Mafer
La espera es insoportable, y lo que más me llena de miedo es el silencio, la falta de noticias. Tengo un mal presentimiento sobre lo que está sucediendo con mi hermana. Ya ha pasado casi una hora desde que llegamos al hospital.
—¿Familiares de María Gisel Castillo? —llama una voz que resuena en la sala de espera.
—Soy su madre —responde María Gracia con voz temblorosa.
—Necesito hablar con usted y con su esposo en privado —la voz del doctor es grave, y mi corazón se encoge. Definitivamente, algo anda mal con Magi.
Papá y María Gracia se levantan y acompañan al doctor a un consultorio cercano. Me quedo con mis hermanas, Maluli y Majo, intentando mantener la calma, pero siento cómo la culpa me aplasta. Si tan solo hubiera obedecido, mi hermana no estaría aquí. Todo esto es consecuencia de mi maldita inmadurez y rebeldía.
El tiempo parece detenerse, cada minuto transcurre con una lentitud exasperante, como si estuviera atrapada en una interminable clase de matemáticas. La espera termina cuando veo a María Gracia regresar, con los ojos enrojecidos y el rostro desolado. Mi corazón se oprime aún más. El miedo me consume. ¿Qué les ha dicho el doctor?
—¿Qué dijo el doctor? —pregunta Maluli, con su voz apenas un susurro.
—Papá... ¿María Gracia...? —Majo intenta hablar, pero se queda en silencio, impactada por los sollozos de nuestra madrastra.
—María Gracia, por favor, dinos algo. Somos sus hermanas, tenemos derecho a saber —insisto, mi voz tensa por la ansiedad.
—Magi tiene leucemia linfocítica aguda… Necesita un trasplante de células madre con urgencia —las palabras salen de su boca entre lágrimas, y siento cómo mi mundo se derrumba.
No puedo contener las lágrimas que empiezan a brotar de mis ojos. Mi hermana, tan solo una niña de siete años, enfrenta una enfermedad tan cruel y peligrosa. Me pregunto cómo es posible que no hubiera señales antes. El terror se apodera de mí, porque todos saben que las enfermedades silenciosas son las más temibles.
—Yo me haré los exámenes de compatibilidad, todo va a estar bien, María Gracia —dice Maluli, tratando de mantener la esperanza mientras la abraza.
—Yo también lo haré. Pronto, Magi se recuperará —asegura Majo, uniendo sus brazos al abrazo.
—Cuenten conmigo —añado, aunque no tengo el valor de unirme al abrazo. La culpa me paraliza.
—Gracias —murmura María Gracia, intentando contener el llanto.
Papá se acerca y las abraza a todas, y siento un pinchazo en el corazón. Me doy cuenta de lo ridícula e inmadura que he sido al tratar mal a mi padre. La vida puede cambiar drásticamente en cuestión de segundos, y lo único que he hecho en estos últimos años es pelear con el hombre que me ama a pesar de mis estúpidas actitudes.
—Papá… —digo, tratando de captar su atención—, ¿podemos hablar?
Él asiente, y nos alejamos un poco de las demás. Sé que debo ser valiente para pedir perdón. Este momento ha sido mi punto de quiebre, ya no quiero seguir haciendo las cosas mal.
—¿Qué sucede, Mafer? —pregunta con una tristeza que me parte el alma.
—Papá, lo siento mucho —susurro, sintiendo un nudo en la garganta—. La vida es un enigma, y este miedo que siento al pensar en perder a Magi me ha hecho reflexionar. ¿Qué haría si algún día te pierdo a ti? Perdóname, papá… He sido una pésima hija, solo te he causado problemas. Lamento tanto mis malas actitudes contigo. Prometo que cambiaré, ya no seré una mala hija, te lo prometo.
Las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas, mientras él me observa en silencio.
—Como padre, mi deber es corregirte, apoyarte y estar contigo siempre, pero debo aceptar que no he sido un buen padre —dice, bajando la cabeza.
—No digas eso, papá. Has sido el mejor —respondo, negando con la cabeza—. Todo lo que has hecho ha sido por nuestro bien. Te esfuerzas todos los días por darnos una buena vida, y siempre nos miras con amor. Te agradezco todo lo que has hecho por mí y mis hermanas. Eres el mejor padre. Perdóname por no darme cuenta antes.
—Claro que te perdono, mi niña —dice mientras me abraza, y yo le devuelvo el abrazo con fuerza—. Mi Mafer…
—Sé que no te lo digo desde hace mucho tiempo, pero desde ahora te lo demostraré más seguido. Te amo mucho, papá.
—Yo te amo mucho más, María Fernanda —responde, acariciando mi cabello—. Tú y tus hermanas son lo más valioso que tengo en esta vida. Son mi razón de ser, mis hermosas Marías.
Estar bien con papá me tranquiliza un poco ante la terrible noticia de Magi. Desde ahora, prometo ser una mejor hija y hermana, respetar a mi padre y cuidar a mis hermanas, especialmente a mi pequeña de ojos celestes.
[***]
Toda mi familia, excepto Maru, pasamos la noche en el hospital. Muy temprano, regresamos a casa y ahora estamos de vuelta para hacernos los exámenes de compatibilidad. Junto a mis hermanas, me dirijo al laboratorio, donde papá y María Gracia esperan los resultados.
Al llegar, lo que veo me desmorona; María Gracia está nuevamente en los brazos de papá, llorando, y sus lágrimas son una respuesta que duele más de lo que puedo soportar.