-Se quedó un buen día. Dije ¡Qué se quedó un buen día!
-Te oímos la primera vez, niño. Y cállate que estoy viendo la televisión –comentó la abuela al mitad gato.
Notaba mi cara demacrada, con enormes ojeras de color oscuro y más pálida de lo normal haciendo resaltar las diminutas pecas. Me había pasado el resto de la mañana dándole vueltas a lo de Mikkel, era como si por una parte me lo esperara y por otra que fuera imposible. Por mi mente también pasaba esa voz diciendo una única palabra, "Nacer", seguía sin entender aquello, ¿a qué se refería con eso?
-¿Qué le hiciste esta vez a Mikkel? Estaba de muy mal humor cuando me lo encontré en la sala de entrenamiento.
-Me ofendes Kim, ¿Por qué tendría algo que ver yo? –aunque tenía razón. –Ni que fuera don simpático.
-No sé, es simplemente que ni siquiera ha venido a los horarios de comida, se ha pasado por la cocina horas después.
-Y yo me le quedé mirando y me preguntó si me habías dicho algo ¿Tienes algo que contarnos ahora que no está ni él ni Yumi delante? –añadió Eros mirándome desde el sillón. Si Mikkel no les había contado nada después de tantos años conviviendo con ellos, no debería ser yo quien les dijese lo que ocultaba, no era asunto mío.
-No es nada del tercer mundo, una tontería, no os preocupéis.
-Lo que tú digas, pero soluciona esa tontería antes de que venga Caleb –el menor estaba serio, como si no quisiera preocupar más de lo que ya estaba a Caleb.
-Apuntado queda.
Me levanté del sofá después de varios minutos de silencio. Mikkel me estaba esquivando, por eso no se había presentado en ningún lugar en el que yo me hallaba, tampoco era necesario que yo fuera a donde él se encontraba, quería dejarle su espacio, si estaba enfadado debía ser por algo, tenía varias opciones, entre ellas la de que no quería que descubriera lo que era, también estaba la de que se había cansado de estar detrás de mí y salvándome el culo cada dos por tres o no quería seguir siendo mi amigo.
Kim quería tomar un baño en la piscina, decidí acompañarla. Admitía que sin Mikkel molestando y pinchándome me estaba aburriendo, no sabía qué hacer, sin algo que me distrajera lo único que conseguía era pensar en cosas que me afectaban, como mi tía o todos los problemas que me estaban ocurriendo desde que había llegado.
-Está todo muy tranquilo sin Mikkel y su forma de ser –indicó la pelirroja quitándose la bata para quedarse en bañador. Me alegraba no ser la única que pensaba aquello.
-Llevo unos días pensando una cosa, pero no es definitiva.
-¿Qué pasa Selina? Somos amigas, sabes que me puedes contar lo que sea.
Me acomodé en la tumbona decidida a contarle mi decisión, Kim, ya metida en el agua, me miró con preocupación. Me era difícil decirla esto, aunque fuera una tontería.
-Quiero volver a Detroit, puede que solo un par de semanas, tengo cosas que solucionar, aún no sé cuando, pero mi tía iba a volver y mi amiga seguramente esperaría noticias, si ve que no ha vuelto y que no respondemos a sus llamadas, sería capaz de llamar a la policía.
-Haz lo que tengas que hacer, nosotros estaremos bien, no te vas para siempre, así que tú tranquila que todos lo entenderán.
-Me preocupa Eros, no quiero que piense que me voy como su madre, ahora que conseguí su confianza, no quiero perderla por algo así.
-¡Selina! Calma, dijiste que aún no estas segura, cuando lo estés te ayudaré a comunicarlo, hasta entonces, no pienses en ello –dio un golpe al agua haciendo que esta me salpicara.
-¿Qué haría yo sin ti?
-Seguramente lo mismo, pero démosle más dramatismo y digamos que nada –nos echamos a reír. Kim era lo mejor que me podía haber ocurrido en la casa, al menos tenía una compañera de edad parecida con la que podría charlar de chicos o cosas como estas, así que si, sin ella esto sería un infierno.
Abrí las puertas del balcón nada más llegar al cuarto, el aire corría igual de fuerte que esta madrugada echando las cortinas hacia detrás. Mi mirada se posó enseguida en aquel lugar donde se encontraba la silueta horas antes. Si aquello había sido real, si esa persona o lo que fuera estuvo allí Debía salir antes de que se pusiera el sol, y para ello, quedaba poco.
-Debe ser una maldita broma –intenté de nuevo empujar la puerta de la entrada, pero no se abría. Mikkel debió cerrarla.
Mis únicas salidas al exterior estaban cerradas de par en par, ni ventanas ni puertas servían, todas cerradas como si estuviéramos en una cárcel, la única abierta era mi ventana, y ni loca saltaría desde aquella altura, que entre comillas fuera inmortal, no quitaba que pudiera acabar con el dolor de un hueso roto y algo más, lo que buscaba no merecía ni de broma ese sufrimiento. Así que solo me quedaba una única opción, la llave que Yumi guardaba, se la había visto encima de la mesa varias veces, si se enteraba de su desaparición, se enfadaría mucho, pero lo entendería.
-¿Y qué estás haciendo con esas flores con pinchos? –agarré una con cara de asco, eran muy feas y raras.
-Algunas las corto y otras las guardo para hacer té para la abuela –pasó el cuchillo por una de las plantas haciendo que se desprendiera un olor asqueroso.
-¿Se encuentra mal? La vi hace un rato y no parecía tener nada –pregunté con la nariz tapada por mis dedos, era como estar en un basurero.
-A veces tiene problemas de estómago, así que la doy esto, es cardo rojo –me enseñó un fino trozo de la planta.
-Dime que eso no se come así, apesta –miré la llave que tenía en la mesa detrás de un cuenco, estaba muy cerca de él.
-A la abuela le gusta comérselo o tomarlo en té, no sabe tan mal como huele –esta señora no le pone ascos a nada, por el amor hermoso.
Fui acercándome disimuladamente hasta el cuenco, deslicé mi mano sobre la mesa de madera hasta tocar lo que buscaba, el pequeño seguía con el remedio, cuando agarré la llave me cubrí la mano con la manga de la sudadera.