Señor Amargado [serie Las Marías #1] Corrigiendo.

Capítulo 8. Castigo.

 

MAEL.

La mocosa se lleva muy bien con Ismael, al parecer se le va a hacer fácil conquistarla. Continuo revisando los documentos de la corporación, no me interesa lo que pase con ella. 

Llego a la casa, salgo del auto y camino a pasos rápidos. No quiero dirigirle la palabra a esa mocosa, ni siquiera mirarla. Ingreso a la casa y vuelve a ver esa figura recibiendo después de tanto tiempo: Flor. 

—Buenas noches, joven Mael —me da una sonrisa; la misma que me daba de niño. Flor era mi nana, pero desde que dejé esta casa dejo de serlo. Ella se quedó al cuidado de la casa que pertenecía a mis padres y ahora me pertenece a mí. 

—Buenas noches, Flor... ¿El abuelo te dijo lo que tienes que hacer?—asiente con la cabeza—. Bien. No quiero que nadie me interrumpa. 

—Si joven. 

Camino hacia la escalera derecha y voy en la habitación que era de mis padres, y ahora será mía. Entro a la habitación y todo está igual como hace veinte años. Recorro la habitación y un recuerdo fugaz de mi infancia pasa por mi cabeza llenándome de nostalgia. 

Camino hacia la cama y dejo la laptop, el iPad, mi maletín y mi celular sobre ella. Me quito la ropa y entro a la ducha a darme un baño, necesito ordenar mis pensamientos. 

Me termino de bañar, me lío la toalla en mi cadera y salgo por algo de ropa… Aunque, no sé si haya, yo no he vivido aquí y no tengo nada, toda mi ropa está en la casa de Ismael; ya que yo vivía con él. Me acerco al armario y veo unas pijamas ya conocidas… Estas pijamas eran de papá. Agarro una camisa blanca con una pijama azul y me la pongo, esta solía ser la pijama favorita de papá, cuando era niño me la puse, pero no me quedaba y ahora me queda muy bien. Dejo de llenarme de nostalgia, camino hacia la cama, y retiro la laptop y la dejo encima de la mesita de noche. 

Agarro el iPad y voy hacia el sofá cama, reviso el correo que me había mandado el abuelo unas semanas atrás sobre mi esposa. Hay la misma información, excepto que Gustavo averiguo cosas más personales, la información del abuelo es algo básica. 

La notificación de mi celular me hace poner de pie. Veo la barra de notificaciones y es un mensaje de Ismael, lo reviso y bufo. Es que no cabe en la cabeza, porque Ismael se interesó en ella, su mensaje dice: 'Cuidado con Mafer'. 

Ahora todo es esa mocosa, apago mi celular y lo tiro al sofá cama. Camino hacia mi cama y me acuesto a dormir… Comienzo a dar vuelta en la cama. 

No puedo dormir. Creo que es la mala vibra de esa mocosa. Agarro la laptop y comienzo a revisar los próximos eventos que se hará en el hotel. 

Más tarde.

Siento mi garganta seca, miro la mesa de noche y no está el vaso de agua. Cuando era niño me lo dejaban en la mesa de noche de mi antigua habitación; respiro profundo y bajo a tomar agua. Como siempre la luces de la parte de abajo están prendidas, entro a la cocina y veo a la mocosa haciendo algo (no veo bien por qué está de espalda). 

Hago una mueca de desagrado al verla, esa mujer me cae mal, no la soporto. Como no quiero dirigirle la palabra camino despacio para no hacer bulla, pero, para mi mala suerte está justo en la parte donde se encuentra los vasos. Me coloco al lado e intento agarrar un vaso, pero la mocosa se da la vuelta y me escupe toda la leche que tenía en la boca en mi cara. Por reflejo cierro mis ojos, seguido los abro llenos de ira; aprieto mi mandíbula al ver su cara. 

—¡¡Señor amargado!! —exclama. 

—¡¡Otra vez tú, mocosa!! —exclamo furioso. 

—¡¡Deja de llamarme mocosa...!! ¡¡Señor amargado!! –grita toda escandalosa. 

—¡¡Hasta que por fin se te fue lo niña buena y sacaste tus garras, gata salvaje!! —ya se me hacía raro que no estuviera gritando como lo hacía en el bar. 

—Escúchame señor a-mar-ga-do —enfatiza en la última palabra —. Te iba a pedir disculpa, pero veo que no la mereces. 

—Mejor compórtate niña, que yo no soy el abuelo ni tu papá, yo no te voy a aguantar tus majaderías. Aunque, para mi desgracia seas mi esposa. 

—¡¡Ja!! ¿Una desgracia? Pues fíjate que para mí también es una desgracia que sea mi esposo —me mira desafiante. 

—¿No sé que estaba pensando el abuelo al creer que tú eres la mejor opción como esposa? Hay mejores mujeres que tú —la miro con desagrado—. Hay mujeres más bonitas y con buen cuerpo, sobre todo no son unas niñas consen... —no termino lo que iba a decir por qué, ella me tiro lo que le quedaba de leche en mi cara. 

Me limpio la cara y rápidamente la miro con rabia y desprecio; y ella igual. Estamos en un duelo de mirada que solo emana odio. Ella sonríe de lado provocando iras en mí. 

—Déjame decirte señor amargado... ¡¡Qué esta niña!! ¡¡Qué no es bonita!! ¡¡Y qué no tiene buen cuerpo!! Aunque te arda y la odies con lo más profundo de tu ser es tu esposa —sonríe con burla. 

Ella pasa por mi lado para irse, pero la agarro del brazo. 

— Escucha niña malcriada... No me saques de mis casillas, porque no te imaginas lo feliz que estoy de tener que verte la cara… ¡Y limpia lo que ensuciaste! —ordeno nada amigable. 

Ella me da una sonrisa burlona y llena de rebeldía. 

—Límpialo tú… Señor amargado, ya que tu querida esposa tiene que descansar —se suelta de mi agarre y se va. 

—¡¡Oye!! ¡¡Niña malcriada, ven acá!! —la sigo y ella comienza a correr. 

Al estar en la parte de arriba de la escalera me mira con desdén y con su sonrisa burlona me dice: —Duerme bien querido esposo, que sueñes con los angelitos y no te sorprendas si me ves entre ellos —me tira un beso que me retuerce el hígado. 

— Mocosa rebelde, mañana hablaremos y me la pagarás —digo en voz baja para no despertar a Flor. 

Yo a esa edad me portaba bien, y lo sigo haciendo. La juventud de ahora son unos irrespetuosos. 

Voy a la cocina a limpiar lo que ensucio el tormento que tengo como esposa.

MAFER.

Entro a mi habitación furiosa, ese idiota es tan detestable y amargado. Camino hacia mi cama y agarro la almohada, visualizo la cara de Mael y comienzo a golpearlo. 

—¡Ay, Maldito! ¡Amargado! ¡Témpano de hielo! ¡Arrogante! ¡Narcisista! ¡Desgraciado! ¡Imbécil! ¡Odioso! ¡¿Tú crees que para mí es lindo tenerte como esposo?! ¡¡No lo es!! ¡¡Ay!! ¡¡No sabes cuanto te detesto!! —tiro la almohada al suelo del coraje al recodar sus palabras "mocosa" "niña" —. ¡¡Bastardo!! ¡¡Argh, te odio!! —grito desahogado la ira que siento. 

Pateo la almohada imaginando que es su cara. Suelto un suspiro de frustración y pateo la almohada otra vez. Apago la luz y me acuesto en mi cama con un coraje atorado en media garganta. Trato de dormir, pero no puedo. Agarro mi celular y como dicen por ahí: "Debes conocer a tu enemigo". Busco su nombre en internet. 

'Mael Flores De Vargas, es un empresario muy reconocido, dueño de: "MFL corporación" y "Hoteles Flores", la cadena de hoteles más grandes de país. Es uno de lo soltero más cotizado de Miami, no solo por su dinero, sino por su buen físico y apariencia'.

—¿Qué le ven de lindo? Yo no le veo nada. Es feo, horrible, horroroso, espantoso, es el hombre más amargado que he conocido en mi corta vida. 

Suelto un suspiro y sigo leyendo la información. 

'Segundo nieto del magnate Rigoberto Flores del Vargas'.

¿Segundo nieto? Veo más abajo y también sale Galletana y otro chico llamado Cristiano. 

'Nació de 30 de marzo de 199X. Su estatura es de un 1.83 m. Estudió negocios nacionales e internacionales en la prestigiosa "Universidad Nacional de Seúl" Corea de Sur. Al ser un genio se graduó a los veinte años con las mejores notas'.

—¡¿Veinte años?! Yo tengo dieciocho y recién voy a comenzar mi vida universitaria. 

'Desde que ocupo el cargo de su abuelo, ha mantenido en alto al la cadena de hoteles; tanto la nacional y la sedes internacionales'.

—Vaya... Es un genio, tiene dinero, y dicen: qué es “guapo”. Además, tiene una bella esposa, ¿qué más puede pedir ese amargado? —me digo a mi misma. Parezco loca hablando sola. 

Apagó mi celular y lo dejo a un lado. Me acuesto en mi cama y me arropó bien por el frío, y poco a poco caigo en los brazos de Morfeo. 

Suena la alarma. 7 de la mañana, tengo que ir a ver como esta Magi. Bostezo, me levanto, tallo mis ojos, camino hacia la ventana y la abro. Suelto un suspiro al ver la llovizna. Bostezo de nuevo y camino hacia el baño, me lavo mi cuerpo y me pongo ropa gruesa para el frío y bajo a desayunar. Espero que mi señor esposo ya se haya largado, no quiero ver su cara amargada que me desespera. 

—Buenos días, señorita —saluda Flor. 

—Buenos días, Flor —busco a Mael con la mirada, para ver si esta por aquí, pero no siento su mala aura... 

Mafer, ¿Por qué te interesa si esta o no esta? Me pregunto a mi misma. 

—El joven Mael no ha bajado; hoy es domingo por lo que talvez se despierte tarde. 

—Ah... OK. 

—¿Va a desayunar en este momento, o va a esperar al joven Mael? 

¿Por qué lo esperaría? Yo no voy a pasar hambre hasta que él se digne a levantar, allá su esposa... Cierto, yo soy su esposa…. Allá su novia.

— No. Yo desayunare en este momento —Flor asiente con una sonrisa. 

—¿Algo en especial qué desee comer? 

—Sí... Frutas picadas. 

—Ya le traigo su desayuno —Flor entra a la cocina, mientras eso, tomo asiento. 

Como no tengo nada que hacer, saco mi celular y me pongo a revisar mis redes sociales. Lo primero que me sale es una publicación de Moisés, en la foto sale él y una chica muy linda. Procedo a leer el encabezado de la foto. 

— Feliz cumpleaños número 24, hermanita — leo en voz baja. 

Moises me había dicho que tiene una hermana llamada Judit, y que actualmente vive en España. Es la primera vez que la veo en foto, ya el muy mentiroso nunca me la enseño. 

—Señorita, su desayuno —le doy una sonrisa a Flor en señal de agradecimiento. 

Agarro el tenedor y la primera fruta que como es el kiwi… está tan rico y dulcecito. Sigo comiendo mi desayuno delicioso. 

Disfruto de mi desayuno…, pero mis ojos ven a alguien que me amarga la existencia… Estoy en un gran dilema existencial... ¿Cómo debería llamarlo?. 

¿Esposo?... suena muy ridículo… ¿Mael?... No. No somos cercanos para llamarlo por su nombre… Desde que lo conozco lo he llamado señor amargado… En conclusión, lo seguiré llamando así. Además, el nombre le queda muy bien... Mael…, en mi cabecera lo llamaré así.

Mael se sienta y me mira con desdén y seguido desvía la mirada. 

— ¡¡Buenos días, señor amargado!! —le voy a fastidiar la vida. Todavía no me he olvidado lo de anoche —¿No viste en tus sueños a tu amada esposa? —le doy una sonrisa burlona, pero el muy condenado me ignora. 

¡¡Argh!! ¡¡Me ignoró!!

—Joven Mael, ¿desea lo mismo que la señorita Mafer, o desea algo más? —pregunta Flor. 

—Lo mismo por favor. 

Pero que educado... Quisiera saber, ¿por qué a mí me trata mal? ¿Qué le cuesta tratarme un poquito mejor?

—Si joven. 

Como he sido ignorada sigo comiendo, pero mi rico desayuno se amargó. Flor le trae el desayuno a Mael y también le trae una taza de café. Lo miro mal, a mí no me gusta el café; prefiero tomar agua… Además, ¿quién come fruta con café?... Qué combinación más rara. 

—¿Qué me miras? —me pregunta con desagrado. 

Siento que mi hígado se retuerce de la cólera... Este hombre saca la peor versión de mí con solo decir una palabra. 

—Si no quieres que te mire…, métete de cabeza a la taza del baño —me mira enojado, mientras me burlo en su cara. 

Él cree que puede ser el único odioso en esta casa, pero le voy a enseñar que yo también puedo ser una odiosa. 

—Compórtate niña. ¿No te enseñaron modales en la mesa? 

Ese "niña" ya me tiene cansada. 

— Mientras no me digas niña, me comportaré muy bien —aseguro. 

—Solo eres una niña malcriada, mírate en un espejo y verás que no tiene nada que me demuestre que eres una mujer. 

Mi instinto asesino está saliendo a flote. Me pongo de pie y lo miro con rabia, y él me mira con burla. Él me ha dado donde más me duele, mi orgullo de mujer ha sido herido. Camino hacia él sin dejarlo de mirar y me pongo detrás de él. Me acerco a su oído y le susurro: 

—Yo por lo menos no tengo un esposo así. Solo te digo que voy a visitar a mi hermana… —él huele rico—. No te preocupes si no llego esta noche, talvez me quede en casa de mi padre —inhalo su delicioso aroma. 

—Por mí te puedes quedar los días que quieras, si es posible te puedes perder en el camino, así no te vuelvo a ver nunca más la cara —ruedo mis ojos. No sé cómo, no le he dado unos buenos golpes. 

—Me iba a quedar en la casa de mi padre, pero como dices que vas a extrañar ver mi linda cara regresaré por ti querido esposo. 

Él aprieta el tenedor y para hacerlo enojar más le doy un beso en la mejilla y salgo corriendo. 

—¡¡Oye tú...!! —Lo interrumpo. 

—¡¡Recuerda que tu esposa te ama mucho!! —grito y me río escandalosamente. 

Entro a mi habitación y me rio a carcajadas por lo que hice; su voz me causo mucha risa. Entro al baño con una sonrisa para lavarme los dientes. 

Salgo del baño y busco en mi maleta una cartera. ¿Por qué mi maleta?… Porque no he ordenado nada; más tarde lo hago. Me hago un chonguito en la parte de arriba de mi cabello, y dejo la mitad de mi cabello suelto. 

Abro la puerta despacio para ver si no esta Mael, ya que si le molesto el beso que le di en la mejilla. Saco mi cabeza un poco y sonrío al no verlo. Cierro la puerta de mi habitación, y camino hacia la escalera y... 

¡¡Qué alguien me salve!!

Exclamo mentalmente. Mael esta frente a mí con una cara de poco amigos. Salgo corriendo a mi habitación, y trato de cerrar la puerta rápidamente, pero una mano la detiene y no me deja cerrarla. 

Hola Dios, soy yo de nuevo.

Empujo la puerta con todo mi ser para no dejarlo pasar, pero él me gana y entra a la habitación. Me da esa mirada asesina. La he embarrado y bien embarrada; yo no sé por qué no pienso antes de hacer las cosas. 

Trago grueso y sonrío. —Señor amargado, ya me extra...—río con nerviosismo —. ¿Deseas algo? 

Se acerca a mí y agarra del brazo, apretándome con fuerza. 

¿Por qué siempre me aprieta fuerte?... Diosito, todavía no me quiero morir.

—Tu mocosa, déjame decirte algo... —habla entre dientes —.¡¡No me vuelvas a besar!! ¡¡Porque te juro que no respondo!! —exclama furioso. 

—Hay, solo es un beso y fue en la mejilla, ¿qué tiene de malo? —acerca su cara a la mía, tan cerquita que puedo sentir su respiración… Mi corazón tiembla, pero no del miedo. 

—No me gusta que me besen...—su voz es ronca —, especialmente tú —me recorre con la mirada. 

Me suelta y se da la vuelta. Me lleno de ira ante la mirada de repugnancia que me acabo de dar. 

¿Qué tiene de malo un beso en la mejilla? Me pregunto toda incrédula. Además, siempre me trata como si fuera un virus peligroso. 

—No te preocupes, que no fue para nada lindo darte ese beso en la mejilla. Solo lo hice para fastidiarte, no lo vuelvo a hacer nunca más; prefiero volver a besar a ... —me quedo callada por lo que iba a decir. Iba a nombrar a Moisés. 

—Eso espero…. Puedes besarte con quien tú quieras, me importa un tomate lo que hagas o dejes de hacer con tu vida —me mira horrible. 

—¿No te importa ser un cachudo? 

—Ni siquiera me interesas como mujer. Nunca me acostaría contigo, he estado con mejores mujeres —él no pierde la más mínima oportunidad para humillarme. 

—Tú tampoco me interesas como hombre, he estado con mejores —alardeo de algo que no es cierto. 

—No seas mentirosa, solo has tenido un novio en tu vida. 

¿Cómo sabe tanto de mí? ¿Acaso, me mando a investigar?

—Tienes razón. Solo he tenido un novio oficial, pero eso no quita que me haya divertido con otros. 

Esto creando una dama que no es nada cierto. 

—Vaya, ¿Quién lo diría?... ¡En fin! No me importas con quién te acueste, solo no te acerques a mí —se da la vuelta y cierra la puerta de un solo. 

—¡¡Argh, Idiota!! —suspiro para mí. 

Salgo de mi habitación, bajo la escalera rápidamente y salgo de casa. Veo a Carlos y relajo mi rostro. 

—Buenos días, Carlos. ¿Puede hacerme un favor? 

—Si señorita. 

—¿Me puede llevar al hospital? 

—Sí —Carlos me abre la puerta del auto y entro. Me acomodo, Carlos entra y comienza el recorrido al hospital. 

Carlos y Flor son muy agradable, pero no puedo decir lo mismo del señor amargado, él es tan diferente. 

Carlos me deja en el hospital y se va. Saludo a papá y a Maria Gracia.—¿Ya despertó Magi? —pregunto 

—Sí, pero tenemos que esperar que salga de observación, pero todo está bien. 

—Qué bueno —suspiro aliviada. 

Me siento, saco mi celular y me pongo a leer un libro electrónico…. Me encanta leer, mi sueño de niña siempre ha sido ser escritora, pero creo que ese sueño no se podrá cumplir. 

Maria Gracia y papá entraron a observación, ya que solo dejan pasar a dos personas como máximo. Los minutos pasan y mis hermanas llegan al hospital y al verme me abraza. 

—¡¡Sigues viva!! ¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Te obligaron a hacer algo indebido? ¿Cumpliste tus labores de esposa? —pregunta Majo esperando una respuesta ansiosa. 

—No pasó nada, mi esposo duerme en una habitación y yo en otra —manifiesto. 

—¡¿En serio?! —manifiesta decepcionada. 

—¡Majo! —la regaña Maluli. 

—¡¿Qué?!, ¡solo quería saber! —declara. 

—¿Para qué? —le pregunta Maluli. 

—Pues para… ¡A ver! No tiene nada de malo preguntar. Mis compañeras ya han hecho eso, y yo solo quería salir de duda, ya saben…, estar prevenida —argumenta, lo que ocasiona que Maluli le dé un pequeño golpe en la frente. 

—Solo tienes dieciséis años —cuestiona. 

—Solo falta un mes y unos días para cumplir diecisiete años —anuncia emocionada. 

—Déjala Maluli… Majo, entre él y yo no pasó nada. 

—Bueno, no importa. Lo importante es que estás bien. 

—Sí —sonrío. 

Si ellas supieran las peleas que tuve esta mañana con Mael.

Más tarde.

Pasaron las 24 horas y el doctor apareció. 

—Maria Gisel está fuera de peligro, su cuerpo aceptó la medula. 

Escuchar esa noticia es un alivio para mi corazón. 

—¡Gracias doctor! —exclama agradecida Maria Gracia. 

—La niña tendrá que estar 2 meses más internada, y en constantes chequeo hasta que su sistema se normalice —comunica. 

—Está bien —habla papá. 

—Lo había olvidado, el donante quiere hablar con ustedes. 

—¿Dónde está? —pregunta papá. 

—Síganme —papá y María Gracia se van a hablar con el donante 

—Doctor, ¿podemos ir a ver a Magi? —pregunto. 

—Sí. La niña fue trasladada a la habitación 12 —asiento. 

Entramos a habitación donde está Magi, ella duerme con tranquilidad. Me siento aliviada al saber que está fuera de peligro. 

Después de unos minutos llegan Maria Gracia y papá. Le preguntamos sobre el donante y él le pidió 200 mil dólares los cuales fueron cancelados rápidamente gracias a don Rigoberto. 

La noche ha llegado, me despido de mi familia y llamó a Carlos para que venga por mí. 

El chófer viene a recogerme, y cierro mis ojos hasta llegar a casa. Al llegar e ingresar a casa Flor me recibe con una sonrisa. 

— Señorita, ¿va a cenar? —asiento. 

Alzó un poco la mirada para ver si Mael anda por ahí. Quiero saber si ya vino... Aclaro mi garganta. 

—Flor el se... ¿Mael esta? —pregunto. 

—No. El joven Mael no ha llegado. 

— ¿Pero vendrá? —espero atenta su repuesta. 

—No lo sé…. Usted se preocupa mucho por él —abro mis ojos ante sus palabras. 

¿Yo preocuparme por él?… ¡Ja! Por mí no puede llegar en un año si es posible.

—Claro que no... es solo que... —la puerta se abre. 

—Joven Mael, buenas noches. 

Me doy la vuelta para verlo y él me mira como siempre: con frialdad. Le doy la espalda y miro a Flor. 

—Flor, ¿puedes llevarme la cena a mi habitación? 

—Si, señorita. 

—¡Gracias Flor! —exclamo y me dirijo a mi habitación. 

Subo rápidamente la escalera, y lo último que escucho es "¿Cenará en la mesa, o le llevo su cena a la habitación?" 

Entro a mi habitación y me dejo caer a la cama, soltando un suspiro lleno de cansancio. Después de unos minutos Flor me trae la cena. 

Al terminar de cenar llevo yo misma los platos a la cocina. Regreso a mi habitación, me doy un baño con agua tibia, ya que hace mucho frío. Me abrigo y me acuesto en mi cama, cierro mis ojos hasta quedarme dormida. 

MAEL.

La mocosa se me llevó a Carlos y me toco manejar. Llego al hotel y veo a Ismael en mi oficina. 

—¿Qué quieres? —pregunto sin ánimos. 

—¿Qué paso entre tú y Mafer? ¿Durmieron juntos? —dejo el maletín en mi escritorio. 

—¿Qué va a pasar? Entre ella y yo no paso nada. Ella durmió en su habitación y yo en la mía… ¿Feliz? 

— ¡Si! 

— Ismael, si no es mucho pedir... Si viene a hablar de Maria Fernánda Castillo mejor vete. Estoy demasiado ocupado para perder mi tiempo hablando de ella. —me siento, saco mi laptop y comienzo a trabajar. 

—No es eso. Vine a hacer una reservación para el nuevo juego que lanzaré. 

—Está bien, ¿para qué día quieres la reservación? 

—Para el 10 de junio. 

—Falta mucho —lo miro incrédula. 

—Si lo sé —suelta un suspiro–. Pero este hotel siempre está repleto de eventos, y no quiero que ese día sea ocupado así que lo reservo con anticipación —manifiesta con su típica sonrisa. 

—Me podrías mandar un mensaje, no era preciso que vinieras —replico. 

—¡Ya comenzaste Mael...!—enarco una ceja —¡Está bien!, quería saber que había pasado entre tú y Mafer, pero como no pasó nada me voy tranquilo. 

—Bueno, adiós. 

—¿No sé cómo te soporto? —pregunta mientras rueda sus ojos. 

—Ni yo tampoco. 

Ismael se va, y dejo lo que estaba haciendo (que no era nada, solo una hoja en blanco la cual escribía pendejada). Echo mi cabeza hacia atrás para intentar concentrarme, cierro los ojos y puedo sentir el roce de sus labios en mi mejilla y su voz susurrándome al oído. Abro los ojos de un solo y sacudo mi cabeza. 

¿Por qué mierda estoy pensando en ella? 

Decido dedicar mi tiempo en algo más importante, en vez de estar pensando en ella. Abro los correos que me han mandado la secretaria de la corporación, también reviso los de recurso humanos del hotel, marketing, alojamiento y bebida, etc. 

Más tarde.

Llego a la casa y veo a la mocosa hablando con Flor. Ella me mira y me da la espalda; le comunica a Flor que le lleve la cena a su habitación, y la veo desaparecer por el pasillo. 

—Joven Mael —dejo de ver a esa mujer y miró a Flor. 

—Dime Flor. 

—¿Cenará en la mesa, o le llevo su cena a la habitación? 

—No voy a cenar, solo llévame un vaso de agua a mi habitación. 

Dicho eso procedo a ir a mi habitación. Entro al baño a darme una ducha; aunque hace frío, pero no importa. 

Salgo del baño, me visto, y me percato del vaso de agua que está en la mesita de noche. Me acerco a la mesa y me tomo la mitad, y la otra la dejo para la media noche. Me dejo caer en la cama y suelto un suspiro lleno de estrés. 

No sé cuanto días más podre sobrellevar esta situación. Tener a Maria Fernánda viviendo en mi casa es un gran castigo para mí.
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.