Mɪᴋᴋᴇʟ
Recuerdos pasados volvieron a mi tras tocar aquella pluma que se pulverizó con solo un roce, sabía que ese rostro lo había visto en alguna parte, no mentí cuando la dije que iba a Detroit para ver quien era la persona que le costaba tanto tiempo a Caleb, pero nunca la había visto de tan cerca como cuando los ojos del cuervo, mis ojos, la vieron dormir al poco de llegar a Italia, esas facciones, ese nombre se me hacía conocido y no porque Caleb no parase de nombrarla una y otra vez, si no porque una imagen en mi cabeza me mostró que hacía más de diez años yo había tenido cierto contacto con ella ¿Por qué había olvidado todo eso?
Dejé las armas de Selina sobre la mesa y la miré una última vez cuando se giró hacia mí, mi cabeza ahora mismo necesitaba asimilar todo lo que había recordado en cosa de segundos, estaba confuso y lo único que pude hacer fue desaparecer sin darla una respuesta a sus palabras.
Cerré la puerta de la entrada de un portazo antes de que esta se cerrase sola, durante unos segundos apoyé la espalda en la pared, viajar a Estados Unidos me había debilitado, no estaba acostumbrado a hacer el mismo trayecto en escasos minutos, tomé una bocanada de aire y me incorporé al darme cuenta de que mi compañero estaba despierto, los golpes y gritos provenientes del piso siguiente hizo que Kim corriese hacia mi nada más verme.
-No creo que sea buena idea que estés aquí, está muy enfadado contigo.
En otra situación hubiera tomado en cuenta aquello, pero yo tampoco estaba de humor y eso él no lo sabía, subí a la planta en la que se estaba produciendo el berrinche solo porque su querida Selina no estaba. Fuera del cuarto de ella, un Rafael con mirada indiferente aguardaba a que el chico se calmara por si solo.
-Tenemos que hablar -al oírme, Caleb dirigió su puño hacia mí, lo agarré y empujé hacia atrás sentándolo sobre la cama.
-¿Por qué la dejaste ir? ¡Debiste detenerla! -me increpó devolviéndome el empujón.
-Estaba decidida a irse como fuese, Caleb, es adulta y aunque haya tenido sus meteduras de pata, sabe defenderse.
-¡Estamos hablando de Caín! ¿El maldito primer asesino que existió la está intentando matar y tú me vienes con que se sabe defender? ¿Te recuerdo el por qué estuve en cama? Se dio por vencida ¡Casi la mata!
-¿Te paraste a pensar en por qué hizo eso?
-En este caso estoy con la chica, quiso dar su vida para que no muriese nadie más a parte de la mujer que la cuidó. Y es por lo que también decidió volver a su casa, se está intentando alejar de nuestro mundo -intervino Rafael, eso era exactamente lo que yo había pensado, era muy inteligente por su parte y una total locura por otra, pero nadie podía obligarla a quedarse.
-Sabes tan bien como yo que no puede alejarse tan fácilmente y que no pienso dejarla a su suerte...
-¡Hermano! No quiere verte, la agobias, me dijo que si se enteraba de que ibas a Detroit o la espiabas no volvería a estar en tu vida. Son unas semanas, no rompas vuestra amistad solo porque no puedes estar alejado de ella.
-No es eso -me crucé de brazos y comenzó a ponerse nervioso -Es solo que no quiero perderla, es lo más importante...
-Chico ¿Esa mujer te está debilitando? -preguntó con voz seria el arcángel, sabía a donde iría esa pregunta y la respuesta de mi amigo, antes de que dijera nada saqué el tema que ninguno de los dos se esperaba.
-¿Quién me borró la memoria?
Se miraron entre ellos, después a mi y el mayor se dejó caer sobre la pared llevándose la mano a la cara pensativo. En nuestro mundo borrar la memoria era más común de lo que nadie se imaginaría, por eso, aunque al principio me sorprendió y cabreó, ahora tenía curiosidad del porqué de aquello, ya después podría venir el momento de ira si no me gustaban sus respuestas.
-Él dio la orden -confesó Rafael y se quitó las gafas para limpiarlas, sabía a la perfección a quien se refería -Estabas dejando a la vista la tapadera de la chica ¿Un ángel como tú detrás de una supuesta humana? Los demonios no son estúpidos muchacho.
-Tienes que entender que lo hicimos por el bien de ambos.
-No tengo todo el día -¿A qué mierda se referían?
-Tenías pesadillas con una joven -añadió Rafael y entonces recordé.
-Por eso es por lo que la pedí ayuda ¿no? -ambos asintieron con cara de decepción. Era el único que había seguido en contacto con su madre, cosa prohibida, pero las reglas están para romperlas, si no ¿Qué gracia tenían?
-Su cuidadora fue quien nos avisó de que un mocoso con alas se había metido en su casa ¿Quién nos diría que serías tú? Tuvimos que mudarla de ciudad con la esperanza de que te hubieras dado por vencido, pero volviste, fue ahí que intervenimos todos y cuando supimos que había sido obra tuya la masacre de tu madre, no nos quedo otra que...
Cuando fui desterrado lo único que recordaba era que había hecho un trato con mi madre, provocando así la muerte de inocentes, claro que me sentí mal por ello, pero solo era un niño y era ajeno a su plan. El color de mis alas y el sufrimiento que pasé por ello lo tenía merecido, pero odiaba esas alas y todo ser que las tuviera, porque significaba que algo malo había hecho para acabar así. Me alejé de ambos y me paré frente a la ventana para tomar el aire ¿Por qué le había dado tanta importancia a esa búsqueda?
-Pero la chica que buscabas no era Selina, tú mismo dijiste que no se parecía en nada a la de tus pesadillas.
¿Entonces por qué mi madre me llevó hasta ella? Su poder de encontrar a cualquier persona con solo ver su rostro no fallaba y ella nunca me mentiría, no era como mi padre, si te tenía que decir la peor de las noticias lo haría sin ningún problema y sin rodeos. Apreté con fuerza el puño haciéndolo tronar mientras intentaba recordar, pero sin éxito, a la joven de las pesadillas.
No necesitaba saber nada mas de esos dos, prefería preguntar a mi madre cualquier otra duda. Estaba al tanto de que Caleb ocultaba a Selina cosas y no porque las supiera o él como buen compañero de batalla me dijera algo, si no porque sabía pillar antes a un mentiroso que a un cojo, tenía los genes de uno y había sido un ángel, todos ellos ocultaban secretos por mucho que lo negasen. El rincón en el que hacia unos minutos se encontraba Rafael estaba vacío, odiaba que hiciera eso, el otro presente se sentó en la cama de la chica y arrugó la sábana con su mano dándome a entender la tristeza que se estaba aguantando dentro del cuerpo, nunca le había visto llorar y seguramente nunca ocurriría. A veces me preguntaba si el idiota había demostrado realmente su forma de ser a la chica, o también la estaba ocultando eso. Durante los últimos dos años si era verdad que había cambiado un poco, se había vuelto algo sensible, cosa que los ángeles no se pueden permitir, muchos aún abrían su asquerosa boca celestial para decir que las mujeres, sobre todo las humanas, eran demonios que les hacían pecar de lujuria ¡Cómo si esos imbéciles no tuvieran conciencia propia y pudieran contener sus ganas de meter sus ridículos penes en un agujero! También se volvió insoportable, no paraba de nombrar el nombre de Selina por todo el lugar, causando que los demás pensaran que era su novia, pero lo negaba siempre, era una cría para él, nunca entendí si en el aspecto de que el aparentaba mucha más edad o de que casi la superaba por doscientos años, era una gilipollez, sus gilipolleces que nunca nadie entendería. El pobre no hacía mas que comerse la cabeza con Selina, en más de una ocasión me lo había encontrado en el pasillo deambulando como un vagabundo y escondiéndose de ella, porque según él, ella se acabaría hartando de verle en todas partes. Soy hombre, pero no estúpido, ese don ya lo aprovechaban los humanos, así que me hacía una ligera idea de lo que podría estar ocurriendo en la cabeza de mi amigo.