El dolor físico era real. Desde que había comenzado el nuevo año, no había parado de entrenar, tarde y noche, varias horas con ambos chicos. Lo mejor, es que no había noticias del chico pelirrojo, así que no tenía de que preocuparme, de momento. Tirada en la cama en forma de equis era como me encontraba, todos los músculos los tenía atrofiados, eso me pasaba por tomarme días sabáticos sin entrenar nada y pasármela en el sillón viendo películas con Kim y Yumi. Respecto al tema de la cocina de hacia una semana, Caleb nos miraba bastante raro a Mikkel y a mí, era como si quisiera descifrar algo.
Había hecho el esfuerzo de ir a desayunar y subir al último piso a que Yumi me preparase uno de sus mágicos tés para que mis músculos volvieran a ser los de una adolescente normal y corriente y no los de una persona de cien años. Mientras esperaba a que el té hiciera su magia, recordé que Mikkel estaba en un aviso, dijo que aquellos demonios no eran para tanto, por lo que no necesitaba nuestra ayuda. El caballero andante iba en servicio de los ciudadanos mortales. La dolencia se fue desvaneciendo poco a poco, hasta que a la media hora notaba todos mis músculos y huesos en su lugar.
-¿Y qué es mejor, el cielo o la tierra? -pregunté a la vez que le lanzaba un puñetazo.
-Tierra, tenemos más libertad, arriba lo que más hacemos es aprender a luchar, papeleono es tan divertido y bonito como lo pintan.
-Aquí tienes más acción ¿no? -me protegí de sus puños e intenté esquivar todos sus golpes.
-Se podría decir así, pero eso le va más a Mikkel. Estar arriba es muy agobiante, por eso muchos ángeles piden misiones en la Tierra, para escapar de allí, aunque sea solo por unos años.
-¿Y cómo se llega a enamorar un ángel de una o un humano? -esta conversación era interesante.
-Pocas veces llega a ser un ángel mujer, estas son más centradas en las misiones que los hombres, nosotros no nos lo tomamos tan en serio y por eso muchos acaban perdiendo la vida, por decirlo de alguna manera, o desterrados.
-Eso es muy cruel, simplemente se enamoran, eso no es nada malo. La raza de Nephilims ya es extensa, ¿Qué más da que haya más?
-Es una ley, y las leyes del cielo son sagradas y sus castigos duros. Pero respondiendo a tu pregunta -agarró mis manos por mi despiste, impidiéndome moverlas -te pongo un ejemplo, los ángeles custodios que tienen la misión de vigilar y proteger, los cuales no siempre son invisibles a la vista humana, si no que ocultan sus alas y se hacen pasar por humanos. Ellos acaban creándose una vida en la tierra, relacionándose y conociendo personas durante los años que dure su trabajo. Por lo que, lo creas o no, para muchos de nosotros, después de tanto tiempo aquí -me soltó -acabamos teniendo sentimientos por una mortal, escuché casos en los que ángeles custodios se enamoraron y dieron hijos a la persona que debían proteger.
-Eso suena muy de novela -las típicas que leería yo.
-Y si te digo que hace miles de años si eso ocurría, mataban a los bebés, borraban la memoria de la mujer y asesinaban al ángel ¿Ya no es tan bonito verdad?
-¡Desde luego que no! -me quité el sudor de encima de los labios.
No quería saber nada más, si seguía contándome, mi idea sobre esos seres cambiaría por completo y me haría dudar de quien sería el verdadero culpable de la muerte de mis padres, y no quería que eso ocurriera.
Fui al saco de boxeo, Caleb se quedó sentado en la fuente mirándome y guiándome en lo que tenía que hacer durante los primeros golpes.
-¿Qué es lo que sientes exactamente por Mikkel? -eso me pilló tan desprevenida, que a la que volvía el saco hacia mi después del golpe, no lo esquivé y caí al suelo.
-¿Qué te hace pensar que tengo sentimientos hacia él? -pregunté desde el piso.
-Me lo dijo Kim -eso tampoco me lo esperaba.
-Traidora -farfullé.
-Es broma, pero lo acabas de confirmar -me di una torta mental. El ángel se deshizo de la camisa gris sudada y la metió en la fuente moviéndola en el agua. -No le voy a decir nada, si es eso lo que te preocupa.
Me incorporé para apoyarme contra la pared de piedra, cogí aire antes de hablar, me aparté los mechones de cabello pegados por el sudor en la cara y decidí confiar en él.
-Podría ser que me gustase, no es nada del otro mundo -me encogí de hombros.
-¿Y entonces porque no se lo dices? -me miraba con cara de interés.
-¿Estás loco? Para él solo soy una amiga.
-¿Dónde está la Selina que yo conozco que arriesga todo? -sonrió y se cruzó de brazos marcando sus músculos.
-Tienes razón, pero sería bastante incomodo estar en el mismo sitio que la persona que te rechazó.
-¿Y porque piensas que hará eso? Si no lo intentas nunca lo sabrás y aun que hiciera eso, siempre me tendrás aquí, antes de él, estás tú. Aunque suene muy mal, es la realidad, por ti haría lo que sea, hasta partirle la cara a mi querido Mikkel.
-No creo que necesite eso último de ti -reí -pero gracias por la oferta.
Habíamos estado entrenando al menos dos horas. Mientras me refrescaba el cuello con una toalla húmeda y tomaba un poco el aire en la ventana, Caleb fue al armario donde guardaba todo tipo de armas con filo. Volvió con dos dagas de mango negro, una de ellas era la que solía utilizar yo.
-Te ayudo a manejarte mejor con ambas armas y terminamos por hoy -dejé la toalla en el marco de la ventana y fui con él hasta el medio de la sala.
Me había enseñado ya alguna vez a usar ambas dagas, pero seguía sin tener la suficiente destreza como para hacer un corte limpio. El chico iba desarmado, pero mis armas llevaban fundas de protección para no cortarle por accidente. Tomé con fuerza los mangos con los filos hacia abajo, cerca de la piel de mi brazo. Tener las manos ocupadas era difícil, tenía que saber que hacer con ambas en todo momento, lo que provocaba un nerviosismo en mí. El asentimiento de Caleb me dio la señal para empezar. Esquivé el primer golpe, un puño en dirección a mi cabeza, hice en el aire dos cortes con ambas dagas y corrí hacia su cuerpo. Probé varios movimientos, todos a su cuerpo, pero ninguno le alcanzó a tocar, era muy rápido y yo muy mala. En un último intento, agarró mi brazo y me propinó un golpe en este haciendo que soltara la daga.