Secuestrando a la novia |kth|

El país de los chicos lindos

Ya había amanecido finalmente y yo no paraba de dar vueltas alrededor de la cocina, ese coreano infeliz se había llevado la única provisión de dinero que mi madre había dejado en un jarrón de la cocina. Lo más seguro que lo del jarrón fuera idea de la señora Yon, porque si mi madre hacia una transferencia con su tarjeta de crédito hasta corea, mi padre no tardaría en venir a buscarme y llevarme de los cabellos hasta el altar. Pero gracias a cierto coreano, me había quedado sin nada.

Me encontraba aún en pijama, con el cabello enmarañado por tantas veces que lo alborote debido a la frustración y con unas ojeras enormes que sabía que tenía por no haber pegado ojo en toda la noche.

Ahora si estaba acabada, ese apuesto ladrón se había llevado mi dinero y tendría que buscar un lugar donde trabajar, cosa que no había hecho en toda mi corta vida.

Maldición – . Maldije por quinta vez en el día pero detuve mis pasos al ver que la dormilona gata se había levantado de su siesta y ahora maullaba por comida.

Deje de dar vueltas en la cocina para abrir el refrigerador y sacar la botella de leche en su interior, por suerte solo se había llevado mi dinero y había sido considerado al dejarme mis provisiones de comida. Saque el cereal de la alacena junto con el alimento de honey. Vertí la leche en la taza para después dejar caer el cereal, hice el mismo procedimiento con el alimento de mi gata pero en dos tazones diferentes, una para la leche y la otra para las croquetas.

Ambas comimos con tranquilidad mientras yo pensaba en una manera de recuperar mi dinero perdido y lograr sobrevivir estas semanas antes de la boda, tenía que hacer todo lo posible para aguantar en este país antes de que la fecha de la boda este cerca, y antes de que mi padre descubra mi paradero.

 

….

.

 

– Te dije que estoy bien mamá, solo hubo un pequeño inconveniente, pero voy a arreglarlo – dije sosteniendo el teléfono sobre mi hombro derecho, tratando de mantener el equilibrio entre mi hombro y mi oreja para evitar que se cayera.

– ¿Y qué clase de inconveniente es ese? ¿Alguien te robo a mitad de la noche? –. Guarde silencio ante su pregunta, había empezado a creer que mi mamá había hecho algún ritual vudú en mi y ahora podía verme a través de una bola de cristal.

– Correcto – respondí esperando los gritos de mi madre, alejando el teléfono de mi oreja cuando estos llegaron. No preste atención a la mayoría de sus reclamos a través del teléfono, en cambio seguí escogiendo algunas cosas de la tienda de convivencia en la que estaba.

– Bien, mamá, buscare una forma de recuperar el dinero – pude decir después de que ella se calmara.

– Vuelve ahora Erin, prometo arruinar esa boda y decir que me opongo cuando el padre lo diga –

Solté una risita al escuchar su idea tan infantil, no quería ofenderla pero ella no tendría ni voz ni voto en esa boda y mi padre se iba a asegurar de ello, así que esa idea no sería muy útil que digamos.

– Voy a colgar mamá, traje algo de dinero de papá en mi bolso, así que podre sobrevivir unos días –

La escuché suspirar largamente para después despedirse de mí con un cariñoso te quiero.

– Yo igual te quiero ma, adiós – me despedí de ella y guarde mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón, cosa que me retracte, saque nuevamente mi teléfono de mi bolsillo y esta vez lo guarde en la bolsa que traía. Noquería que un nuevo ladrón llegara y se llevara mi teléfono esta vez.

Me encamine hacia el mostrador de la tienda para poder pagar las cosas que había tomado, que eran lo esencial para poder vivir, que consistía en paquetes de ramen de distintos sabores al estilo naruto, si algo me había enseñado ese anime era que si se podía sobrevivir a base de ramen y leche.

Llegue hasta el mostrador y estaba a punto de dejar caer todos los sobres de ramen al piso al ver al chico frente a mí.

Si así eran los chicos en corea, entonces no me quería ir de este país nunca.

El chico tras el mostrador era apuesto, era el doble de apuesto de lo que era mi prometido y era incluso más apuesto que algún otro chico en la vida. Su cabello era color rosa, sus labios eran de la misma tonalidad y eran perfectamente rellenitos como si fuera un pedazo de pan esponjoso, sus cejas eran perfectas y lo hacían ver atractivo pero sus ojitos rasgados lo hacían ver adorable, en pocas palabras, el chico de nombre Jin – que había leído en la placa de su camisa -; era encantadoramente guapo.

– ¿Es todo lo que va a llevar? – preguntó con una melodiosa voz.

– Claro, eso es todo – dije entregándole mis sobres de ramen para que el los pasara por el lector de código de barras. Por gracia divina mi voz sonó completamente normal, aunque en el interior fuera todo un desastre de hormonas debido a su atrapante belleza.

Bien, estaba decidido. Corea era oficialmente el lugar donde quería vivir el resto de mi vida.

– Jin hyung, donde pongo esta mercancía que acaba de llegar – dijo una voz reconocida. Voltee hacia su dirección sin querer dejar de ver el apuesto chico frente a mí, pero su atractiva voz me había hecho pasar un deja vú y me había sacado de la ensoñación en la que me encontraba.

Mis ojos se abrieron con sorpresa al ver al apuesto ladrón de la otra noche, él pareció igual de sorprendido que yo. Ambos nos miramos con sorpresa, intentando asimilar lo que estaba ocurriendo, ninguno de los dos nos habíamos movido de nuestros lugares y en realidad yo no sabía que debía hacer. Tenía solo dos opciones. Numero uno: llamar a la policía, y numero dos: atacarlo yo misma. Y la dos era la respuesta correcta al ver como el chico de tez canela daba un paso hacia atrás en un intento de empezar su carrera, pero esta vez no iba a salirse con la suya, esta vez iba a poder alcanzarlo porque traía los tenis correctos y las energías suficientes para alcanzarlo.




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