Secretos & Venganza

Capítulo 43

Kaleb.

 

 

Llegué con el corazón latiéndome en la boca.

El tránsito se cortaba cien metros por delante del semáforo más próximo, un uniformado azul controlaba a los coches dando indicaciones de virar a la izquierda, una línea amarilla impedía el acceso y las patrullas acordonaban el área como si se tratase de una escena de película en pleno rodaje.

Desde la distancia se avistaba el flujo constate de una nube lúgubre de humo. Fuego, donde había humo siempre lo acompañaba el fuego.

Atravesé el área restringida por la estúpida credencial que nunca me quitaba. Luka le hizo uso a su placa, William se escabulló tras mencionar sus lazos con el fiscal y la rusa se las apañó argumentado venir con nosotros. 

Corrí teniendo una perspectiva borrosa de todo y todas las personas amontonadas al filo de la cinta amarilla, Corrí buscándola a ella, a mi hermano y al imbécil exasperante de Zacarías.

El pecho me ardió en desesperación, en metros no lograba avistar más que los plásticos destrozados de nuestros vehículos y a mis hombres, todos ellos estaban heridos de algún modo. Divisé a uno de ellos tendido en el suelo, sujetándose las costillas y escupiendo sangre a un costado de sus piernas. Tenía la nariz rota y una laceración profunda en la sien derecha.

Tuve el impulso de querer aproximarme a él y consultar si dentro de todo se hallaba bien, pero el terror me obligó a omitir toda preocupación por él y enfocarme en llegar a la camioneta donde estaba mi mujer junto a mi hijo y hermano.

Un oficial me detuvo alegando que la escena se hallaba prohibida, sin embargo, Luka se posicionó a mi lado mostrando nuevamente su placa y argumentando que los heridos pertenecían a una reciente investigación. Él permaneció allí, Xander y yo corrimos al vehículo y lo vi.

El motor humeaba contra una toma de agua, el capo estaba levantado de manera peligrosa y una de las ruedas delanteras había volado arremetiendo contra el cristal de una tienda. Vi a los bomberos trabajando en la puerta del copiloto y a dos paramédicos masculinos maniobrando reanimaciones sobre el pecho del conductor: Marcos. Era Marcos inmóvil sobre una camilla tendida en el suelo y su rostro se veía magullado, como si lo hubiesen golpeado después del choque.

—Zacarías —bramé al verlo retorcerse en el asiento.

Me acerqué temiendo que por los sonidos de la maquina en manos de los auxiliares él no me oyera jamás. Caminé apresurado, y cuando lo hice percibí la sangre, los cristales rotos y manchados de sangre en los asientos posteriores. Demon no estaba, Scarlett tampoco y el corazón se me estrujo dentro del pecho al imaginar lo peor.

—¡Paren. Paren! —chilló él con dolor—. Joder —emano, su voz repleta de sufrimiento y desesperación.

Los bomberos omitieron cualquier sonido quejumbroso, logrando cortar la puerta y cuando la removieron note la sangre brotando de la pierna de Zacarías. Él se estremeció ante el dolor agobiante reflejado en todas sus facciones y me acerqué, una parte interna de la puerta estaba clavada en su muslo derecho y no se movía. Los paramédicos llegaron haciéndome a un lado, gritando que les diera espacio para trabajar. Lo asistieron inmovilizando su cuello con un collarín y colocándolo sobre una camilla con ayuda de los bomberos.

La respiración se me quebró en pedazos al verlo en tan mal estado, el alma se me cayó a los pies y desee poder mover las agujas del reloj universal hacia atrás, prever esto e impedirlo porque se trataba de ellos, mi sangre, mi mujer, mi hijo y todo lo que valoraba.

—Zacarías —pronunció Xander, quién estaba parado a mi lado e igual de aturdido que yo.

—Señores, requerimos de información. ¿Qué sucedió? —inquirió una voz a mi espalda.

Volteé encontrando la postura rígida de Jeremy Smith frente a un policía, estaba cerca, lo suficiente para acercarme un poco más y escuchar todo lo que pudiera.

—Una persecución —replicó el delgado oficial—. Hay un muerto, varios heridos y una madre que asegura el secuestro de un infante…

No, no, no.

Dejé de oír, dejé de sentir.

—¡No! —grité con fuerza, las lágrimas humedeciendo mi piel.

—Kaleb —alguien llamo, mas no preste atención.

—¡Ian! —caminé, buscándolo a cada paso—. ¡Ian! ¿Dónde…? ¿Dónde está? Mi hijo, ¿dónde carajos está mi hijo? —vociferé frente a un policía veterano.

—Señor, debe mantener…

—Cállate, cierra la puta boca —lo empujé lejos, sus compañeros lo sostuvieron antes de caer—. Quiero a mi hijo —exigí, mascullé y retrocedí sin dejar de buscar.

Serpentee entre policías, bomberos y paramédicos en el lugar. Vi rostros conocidos, destrozados y decepcionados de sí mismos. Vi al cuerpo forense guardar un cuerpo en el interior de una bolsa negra como si fuera basura. Corrí a ellos, los aparté sin piedad y caí frente a la persona cubierta como si fuera deshecho. Abrí la cremallera y el mundo se rompió en ese segundo.

Era Dylan, un niño de veinte años que amaba entrenarse y ayudar a sus padres con todo lo que estuviese a su alcance. Era uno de los mejores en combate y ahora, ahora su rostro estaba apagado, su pecho ya no se movía y sus ojos no veían, jamás despertaría. La sangre teñía sus expresiones joviales, y no lo entiendo, de verdad no entiendo por qué maldita razón a mi mente regresó el recuerdo de sus gestos sonriendo por un vago comentario entre sus compañeros.

Me desmorone ahí, caí de rodillas y grité desgarrándome porque él también era familia. Con la vista nublada por el dolor vi a Zacarías siendo montado a una ambulancia, a Marcos recobrando el sentido y respondiendo lo que preguntaban los paramédicos. Pero Ian no estaba, Scarlett, de ella y de mi hermano no había ningún indicio que indicase estar cerca. Y Dylan fallecido, sus padres me culparían, yo ya lo hacía.

—Campbell —oí la voz de William a mi espalda, sentí su mano estrechando mi hombro, mas no me moví, si lo hacía, si me movía se lo llevarían lejos y eso marcaria un adiós eterno—. Tienen que seguir con el procedimiento —susurró cerca de mi cabeza.



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En el texto hay: mafia, romance, amor y venganza

Editado: 01.03.2023

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