Secretos Esmeralda

II Buen viaje

Miércoles 22 de Julio del 2015

Ciudad de México

4am.

Escucho mi teléfono sonar en alguna parte de la habitación.

—No, no, apágate... déjame dormir cinco minutos más—murmuro con mi cara pegada a la almohada.

Dos minutos de silencio y la canción Mi marciana de Alejandro Sanz vuelve a sonar.

«Por favor, debe de ser una broma» digo para mis adentros viendo la hora en el reloj del buró.

Adoro la melodiosa, dulce y espectacular voz del guapísimo de Sanz; y créanme, amo esta canción también, pero... ¿Escucharla sonar a las cuatro de la mañana? Mas vale que quien sea que esté llamando tenga una buena razón para hacerlo. Me levanto como puedo de la cama y busco el celular por la habitación hasta que lo encuentro en mi cartera de mano.

De: Noemi

Para: Abril

Hola, amiga. No te enojes por despertarte tan temprano pero nuestro vuelo sale dentro de unas horas. ¡Tienes que comenzar a prepararte! Y como sé que eres una dormilona, es mejor que te despabiles desde ahora. Anda, que Paris nos espera. Dúchate, vístete y prepara café que llego en una hora. Besitos.

Pongo los ojos en blanco y me río al leer el mensaje.

—Siempre tan ocurrente—digo dando un salto de la cama. Me estiro lo más que puedo y tomo la ropa del vestidor.

Esa que acaba de escribir es Noemi, mi mejor amiga. Mi alma gemela de cabello dorado; más blanca que la leche y de ojos color cielo. Es preciosa. Siempre le dije que debería ser modelo, pero ella alega que son exageraciones mías. En cambio, yo soy lo opuesto a ella. Ojo, tengo una figura envidiable gracias al baile, puedo arrasar con toda la comida que se me cruce en el camino y al día siguiente estar como si nada. Mi cabello es castaño claro al igual que mis ojos; me considero guapa, pero no como para ser una modelo. En fin, para tener veintitrés años estoy bastante bien.

Vestida lo más cómoda posible para viajar, arrastro mis maletas hasta la puerta y observo mi habitación. No puedo creer que esta sea la última vez que esté aquí. Siento un poco de melancolía, pero, aun así, tengo que cambiar de rumbo; arriesgarme y seguir mi propio camino. Bajo con cuidado hasta la sala y aquí es donde las cosas comienzan a ponerse aún más tristes. Ver a mis padres con esos ojos llorosos no hace otra cosa que apachurrar mi corazón. Los amo más que a nada en este mundo y sé que nos vamos a extrañar demasiado.

— ¿Tienes todo listo, mi vida? —pregunta mi mamá con ojos llorosos y una taza de café en sus manos.

—Si, mami—digo con un nudo en la garganta—. Venga, no te pongas así que voy a comenzar a llorar. Sabes que te amo, ¿verdad?

—Si, hija. Es solo que nunca nos habíamos separado. Esta casa no será lo mismo sin ti, sin tus bailes, tus risas; las locuras junto a tu hermano. ¿Estás segura de irte a otro país?

—Ya, mujer. Tienes que dejarla ir—dice mi papá desde el umbral de la cocina—, aparte ella sabe que siempre que quiera puede venir a vernos, ¿no es así, Abril?

—Claro que sí, papá. En cuanto tenga todo arreglado en Paris no dudaré en venir a verlos, lo prometo.

Escucho el timbre de la puerta. Corro para abrir y Noemi me saluda con una radiante sonrisa. La abrazo y le doy un beso en la mejilla.

— ¿Ya estás lista, amiga?

—Sip, súper nerviosa pero lista—sonrío.

—Ya verás que Paris no nos defraudará. Aparte, ¿de qué te preocupas?, si hablas francés e inglés a la perfección. No como yo, que apenas digo Bonjour —dice encogiéndose de hombros.

—Yo seré tu intérprete en todo momento, no te preocupes—le guiño un ojo mientras la abrazo por el cuello.

—Bueno, chicas—interrumpe papá—, llegó la hora de irnos. Voy a poner las maletas en la camioneta. Despídete de tu madre, hija. Seguro debe estar llorando, ya sabes cómo es ella —suspira y se aleja de nosotras con una cálida sonrisa.

—Paris, ¡allá vamos! Cuidado, chicos franceses, que éstas dos latinas están al acecho —dice mi rubia amiga con una sonrisa de oreja a oreja.

—Ay, Mimi—digo rodando los ojos—. Tú y tu obsesión por los chicos. Sube a la camioneta, ya vuelvo.

Me dirijo a la sala para despedirme de mi madre con un fuerte abrazo. Ella comienza a llorar diciéndome que me cuide mucho y que este será siempre mi hogar. Me separo de ella para ir a abrazar a Nico quien solo se queda callado y trata de no lagrimear. Le digo que lo quiero y que siempre estaremos juntos como se lo prometí. El solo asiente, me da un beso en la mejilla y me desea lo mejor. Seco mis lágrimas, los miro una vez más y camino hacia la puerta.

«Paris... Aquí voy, una nueva vida lejos de todo mi pasado comienza ahora» pienso mientras cierro la puerta de casa… La casa que me vio crecer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.