– ¿Porque no? – pregunté con un puchero en mis labios, mi madre me miraba con sus cachetes inflados como si fuera una niña, cosa que no negaría si lo fuera, estaba en sus plenos cuarenta y ella seguía actuando como una niña pequeña.
– Porque no quiero que mi pequeña y única hija sea separada de mi lado, ese hombre se encargó de separarnos y ahora ese mismo hombre intenta separarnos aún más, no lo permitiré – renegó cruzando sus brazos mientras acomodaba su pierna derecha encima de izquierda, tratando de lucir imponente.
– Mamá, por favor – suplique pataleando por debajo de la mesa.
Habíamos quedado de vernos en un café cerca de la gran casa de los Mayer, donde solíamos vernos de vez en cuando, la mayoría de las veces en las que nos reuníamos era en el centro comercial, en un centro de juegos o en algún lugar para ir a beber y gastarnos la gran fortuna de Adam Mayer.
– Dije que no Erin, así que deja de poner esa mirada de perrito porque aunque la hagas, seguiré diciendo que no – La ex-Mayer había apartado su mirada de la mía para ver fijamente la ventana a un lado de nosotras, estaba evitando ser convencida por mí y estaba reuniendo todo su coraje para no ser la madre consentidora que siempre era; y decirme que sí.
– Dijiste que odiabas haberte casado con papá y que si tu madre te hubiera apoyado te hubieras ido lejos de ese hombre, así que por favor ayuda a tu hija –. La miré suplicante y ante mi atenta mirada empezó a fruncir sus labios color rojo intenso por el labial marca chanel que siempre solía usar.
– Bien, te enviaré dinero pero prométeme que me llamaras a cada momento – dijo amenazante apuntándome con su dedo índice a lo que yo asentí repetidas veces con una gran sonrisa en mi rostro.
– Claro que lo haré. Eres la mejor mamá del mundo –. Me levanté de mi asiento y fui hacia ella para abrazarla con alegría.
– Y tú eres la peor hija del mundo – refutó divertida.
– Oh, vamos, no es para tanto, solo serán unas semanas hasta que papá este convencido de que puedo sobrevivir ante el mundo sin necesidad de sus riquezas y que olvide ese tonto matrimonio–
Deshice el abrazo para estar frente a ella con una postura decidida, como los súper héroes al hacer su entrada triunfal.
– Eso es lo que temo, ni tú, ni yo podemos vivir sin el dinero de tu papá. Mirame a mí, estoy divorciada pero aún así él me da dinero porque si no, yo fuera un completo desastre –
Mis labios volvieron a fruncirse en un puchero por décima vez en el día ante lo que ella había dicho, en parte tenía toda la razón, pero quería creer en la idea que si lo intentaba, iba a lograrlo con éxito. Me consideraba alguien muy positiva en algunos aspectos, así que estaba convencida que podía vivir unas cuantas semanas sin todos los lujos que siempre tenía y lograría ser independiente, aunque eso solo pudiera lograrse con un milagro.
– Pero voy a lograrlo mamá –
– Entonces rezaré por ti todos los días – dijo mirándome con ternura y yo agradecía infinitamente que mi madre fuera una buena persona que había accedido ante mis locuras.
Corea era una ciudad completamente desconocida para mí y vivir ordinariamente no era una característica que estaba presente en mi día a día, pero iba a intentarlo, iba intentar vivir como una persona normal y lograría deshacer ese dichoso compromiso que me atormentaba.
Corea iba a ser la solución a todos mis problemas.
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Editado: 15.04.2021