Segadores de Almas

Capítulo II

Kuoh - 12 Octubre2024

La tarde había caído sobre la tranquila ciudad de Kuoh, los estudiantes llenaron las calles aliviados de haber concluido otro más del infierno en la tierra que era la escuela. Para Ichigo no fue la excepción, dejó escapar un suspiro agotador, Gojo no era un profesor para nada amable en sus castigos.

Hacía unos veinte minutos que logró concluir el castigo impuesto por su profesor, no era el primero, ni tampoco será el último, Ichigo no era realmente alguien que se apuraría en llegar a la escuela. Colgó su mochila sobre uno de sus hombros, frunció levemente sus labios ante el insoportable silencio que reinaba en la calle cerca de su casa. Demasiado tiempo viviendo aquí como para saber que no era para nada un ligar silencioso.

Cruzó otra calle, los vendedores ambulantes que normalmente se estacionan aquí, no estaban. ¿Se habrán quedado sin mercancía?, ¿todos el mismo día?. Era raro, ¡si!, ¡jodidamente raro!. Siguió caminando observando cada rincón, las pocas personas en este lugar pasaban en silencio unas al lado de otro, pareciendo ignorar por completo la presencia del otro. Como sí todas fueran solo una parte de algún comercial falso en alguna pantalla. Esto ya dejaba de parecer gracioso.

Dobló una esquina, encontrándose a pocos metros de su hogar, esto ya era normal, algunos niños jugando en el parque de la calle al frente, los adultos conversando o caminando, un sin fin de ruido al cual es peli naranja estaba totalmente acostumbrado. Se detuvo, miró atrás, el ligar por donde caminaba esta opaco en sonido o vida, y una simple esquina cambiaba por completo el otro lado de la cuadra. Esto... era extraño.

Negó, iba a dejar de darle vueltas a este asunto, sentía que se volvería loco si seguía metido en pensamientos como estos. Nunca iba a descubrir que sucedía. Volvió a colgarse la mochila y se dirigió hacia su casa. Justo antes de llegar, tenía que cruzar una pequeña reparación de la casa a su lado, en ella estaba trabajando un joven alto, musculoso y moreno. Cabellera castaña algo larga, ocultado casi sus ojos, dejando solo uno visible. Este chico parecía superar al peli naranja por dos años quizás.

—¡Hey Chad!— El adolescente le rugió al moreno, Yasutora Sado, un joven de pocas palabras pero de gran corazón, había dejado la secundaria para trabajar y ayudar a su abuelo, la única familia viva que le quedaba. El moreno le sonrió a Ichigo mientras continuaba su trabajo, cargando un pesado pilar de madera con gran facilidad. —¿Te sonaría extraño si te dijera que doblando la esquina todo parecería muerto?. ¡Demonios ni siquiera vi pasar un maldito carro!. Definitivamente esta pasando algo raro, ¡es como si fuera magia!. ¡¿Lo puedes creer?!— Gritó el chico entre risas.

Sado dejó caer el pilar en el suelo, al lado de otros troncos similares. Pasó su mano sobre su cabello y lo acomodó lejos de su ojo izquierdo, aunque su esfuerzo duro poco, segundos después el cabello volvió a ocultarlo. —No lo sé. Acabo de pasar y todo estaba normal. Incluso la vieja Reka seguía buscando su gato como de costumbre. No entiendo a lo que te refieres. Lo siento.— Le contestó sin poder ayudarlo a entenderlo. Ichigo se tiro levemente del cabello, confundido y extrañado.

—Ha~ será mejor no pensar en eso. Te podría volver loco.— Suspiró dejando el tema a un lado. Se quedo por unos segundos viendo a su amigo seguir trabajando, no todos tenían el mismo destino en la vida, algunos tenían que recurrir a sacrificios por el bien de otro. —El sábado jugaremos contra los chicos de arriba. ¡Ni se te ocurra faltar Chad!. O no estaremos completo.— El moreno le asintió con una leve sonrisa. Ichigo se la devolvió.

Dos ojos, su piel se erizó cuando un extraño sentimiento de estar siendo observado corrió por su mente. Sudaba frío ante la fijación de dos ojos imaginarios en su espalda y siguiendo sus impulsos se giró. Venía de la calle anterior, aunque esta vez todo estaba como normalmente estaría, las personas caminando, los autobuses cruzando las calles y los niños riendo con sus amigos llegando de la escuela.

La extraña sensación desapareció junto con la oscura imagen que había tenido en ese lugar. A su alrededor todo estaba normal, era el quien se sumergió en una batalla mental sobre lo que estaba aconteciendo, nada de esto era absurdamente normal, ni la calle, ni el extraño sentimiento que emergió en su cuerpo. Una mano tocó su hombro, e inmediatamente se giró para golpear al dueño. Había impactado un puñetazo en el rostro de Sado.

—¿Que te sucede Ichigo?— Cualquiera en su lugar podía haberse molestado por el gesto, a parte de distraído, Yasutora pudo notar las gotas de sudor y la respiración entrecortada del joven peli narajana, obvio que no estaba bien.

—Yo-...—Intentó decirle algo, pero todo estaba confuso. La extraña sensación se había apoderado por un momento del Kurosaki, y sus reflejos se activaron ante el toque de su amigo. —Lo siento Chad. Creo que.... Creo que necesito un buen descanso, el estrés de las clases me esta agobiando.— Le sonrió y caminó hacia su casa, no sin antes darle un saludo apenado al moreno. —Nos vemos más tarde Chad. Y siento el golpe. No quería hacerlo, de verdad.—

Sado solo lo miró entrar a su casa, estaba preocupado, Ichigo no era alguien que sufriera de paranoia. Era obvio que algo andaba mal ahora mismo en él, para su desgracia Ichigo no era exactamente la mejor persona para expresar sus preocupaciones.

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Kurosaki's Home / Kuoh - 12 Octubre2024

De manera agotada cerró la puerta a su espalda, dejó sus zapatos tirados en la puerta principal y lanzó su bolso al mueve más cercano a él. —Ya llegué.— Su voz fue algo decaída, lo suficientemente baja para no ser escuchada. Sin embargo, toda la paz que deseaba ahora mismo, ni iba a ser posible.

—¡¡¡Ichigo!!!— Del salón más adelante se escucho un rugido eufórico, uno masculino. Con velocidad un sujeto de cabellos oscuros saltó hacia el Kurosaki, no traía ningún afecto bonito, era solo un ataque. La patada del sujeto fue repelida por completo, Ichigo de manera experta la evitó y a su vez golpeó el abdomen del sujeto, estrellándolo en el suelo. Con dolor y desde el suelo levantó su pulgar, y mostró una sonrisa. —Como se esperaba de mi hijo.—



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En el texto hay: magia, romance , acción

Editado: 21.03.2024

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