Secretos Esmeralda

V Cafe du centre

Nos encontramos en el ecléctico segundo distrito de Paris.  Desde la mañana no hemos parado de caminar y recorrer cada rincón de la rue Montorgueil. El ambiente es demasiado agradable, los parisinos van y vienen por las calles y algunos nos saludan con un cordial Bonjour. Las cafeterías, reconocidas por su sabor inigualable y sus cafés espumosos, están llenas de gente que hablan y ordenan sin parar. Sí, es definitivo. Me agrada este lugar.

Llegamos a una esquina de la calle y nos encontramos con una cafetería bastante pintoresca. "Café du centre" dice el cartel en letras blancas.

—Mmm, Abril. ¿Hueles eso? ¡Café espresso y crujientes croissants! Qué te parece, ¿entramos? —dice Mimi con ojos hambrientos.

Mi estómago gruñe como respuesta.

—Creo que eso es un sí—responde riendo—, ¡vamos!

Entramos al lugar. El delicioso aroma a chocolate, mantequilla y pan inundan nuestras narices y nos dan la mas cordial de las bienvenidas. Oh, este lugar huele increíble. Incluso puedo escuchar a Carla Bruni cantando L'amoureuse de fondo. Combinación perfecta.

Nos sentamos en una mesita de la terraza y ordenamos. Un cappuccino con dos croissants para mí y un café latte acompañado de una rebanada de pastel de moras para Noemi.

—Wow, Abril. ¡Esto es vida!

—Oh sí, ya lo creo que sí. Esto es la crème de la crème—rio dándole un mordisco al delicioso croissant.

—Bueno—dice alzando su taza de cafe latte—, brindo por ti, por mí y porque este sea el gran comienzo de muchas aventuras juntas.

—Amén a eso, hermana—respondo chocando mi taza con la suya—. Amén a eso.

Después de terminar nuestro café, seguimos caminando hasta llegar a Champ de Mars. Dios bendito, la vista es divina. Frente a nosotras se encuentra en todo su esplendor la torre Eiffel. Majestuosa, imponente, son los adjetivos que pueden describirla; pero creo que me quedo corta.

—Es maravillosa, ¿verdad? —dice mientras se sienta en el pasto.

—Más que maravillosa es perfecta. Jamás pensé que algún día pudiera verla con mis propios ojos—suspiro.

 Son las siete de la tarde y el sol ha comenzado a bajar. Algunos faroles del parque se han encendido y la torre, se ha llenado de pequeñas lucecitas. El clima es perfecto para pasar el rato. Mi rubia amiga y yo conversamos un poco de todo lo que haremos en las próximas semanas y también de iniciar pronto con la búsqueda de un trabajo. Si bien no necesitamos economía, debemos dedicarnos a hacer realidad nuestros proyectos de vida.

—Abril, me dieron ganas de bailar. ¿Qué dices?

—O sea, ¿justo aquí? —digo mirando hacia los lados.

— ¡Sí! —chilla—Hay espacio de sobra. Además, es una gran oportunidad para dejar boquiabiertos a esos chicos que están mirando en nuestra dirección—ladea la cabeza y observa al grupo sentado a pocos metros del pasto.

—Ya decía yo que era por eso por lo que querías bailotear—sonrío poniendo los ojos en blanco—. Olvídalo.

—¿Qué tiene? Los demás han puesto música y están pasando un buen momento. Anda, hazlo por tu rubiecilla mejor amiga—dice haciéndome ojitos.

—Ay, Mimi. Está bien, hagámoslo—respondo levantándome.

Como siempre, Abril Maccalli apoyando las locuras ajenas. Conecto mi Ipod a los mini parlantes y escojo Easy lover de Phil Collins. Esa canción es de mis predilectas y sé que a Noemi también le gusta porque sonríe y tararea las primeras estrofas. Nos movemos al ritmo de la música y sacamos el rock ochentero que llevamos dentro. Cuando bailamos nos transportamos a otro mundo. Ojalá me trasladara a aquellos años, la mejor época de todos los tiempos.

—Adoro hacer esto contigo—dice cinco minutos después abrazándome y dando por finalizado nuestro alocado baile.

—Yo sé que sí—sonrío correspondiendo a su abrazo—. Oye, creo que hemos logrado nuestro cometido. Uno de esos chicos viene hacia nosotras y ha puesto sus ojos en ti.

Da media vuelta y se queda estática. El chico es guapo, de ojos café, tez clara y cabello negro con pequeñas mechas rubias. Diría que es bastante alto y se ejercita. En pocas palabras, es perfecto para ella.

—Salut! Ca va? Je m’appelle Lucas. Et toi? —dice el moreno regalándole una blanca sonrisa.

—Eh moi... No parle francés, lo siento—responde haciendo señas raras.

—Oh, hablas español. Que coincidencia. Me llamo Lucas, ecuatoriano de nacimiento, pero parisino desde hace unos cinco maravillosos años-—sonríe dándole un beso en la palma.

—Mucho gusto, Lucas. Soy Noemi y esta es Abril, mi mejor amiga. Nos acabamos de mudar—responde sonrojándose.

—Wow, me da gusto que estén en esta ciudad. Es preciosa—dice contemplándola sin ningún miramiento.

Esperen. ¿Está hablando de lo preciosa que es la ciudad o de Mimi?

—Bueno, me acerqué a saludarlas porque mis amigos y yo hemos visto la manera en que bailan. Debo decir que son impresionantes.

—Gracias, me alegro de que hayas disfrutado—digo riendo.

—Créeme que sí. Bien, quería comentarles que dentro de una semana haré una reunión con todos mis amigos y alumnos. Les explico. Trabajo como subdirector en una academia de baile. En esta ocasión haremos competencias aquí en el campo de marte. Me preguntaba si querrían participar con nosotros. El que gane tendrá la oportunidad de cenar en el Jules Verne, ¿qué les parece? —dice señalando el elegante restaurante de la torre Eiffel.

—Oh, claro que sí—responde Mimi y yo asiento—. Nos encantaría participar con ustedes.

—Perfecto—escribe su número en un papel y se lo entrega a Mimi—. Aquí está mi número. Cualquier cosa, no duden en llamarme. A bientot! —sonríe por última vez a Noemi y regresa con sus amigos.

—Te gustó el moreno, ¿eh? —digo burlona—no podías quitarle el ojo de encima ni el a ti.

—Creo que es amor a primera vista. Lo presiento—responde apretando contra su pecho el papelito.

—Bueno, soñadora. Es hora de volver a casa. Al parecer tenemos una coreografía que preparar—digo agarrando su brazo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.