Señor Amargado [serie Las Marías #1] Corrigiendo.

Capítulo 5. Sin el novio presente

Mael

—Gustavo, ¿encontraste algo de la chica?

—No —me dejo caer en el mueble—. Las cámaras de seguridad del bar estaban en mantenimiento. Estoy revisando las cámaras de los alrededores, una vez consiga una pista de la chica te informaré —habla con tranquilidad. 

—¿No te has dado cuenta que mi vida se ha vuelto problemática?

—No es problemática… no se como describirla, pero diré que la suerte te ha olvidado. 

—¡Ay, no! —Resoplo— Lo único que me podría contento en estos momentos es que encuentres a esa mocosa malcriada. Necesito darle una lección a esa niña —suelta una sonrisa.

—La encontraré. No sigas llenándote de estrés, mejor relajate un rato, te ayudará a sentirte mejor.

—Te tomaré la palabra. Iré al sauna.

Me pongo de pie, dando suaves palmaditas en el hombro de mi amigo. Lo bueno de ser dueño de un hotel es que puedes utilizar sus instalaciones en cualquier momento que lo necesites. Espero que esto me ayude a sentirme mejor, quiero olvidarme de todo por un momento, especialmente de esas dos mujeres, la que me golpeó y la otra que será mi esposa.

 

Revuelvo mi cabello un poco frustrado, entre más leo el correo de la compañía petrolera de Arabia Saudita, más me resigno a la idea de viajar. Con todo esto de la petición del abuelo no estaba en mis planes viajar ni mucho menos estar varios meses en otro país, pero el deber me obliga a hacerlo. Procedo a responder el correo.

Envío el correo y enseguida aparece otro, pero no es de la compañía, sino del abuelo. Con solo leer el encabezado procedo a cerrar la página, no tengo ganas ni ánimos para leer la información de mi dichosa esposa. 

Me recuesto a la silla, cerrando mis ojos, en serio que mis planes están saliendo de la patada. Desde ese día que el abuelo me habló de boda, mi vida personal ha sido un caos. A estas altura de mi vida, ya no se que mas desgracias me esperan.

Resuello ante el tono de llamada de mi celular, abro mis ojos, visualizando el nombre del abuelo en pantalla. Medito unos segundo, sino contesto no sé qué pasará, el abuelo es capaz de hacer algo con tal de salirse con las suyas. Aclarando mi garganta agarro mi celular.

—¿Viste el correo que te mandé? Es la información de tu futura esposa. Cierto, no te he contado,ya encontré a una buena mujer para ti. No hace mucho me dieron la maravillosa noticia de que sí habrá boda —cuenta con una emoción que no comparto.

—Si, si vi el correo que me mandaste.

—¡Qué bueno! Estoy pensando en hacer una cena para…

—Abuelo, tengo que irme de viaje por un par de meses.

—¿Cómo que de viaje Mael?

—Negocios, trabajo, soy un hombre ocupado —bendito sea mi viaje repentino, no quiero lidiar ante de tiempo con esa mujer—. Como tú estás más emocionado que yo, dejo que te hagas cargo de todo. Confío en ti abuelo.

—Mael…

—Te juro que estaré presente para la grandiosa y esperada boda —me sorprende mis propias palabras, jamás le había hablado de esta forma.

—Mael, es por tu bien está boda.

—Abuelo, estoy cansado. Por cierto, antes de irme a casa quiero pedirte que la boda sea privada.

—Bueno —inmediatamente mi ceño se frunce.

—¿Escuché bien?

—¿Quieres que sea pública? Tengo más de quinientos invitados en mente.

—No, por favor. No quiero que nadie presencie mi desbordante amor.

—¡Ay, Dios! Estás muy soberbio. Mejor duerme  —cuelga la llamada. Dejandome como tonto con  la palabra en la boca. No estoy nada feliz. 

Mafer

Mi decisión fue una gran sorpresa para mi familia, y aunque se veían dudosos, terminaron asimilando que yo seré la que se va casar. Papá me agradeció, sus palabras fueron muy lindas para mí, siento que al fin he hecho algo muy bueno para mi familia. Francamente, me aturde la idea de mi matrimonio, me reconforta la mejoría que va a ver económicamente. Aroha lo que más me preocupa es Maru, quiero que regrese a casa, aunque estemos enojadas.

Resuello, espero que papá logre dar con Maru, después de contarle lo de ese hombre mayor, nos manifestó que iba a dejar a María Gracia en el hospital y seguido iría a la comisaría a pedir ayuda, pues por mas que quiera no va a poder encontrarla él solo. 

—Mafer, ¿por qué te ofreciste a casarte? —pregunta Majo, sentándose a mi lado.

—Porque no dejaré que mi hermana menor se case sin amor. Además, eres muy joven y mereces disfrutar tu vida, no estar atada a alguien no te hará feliz —declaro con una sonrisa.

—Mafer, tú también mereces ser feliz —agrega Maluli.

—Lo seré porque ustedes lo serán. Maluli, Majo este matrimonio será lo mejor para todos —manifiesto con seguridad.

—Pero…

—Maluli, supongo ya sabes lo que me ocurrió hoy en la preparatoria —asiente—. Pues, hoy me di cuenta de que no nací para tener un romance de novela… Después de lo de hoy, veo complicado que yo vuelva a confiar en un hombre… No quiero ser engañada de nuevo, estar casada es lo mejor… No ha de ser tan feo el matrimonio… ¿o sí? —digo con diversión, cuando realmente estoy preocupada.




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