ¿hasta dónde podría llegar esta niña para conseguir lo que quiere? ¿Qué quería está niña? ¿Tendría que averiguarlo? Sí o tal vez; pero no estaba dispuesto hacerlo.

—Eres mi sobrina —dijo mirándola a los ojos, no podía negar que el parecido a su madre era perfecto, pero el cabello rojo que la chica tenía le desagradaba, a él le gustaba el pelo negro y abundante que caracterizaba a Rebecca, su voz que para nada eran parecida y sobre todo su aroma, cosa que ya nunca podría disfrutar.

—Lo sé, pero Renato y Reaven son hermanos y aun así no dejan de demostrar el amor que siente el uno por el otro —Intentaba persuadirlo cavando ella misma su propia tumba.

—Esto —Señalo a sus hermanos—. Y esto —Pincho su dedo en su pecho y luego en el de ella—. No es lo mismo, eso es incesto que creo que se paga con el infierno y esto es pedofilia que se paga con la cárcel —Se levantó de golpe sintiendo como le comenzaría a temblar las manos.

—¿Es en serio? ¿lo dices en serio? Hermanito querido, se sabe que estás buscando una escusa para que, por si Michael se entera no te parta la madre, pero nunca menciones cárcel con delitos menores de los que has cometido —Esta vez habló el gemelo Reaven, el tenía razón en todo, pero era muy claro que melquiceded no lo hacía por eso y tampoco podría decírselo.

—Los hermanos reunidos con la sobrina sin su padre y sin mi, ¿Que será? —Malkier entró por la gran puerta sin ser visto hasta que apareció diciendo aquello, claro que al instante de entrar dió a conocer su presencia, eso quiere decir que no había escuchado nada. Lorena pensó que estos hermanos se tenían un radar porque donde aparecía uno le seguían los otros.

—No tiene importancia —dijo Melquisedec parándose ya que ñ, aun seguía de rodillas—. Vete —Le ordenó a Lorena y la misma obedeció sin quejas, la muchacha no sabía cómo procesar lo que había hecho.

Si tan solo su padre se hubiese enterado de lo mínimo de esta conversación, estuviera bajo llaves encerrada en su habitación hasta el resto de sus días. Caminó hasta la cocina encontrándose con Bere, a pesar de qué todo esto podría matar a su padre quería decirlo a alguien.

—¿Dónde está mi papá?

—Tu papá acaba de salir, me dijo que cuando llegarás de la biblioteca te dé esto —La chica se limpió las manos y le pasó un  pedazo de tarta de Zanahorias.

—¿Por qué se fue sin mi? —Preguntó tomando el plato en las manos.

—Lorena, tu papá aun no está tan viejo, dejalo un rato solo, sí —Contestó Bere.

—Sí, lo sé —dijo, la chica estaba pensando en todo lo que había pasado en la biblioteca, como le diría a su papá abuelo que Melquisedec le había confesado haber participado en el asesinato de la hermana de Kevin pues según tenía entendido así se llamaba la muchacha.

—¿En que piensas Lorena? —Bere la sacó de sus pensamientos.

—En lo rica que está esta tarta —dijo sonrió y comió otro bocado.

 




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