Secretos Esmeralda

III Llegando a París

Once horas de viaje, y un jet lag algo pesado, al fin estamos por aterrizar en el aeropuerto Charles de Gaulle. Miro la ciudad por la pequeña ventana del avión y sonrío. Paris es más hermosa que en las postales, tiene ese toque antiguo, imperial y romántico que tanto me gusta. Siento en mi corazón que aquí es donde debo estar; aquí pertenezco.

Apenas bajamos del avión, corremos a recoger nuestras maletas. Nos dirigimos a la salida del aeropuerto y tomamos el primer taxi que se nos cruza.

—Bonjour, 3 Avenue Octave Gréard, s’il vous plait—dice Noemi haciendo el mejor intento por pronunciar la calle en la que se encuentra nuestro nuevo hogar.

El taxista solo asiente con una sonrisa y se pone en marcha. Suspiro mientras abro la cartera de mano y saco mi Kindle para leer un poco.

"Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor..." La Tregua-Mario Benedetti

—¿Ab?—escucho la voz preocupada de Noemi—Hey, amiga. ¿Estás bien?

—Eh, si. ¿Por? —respondo mirándola a los ojos.

—Nada. Es que te noto rara, como ida.

—Oh—digo haciendo una mueca—, estaba leyendo esta recopilación y bueno... —mi voz se apaga.

—Te recuerda a él, ¿verdad?

—No es eso—digo agachando la cabeza—. Mimi, sé que tengo que seguir con mi vida, ser feliz; conocer gente y demás, pero no puedo olvidar todas las cosas que me hizo. Yo, sólo necesito algo de tiempo.

—Te entiendo, amiga. De verdad—responde mirándome a los ojos—. Sé que es difícil y que lo que pasaste no se puede borrar de la noche a la mañana; pero Abril, ya ha pasado casi un año. Es hora de que sigas con tu vida. ¿Sabes lo que necesitas?

—¿Qué? —respondo acomodándome en el asiento.

—Necesitas una persona que te ame de verdad. Alguien que todos los días te haga sonreír, te enamore con sus detalles y, ¿por qué no? Con sus defectos también. Mereces recibir el mismo amor que estás dispuesta a dar.

—Ay, rubia—sonrío de lado—. Me encantaría poder vivir algo real, pero ese tipo de amor me parece que solo existe en los cuentos de fantasía.

—Dices eso porque aún no te ha tocado experimentar el verdadero amor, el amor desinteresado, que llena; ese que te invita a soñar. Mira, sé que Paris es una gran oportunidad, y estoy segura de que hay un hombre allá afuera esperando encontrarte. Solo es cuestión de que la vida los junte en el momento indicado.

—No sé, puede que tengas razón. Por algo la llaman la ciudad del amor, ¿no? —río—Aunque no estoy preparada para abrirle mi corazón a nadie. De momento sólo quiero enfocarme en el baile y en nuestros proyectos.

—Nunca digas nunca, amiga. Cupido llega cuando menos te lo esperas; sin embargo, sabes que aquí estaré siempre para apoyarte. Te quiero—responde dándome un abrazo.

—Yo también te quiero, Mimi. Siempre juntas—sonrío.

—Nous sommes arrivés —dice el taxista parando frente a una calle llena de edificios.

—Merci beaucoup—digo pagando y regalándole una de mis mejores sonrisas.

El taxista baja para ayudarnos con nuestras respectivas maletas y le agradecemos una vez más por su amabilidad.

—Abru, juro que el departamento va a encantarte. Ven, ¡vamos! —Noemi agarra su maleta y sale corriendo rumbo al edificio.

El departamento se encuentra a sólo unos pasos de la torre Eiffel. La calle es preciosa rodeada de árboles, tiendas, boulangeries, cafeterías y gente paseando en bicicleta. Alzo la vista y contemplo el edificio. Es hermoso, pintado de blanco cremoso; está adornado con flores que cuelgan desde los balcones. Tiene ese toque vintage que tanto me gusta, incluso me hace sentir bien; más que bien… Me hace sentir como en casa.

Agarro mis maletas y con una bocanada de aire entro por la puerta de vidrio. Por suerte para nosotras, viviremos en el último piso; tengo la certeza de que tiene la mejor vista. Termino de subir el último escalón marmolado y Noemi comienza a dar saltitos de alegría frente a la puerta del que será nuestro nuevo hogar parisino.

— ¿Estás lista, amiga? —dice llena de emoción.

—Claro que sí, Noemi. Sólo abre la puerta—respondo riéndome un tanto impaciente.

— ¡Aquí vamos!

Abre la puerta y lo que mis ojos aprecian es maravilloso. El departamento está pintado con colores pasteles, tiene una bonita sala-comedor adornada por dos sillones negros, televisión de plasma y una rústica mesa de madera con seis sillas. La cocina es integral y de mesadas marmoladas; es bastante espaciosa. También hay un medio baño y una minibiblioteca. Todo el lugar está adornado de plantas con flores. Justo como nos gusta.

—Noemi, esto es precioso—digo dándole un abrazo.

—Y espera a ver el segundo piso. ¡Vas a morir! —responde con una reluciente sonrisa.

Subimos al segundo piso. En efecto, ella tiene razón. Hay una mini sala de estar, un baño con tina, regadera y enormes espejos que cubren toda la pared. Seguido de eso están las tres habitaciones, todas iguales. Lo único que diferencia la mía de la suya son las vistas, ella tiene la torre Eiffel enfrente, en cambio yo sólo puedo verla si salgo al balcón. Sin embargo, frente a mi ventana tengo la cafetería Chez Ribe que por lo que se ve es bastante popular.

— ¿Qué te parece tu habitación? —dice sentándose en la cama.

—Mimi, esto es más de lo que esperaba. Muchas gracias por todo lo que has hecho por mí, este departamento es increíble—respondo alzando los brazos.

—Ya lo sé, pero no tienes nada que agradecer. Sabes que este departamento me lo dejó mi abuela antes de morir, y que mejor que compartirlo contigo; mi mejor amiga y hermana—responde con ojos llorosos.

—Ay, rubia. Gracias, gracias y mil gracias.

—Bueno, basta de cursilerías. Vamos a ordenar un poco. Mañana si quieres podemos ir a caminar por la ciudad, ¿te parece?




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