Era sábado por la tarde y el cielo estaba despejado, perfecto para no hacer nada…
O eso creía Akira.
—¿Por qué me trajeron al salón de teatro si hoy no hay ensayo? —preguntó, nervioso.
—Silencio —dijo Sota, con una sonrisa traviesa mientras empujaba a Akira al centro del escenario.
—Esto no me gusta... ¿Yuu, tú también sabías?
—Claro —respondió su hermano Yuu, apoyado en una escalera con cara de "esto se va a poner bueno".
—¿Qué planean? —Akira sospechaba lo peor.
—Plan A: una escena improvisada. Plan B: romance explosivo. Plan C: que tú y Hinata dejen de dar vueltas como pollos enamorados —dijo Sota mientras chasqueaba los dedos.
En ese momento, Hinata apareció, confundida.
—¿Eh? ¿Qué hacen ustedes tres aquí?
—Ensayo privado. Nueva obra. Se llama: “¡Bésala de una vez, tonto!” —anunció Sota como si fuera el título de una serie.
—¿¡Qué!? —gritaron Hinata y Akira al mismo tiempo.
Pero antes de que cualquiera pudiera escapar, las luces del escenario se encendieron, el telón cayó detrás de ellos y ambos quedaron encerrados en una escenografía de “jardín romántico”.
Yuu y Sota aplaudieron desde las gradas.
—Acción.
—¿Esto es real? —susurró Hinata, sonrojada hasta las orejas.
—No lo sé… pero creo que estamos atrapados.
El silencio se volvió incómodo. Akira no sabía dónde mirar. Hinata jugaba con sus dedos, nerviosa.
—Saben que van a seguir molestándonos si no lo hacemos —dijo ella de repente.
—¿Lo qué?
Hinata lo miró. Él tragó saliva.
—Akira… ¿quieres hacerlo?
—¿El beso? —preguntó él, medio temblando.
—¿O prefieres que lo hagan con efectos especiales? —bromeó ella, acercándose.
Akira, sin poder creer lo que pasaba, asintió… y entonces…
Sus labios se rozaron.
Primero fue lento. Torpe. Dudoso.
Pero luego, algo hizo clic.
Los dos cerraron los ojos, se acercaron más…
Y el beso se volvió real. Intenso. Con sentimiento.
No había música de fondo, pero parecía sonar.
No había público (excepto dos chismosos ocultos), pero el momento era de película.
Cuando se separaron, Akira estaba rojo como un tomate cocido. Hinata también.
—Eso fue… wow.
—Sí… wow.
Desde las gradas, Sota gritó:
—¡ES-TOY LLORANDO! ¡AHORA SÍ PUEDO MORIR EN PAZ!
—¡Me deben pastel de bodas! —añadió Yuu.
—¡CIERREN LA BOCA! —gritaron los dos desde el escenario.
Ya fuera del teatro, Akira caminaba junto a Hinata sin atreverse a decir nada.
Pero antes de despedirse, ella le tomó la mano.
—Oye… por si no quedó claro en el guion falso…
Se puso de puntitas, y le dio otro beso, más corto, más dulce.
—A mí también me gustas.
Akira se quedó congelado.
—Décimo momento: oficialmente, perdido en el paraíso.