Señor Amargado [serie Las Marías #1] Corrigiendo.

Capítulo 6. ¡¡Tú!!

MAEL.

Tras la insistencia del el abuelo adelante mi regreso, algo descortés de mi parte para los nuevos socios. Pero, por más que adelante mi regreso, no voy a llegar a tiempo a la boda. Llame al abuelo y este me dijo: te casarás hoy Mael, así no estés presente. Una vez llegues, vendrás por tu esposa a su casa, ¡¿me escuchaste?! … De que está enojado lo está, pero no es mi culpa, yo hice un sacrificio para asistir a esa tonta boda. 

— ¿Qué te dijo? —pregunta Ismael. 

— La boda se hará, sin que este presente —manifiesto con desagrado. 

— El señor Rigoberto siempre se sale con las suyas —declara Gustavo 

— Eso te pasa, por hacerle caso siempre —expresa, Ismael. 

— Es el abuelo, le debo mucho a él —replico. 

— Si, pero eso no le da el derecho de conseguirte mujer —manifiesta, Gustavo 

— No quiero hablar sobre mi esposa, además, no sé ni siquiera quién diablos es. 

No he revisado el correo con la información que me envió el abuelo. De nada me sirve verificarla ahora si ya he de estar casado. Gustavo e Ismael sueltan un suspiro, se podría decir de resignación. 

MAFER.

— Mi nieto no alcanzo llegar, pero la boda se hará hoy..., sin el novio presente — comunica. 

La decepción es grande en mi familia y en Galletana, sus caras lo dicen todo. Yo también me siento decepcionada, ya que esperaba que fuera una boda decente. ¿Qué clase de hombre es para no llegar a su boda? Yo sé que esta boda no es de su agrado, pero por lo menos... por un poco de respeto debió asistir. 

Mi casi esposo no quiere saber nada de mí (estoy más que seguro). ¿Quién lo diría? Que yo: María Fernánda Castillo Montoya, se casaría sin el novio presente. ¿Qué clase de novela terrorífica es esta? 

Don Rigoberto habla con el juez y él hará el papeleo. Yo solo firmo el documento que me convierte en una mujer casada, y donde iba la firma de mi esposo queda en blanco, “ya que cuando él llegara lo firmaría” Eso asegura don Rigoberto, yo solo me limito a sonreír y fingir que estoy muy bien por este matrimonio. 

— Solo falta la firma de su esposo, pero legalmente ya está casada —asiento con media sonrisa. ¿Desde cuándo una boda, es boda sin que el novio asista? Esto parece ser algo casual en lo matrimonio arreglado. 

Mi opinión de esta boda… pues: es la peor boda de toda la historia de la humanidad. En mis planes no estaba casarme, cuando era niña si me lo pensé, pero mi imaginación no se compara con la cruda realidad. 

Don Rigoberto no deja de justificar a su nieto. Al parecer mi esposo es un hombre muy ocupado, eso es lo que dice su abuelo y eso es lo que quiero creer, por qué de que no le agrado; estoy segura de que es un sí. 

— Mafer, siento lo de tu fea boda —dice Majo apenada. 

— No te preocupes, creo que es normal que no asista, a él lo están obligando —suelto un suspiro—. ¿Qué más podía esperar? —declaro. 

Miro el anillo que me dio don Rigoberto. Este anillo es muy bonito, él me dijo: este anillo pertenece a la madre de mi nieto, es muy valioso sentimentalmente, cuida bien del él. 

— El anillo es lindo —opina Maluli. 

— sí. 

— Mi querida Mafer, mi nieto vendrá por ti apenas llegue de su viaje para llevarte a tu casa. 

¡¡Espera… qué!! ¿Cómo que llevarme a casa?, eso nunca me dijo. 

Hola Dios, soy yo de nuevo. 

— ¿Su casa? —pregunta Majo desconcertada como el resto de mi familia. 

— Sí. Es que olvide decirte que vivirás con mi nieto —comunica con una gran sonrisa en su rostro, como si eso fuera algo normal 

— Rigoberto, eso no me dijiste —cuestiona papá. 

— Mario, lo olvidé. Además, cuándo se casan viven juntos, no le veo nada de malo. 

¿Nada de malo? Mi esposo (que no conozco), me puede odiar, puede tener instinto de un psicópata y me puede matar. ¡¿Cómo me pide eso?! 

— Mafer —me llama Maluli. Ella me mira aterrada. 

Recupero mi compostura y con una sonrisa asiento… bueno, no a de ser tan malo convivir con tu esposo (esposo que no asistió a la boda, que no lo conoces y que talvez sea un asesino en serie), claro que no tiene nada de malo 

— No se preocupen, “estaré bien”... —eso es lo que quiere creer—, además, soy su esposa —digo tratando de oculta mis nervios que están aflorando en mi interior. 

Es la primera vez que viviré sola con un hombre. En mi corta vida, solo he vivido con un solo hombre en el mismo techo… y ese es: mi padre. 

Trago grueso, por no sé lo que me esperaba… ¿Y si él me pide mis deberes de esposa?, ¿qué haré?, ¿tendré que acostarme con él?, meneo mi cabeza para que se vayan mis malos pensamientos. 

La servidumbre reparte el champagne. El celular de papá suena y él contesta. La cara de papá se deforma y su rostro expresa angustia. 

Algo malo ha pasado. 

— Enseguida iremos —dice lleno de preocupación. 

— ¿Qué paso? —pregunta Maria Gracia un poco alterada. 

— Magi… ella está muy grave —comunica con la voz quebrada. 

— No, ¡mi niña, no! —exclama desconsolada. 

— vámonos ya —digo. 

No tengo tiempo de cambiarme de ropa y así como estoy me voy al hospital, el camino se hace largo y frío. Una vez llegamos el doctor nos comunica que tiene dos noticias: una buena y una mala. 

— Diga de una vez doctor —pide mi padre con los nervios a flor de piel. 

— La paciente está muy grave, necesita la medula ya. Ella entró en terapia intensiva. 

Mis ojos se llenan de lágrimas. Mientras nosotros estábamos celebrando algo que no tiene sentido, mi hermana se estaba muriendo. 

— ¡¡Doctor, tiene que hacer algo!! —pide Majo entre lágrimas. 

— Encontramos a un donante —comunica 

Una luz de esperanza en el dolor, pero el doctor no se ve muy feliz, ¿debe haber algo más? 

— ¿Entonces mi hija estará bien? —pregunta Maria Gracia, pero el doctor niega. 

— La enfermedad ha avanzado mucho, y hay la posibilidad… de que su cuerpo rechace la medula, o no resista la operación por su estado actual. 

Papá sostiene a Maria Gracia que no puede estar de pie ante la noticia. Una sensación amarga recorre cada de parte de mi cuerpo. Veo los rostros de mi familia que denota desconsuelo. Veo a mi padre y puedo notar que se está haciendo el fuerte para no caer en la desesperación. 

— Por... favor doc...tor, haga lo posible para sal...varla —pido con un nudo en la garganta que no me permite hablar bien. 

— Haremos el trasplante ahora. El donador está siendo preparando, espero todo salga bien y su cuerpo acepte la medula… Seré sincero, en el estado de la niña, puede ver tres opciones, dos ya he dicho. Sé que será muy fuerte lo que le voy a decir, pero no quiero que se ilusionen. 

— Por favor, diga lo tenga que decir —pide papá. 

— La primera opción ya le dije ante: y es que su cuerpo rechace la medula. La segunda: es que ella muera en el proceso. La tercera y poco probable: es que su cuerpo acepte la medula y resista la operación… ¿Están de acuerdo en operarla? 

— No. Yo no estoy de acuerdo, yo no podré vivir si a mi hija le pasa algo, yo no sé que haría sin mi hija —Maria Gracia rompe en llanto. 

— Yo… — papá se queda en silencio. 

La sala se llena de un silencio sepulcral. Tomo fuerza de lo profundo de mi ser y hablo: 

— Papá, Maria Gracia, que sea lo que Dios quiera. Dejen que operen a Magi, es mejor intentar que lamentar, ¡¡por favor!! —hubo silencio, pero papá habla: 

— Estoy de acuerdo en la operación. 

— Bien. Necesito que los dos firmen el consentimiento informado —manifiesta el doctor. 

Papá y María Gracia se van con el doctor. Paso unos minutos y ellos regresan. El doctor nos comunicó que la operación había comenzado. 

Los minutos han pasado y se han hecho una eternidad. Quiero llorar, pero mejor me aguanto las ganas. 

Media hora después. 

Ha pasado media hora y no han noticias. Me estoy desesperando y siento que en cualquier momento voy a colapsar. Necesito tomar aire. 

— Papá, voy a salir a tomar aire, cualquier cosa me llamas —papá asiente. 

— Voy contigo —manifiesta Majo poniéndose de pie. 

— Quédate aquí, quiero estar sola —Majo se sienta. 

Camino por los pasillos del hospital despacio… En menos de dos meses mi vida pacífica se fue al carajo. 

Miro el anillo de matrimonio..., es hermoso, lástima que no soy digna de él. No entiendo como me lo dieron, si es algo tan valioso en lo sentimental. Entro al ascensor. 

MAEL.

Después de tres horas de viaje estoy de regreso, que suerte que el avión privado ya había ido a mantenimiento. Son las siete y media, llamo al abuelo para ir a busca a mi esposa.

Inicio de llamada. 

— Ya estoy en Miami, ¿dónde vive mi esposa? 

— Mael, tu cuñada —hago mi cara fea al escuchar "cuñada". A veces el abuelo se pasa con sus comentarios innecesarios—, está en el hospital grave. Tú esposa se encuentra aquí, ven rápido, tienes que estar con ella en estos momentos. 

— Sí. 

¿Por qué siempre hago lo que dice? Por más que trate no puedo llevarle la contraria. ¿Por qué no soy como Cristiano?, él hace lo que quiere, en cambio, yo siempre término cediendo. 

Fin de llamada.

— Mael — me llama Gustavo, que viene con el iPad en sus manos. 

— Dime. 

— Encontré a la chica —¡¡Por fin!!, una buena noticia en medio de tanta desgracia. 

Gustavo me da el iPad. Veo la foto y definitivamente es ella, sonrío, voy a hacer que se arrepienta por el golpe y por el beso. 

Maria Fernánda Castillo Montoya. 

5 de enero, actualmente 18 años. 

Tercera hija del empresario: Mario Castillo, dueño de: Vino Las Marias. 

Ex novio: Moisés Collins 

Graduada de la preparatoria: Elite 

Pésima estudiante, problemática, altanera, rebelde, ha peleado tanto con hombre como mujeres; siempre termina ganado. Sus compañeras le temen y es más conocida como: la medio macho. 

No le gusta el café, le tiene terror a los gusanos y a los truenos, amante al chocolate, odia hacer dieta, odia arreglarse, odia estudiar, odia levantarse temprano, odia hacer ejercicio; aunque tiene cinturón marrón en karate. 

Es mal hablada, no se deja de nadie. No le gustan las matemáticas, pésima en inglés; a pesar de ser una de su lengua materna. Su pasatiempo favorito es escuchar música. Sabe tocar el piano, adora leer, su materia favorita era escritura creativa y lectura crítica. 

Fuente de esta información: Su ex. 

Definitivamente, esta chica es un desastre, pero le daré una buena lección para que se aprenda a comportar como una señorita y no como una mocosa malcriada. 

— Listo, me encargaré de ella personalmente 

Gustavo maneja muy bien la informática, te puede conseguir lo que tú quieras. Aunque esta vez demoro mucho, pero consiguió lo que necesitaba. 

— Bueno, yo me tengo que ir — manifiesta. 

— Está bien, nos vemos en la casa —asiente. 

Se da la vuelta y entra a su auto un: Ferrari 812 superfast color blanco. Ismael tiene el mismo, pero en rojo, yo lo tengo en negro y Cristiano aunque no está aquí; lo tiene en amarillo. Gustavo se va e Ismael baja del avión y me mira. 

— ¿Vas a ver a tu esposa? —asiento. 

— ¡¡Llévame!!, estoy aburrido —hace puchero. 

Veo la automóvil que viene por mí, es Carlos (mi antiguo chofer). Él trabajaba para mis padres, no he sabido nada de él desde la muerte de ellos. 

— Señor Mael, su abuelo me mandó por usted —el abuelo no deja de sorprenderme. 

Entro al auto e Ismael también lo hace. 

— Al hospital UCE. 

— Si señor —se siente raro que me diga señor, ya que él siempre me llamo niño, pero ya pasó 20 años y ya no soy un niño. 

Mientras Carlos me lleva al hospital prendo el iPad y comienzo a observar a la chica... Ella es muy linda, pero es una mocosa malcriada... sus ojos me parecen conocido, debo de estar loco si solo la he visto una vez. 

— Maria Fernánda —susurro su nombre. 

— ¿Quién es Maria Fernánda? —me mira curioso Ismael. 

— La chica del beso. 

— ¡¡Ah!!, ¿la que te golpeó? —pregunta con un tono burlón. 

—¿No quieres un micrófono? 

— ¡No!, así estoy bien —lo fulmino con la mirada y él sonríe, para Ismael mis malas miradas están llena de amor. 

— Le voy a enseñarle una buena lección a esa mocosa para que le quede claro que conmigo no se juega —sonrío de lado. 

— Mael... déjame ver la información —su rostro está serio. 

— ¿Para qué? 

— Es que cuando fui a hacer mi visita al hospital vi a una chica hermosa, la cual me gustó mucho y fíjate que se llama: Maria Fernánda. 

— No te preocupes, hay muchas Maria Fernánda —digo dándole el iPad. 

Ismael se queda en silencio, lo miró y él no deja de mirar el iPad. 

— ¿Qué pasó?, ¿te comieron la lengua los ratones? —espero su respuesta. 

— Mael, no te metas con ella —frunzo el entrecejo. Ella no puede ser la misma Maria Fernánda. 

— Esto debe de ser una maldita broma, habiendo tanta Maria Fernánda tenía que ser justamente ella —ruedo los ojos del coraje. 

— Mael, déjala en paz, no te atrevas a tocarla —su tono es serio. 

— ¡¡tsk!! — chasqueo la lengua del coraje. La mocosa se ha salvado, qué suerte tuvo de que Ismael hubiera puesto sus ojos en ella. 

Me quede en silencio e Ismael tiene una sonrisa de boba en la cara. ¿En verdad le gusta esa mocosa?, (suelto un suspiro). Espero no volver a ver a Maria Fernánda Castillo nunca, cierro mis ojos hasta llegar al hospital. 

Carlos estaciona el auto abro mis ojos, salgo del auto e Ismael también. Llamo al abuelo para saber donde esta, él me dijo: estoy en el piso 4 sala de espera 2. Camino hacia la entrada del hospital, pero un hombre mayor se me pone en frente. 

— Joven Mael, su abuelo me pidió que firmara esto —me entrega los documentos. Veo el título 《Acta de Matrimonio》, saco el lapicero y firmo si leer nada. Le entrego el documento a ese hombre. 

— Que tenga un matrimonio feliz —siento como se me tuerce el hígado, ante la palabra: feliz. El hombre pasa por mi lado y se marcha. 

— Oye Mael, ¿por qué no leíste el documento? —pregunta Ismael. 

— ¿Para qué?, solo es el acta de matrimonio —digo con desagrado. 

— ¿Sabes qué siempre hay que leer? —me regaña. 

— Solo es una maldita acta, no es nada del otro mundo —digo y entro al hospital. No estoy de humor para discutir, ya tengo demasiadas cosas en que pensar. 

NARRADOR. 

Mael espera el ascensor. Los dos ascensores están ocupados, uno se abrió y Mael e Ismael ingresan, se abrió la puerta del otro ascensor y Mafer sale. Antes de que la puerta se cierre Mael ve a Mafer de espalda, pero para él solo es una chica extraña; con un vestido extraño, no le toma importancia y la puerta del ascensor se cierra. 

Mael llega al piso 4. Él le pide a la enfermera que lo lleve a la sala de espera 2 y ella con una sonrisa coqueta asiente. Mael se esfuerza en tratarla bien a pesar de que no anda de humor por culpa de Maria Fernánda Castillo. Llega a la sala de espera, su abuelo al verlo lo va a abrazar. 

— Mael llegaste —dice emocionado. 

— Hola abuelo —habla con desánimo. Rigoberto lo lleva frente a la familia Castillo. 

— Sé que no es el momento y espero lo disculpen por no llegar a tiempo a la boda, pero tuvo trabajo. Él es mi segundo nieto y mi mayor orgullo: Mael — Manifiesa, orgulloso de Mael. 

— Buenas noches —saluda tratando de sonar menos serio. Mael sabe que no es el momento de presentaciones, pero su abuelo no pierde las oportunidades. 

— Buenas noches —responden Mario y Maria Gracia unísono. 

— Cierto, estás aquí para acompañar a tu esposa —Mael ve a Majo y a Maluli sentada. 

¿Cuál de las dos será? —se pregunta así mismo. 

— ¡Eh! —Rigoberto busca a Mafer y recuerda que ella salió— Mafer salió a tomar aire, pero te presento a su familia —Rigoberto miro a Mael y sonríe. 

— Él —lo acerca a Mario—, es tu suegro: Mario Castillo y su esposa: Maria Gracia de Castillo. 

— Un placer… —estrecha su mano. Un recuerdo fugaz viene a su mente. 

Tercera hija del empresario: Mario Castillo. Abre los ojos como platos. 

¡¡Mael!!, esto debe de ser una horrible coincidencia —se anima mentalmente. Rigoberto lo lleva donde las dos hermanas. 

— Ellas son las hermanas de tu esposa: Maria Lourdes y Maria José. 

¿Maria? ¡Todas se llaman Maria!. El abuelo dijo: Mafer... entonces mi esposa se llamaría: Maria Fernánda ... ¡¡No, Mael!!, no llames a la mala suerte –se dice a sí mismo. 

— Abuelo, ¿dónde dijiste qué estaba mi esposa? 

— Ella fue a tomar aire, talvez te la encontraste en el camino; se fue hace un par de minutos, anda con un vestido blanco. 

Vestido blanco, es la chica que vi cuando estaba en el ascensor… ¡¡Tengo que salir de la duda!!, ¡¡tengo que saber si mi esposa es la misma Maria Fernánda!! —manifiesta en su cabeza. 

— Ya vengo. 

Mael sale a pasos rápidos. Él recuerda perfectamente el vestido blanco, largo y con flores en la parte de abajo. Entra al ascensor y ansioso espera para llegar a la primera planta y confirmar que la chica que lo golpeó y su esposa no eran la misma Maria Fernánda. 

[***] 

Por otro lado: A Maria José le brillaban los ojos de la emoción al ver quién acompañaba a Mael; frente a ella tiene a: Ismael Lauder. Majo desde hace unos años lo vi en las redes sociales y lo admiró mucho, convirtiéndolo en su amor platónico, siempre compra las figuras de videojuego que su empresa lanza, y aunque suelen ser de ediciones limitadas ella siempre la lograba comprar. Frente a ella lo tenía y queda hipnotizada al verlo, ya que se ve más bello en persona que en foto. 

Ismael se da cuenta de la reacción de Mael y cuándo escucho el apellido: Castillo, lo primero que hace es sacar su celular y busca más información en Google. 

Mario Castillo Edad 48 años. Primera esposa: Maria piedad de Castillo (fallecida), segunda esposa: Maria Gracia de Castillo. Hijas: Maria Eugenia, Maria Lourdes, Maria Fernánda, Maria José y Maria Gisel Castillo. 

Ismael busca una foto de la familia Castillo, al encontrarla busca el rostro que quiere ver, y al verla queda anonado. 

¡¡Maria Fernánda, es la esposa de Mael!! —exclama mentalmente. 

Ismael ve a Mael irse y lo sigue. Mael entra al ascensor e Ismael no lo alcanza, al conocer la actitud de Mael decide bajar por las escaleras. 

[***] 

Mael sale del ascensor y va en busca de Mafer, él no pierde la esperanza de que no sean la misma persona, él quiere confírmalo con sus propios ojos. Sale al patio del hospital y busca a Mafer con la mirada. A los lejos, en una banca desolada, vio su espalda. 

Camina a pasos rápidos. Al acercarse a ella noto el color de su cabello, es el mismo de la chica del bar, despacio se acerca más, y ve el anillo que perteneció a su madre. 

Definitivamente, ella es mi esposa, pero tengo que confirmar si es Maria Fernánda, la posibilidad es de 99,99 % es que sea ella y el 00, 01% es que no, pongo toda mi fe a ese 00,01% — se dice a sí mismo. 

Mael alza su mano y la coloca suavemente en el hombro descubierto de Mafer, ella al sentir la tibia mano posada en su hombro la agarra con fuerza y se pone de pie inmediatamente. Mafer mira a la persona frente de ella. 

— ¡¡Tú!! — Exclama al volver a verlo. 

— ¡¡Imposible!! —Mael la mira anonado. 

Definitivamente, Maria Fernánda Castillo es mi esposa.




 




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