La cama fría,
cuarenta grados bajo
la piel, temblando.
El baño parece, en su oscuridad, una caricia a los ojos.
El caminar no se siente como tal.
Día caliente.
Yo en la cama aún,
muero de frío.
Enciendo la luz.
En efecto, la luz pone a trabajar los ojos, el cerebro,
una tortura. Pero que más da...
Me lavo las manos y es donde noto a la persona frente a mí.
Me mira y yo lo miro.
Tiene una expresión muy rara, como de confusión.
Parece hombre aunque bien pudiera ser mujer.
Estoy seguro de que lo odio y
me parece, lo amo.
No quiero saber.
Lo tomo del espejo, lo guío a mi cuarto y lo acuesto junto a mí.
Guardo esperanzas de que siga cuando despierte.
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Editado: 24.07.2023