MAFER.
Han pasado 15 días y el señor amargado me ha ignorado. Tanto es su odio hacia mí, que para no verme se va antes de que yo despierte y llega supertarde, y los fines de semana también se pierde.
No sé ni por qué sigo en esta casa, lo mejor sería irme con mi familia. Me la paso sola en esta casa grande, desayuno y ceno sola, ni siquiera están mis hermanas para divertirme un poco.
Por otro lado, la situación para mi familia ha mejorado un poco, la empresa se está levantando nuevamente. Maria José se ha matriculado para su último año de preparatoria y Maluli también lo ha hecho para su tercer quinquemestre en la universidad. De Maru, pues…… un día de tanto insistir contestó su celular, pero lo único que dijo fue "no me busquen; estoy fuera del país. No los volveré a ver nunca más porque los odios". Las palabras de ella afecto mucho a papá, pero por nosotras sigue adelante. Cuando vuelva a ser el antiguo Mario Castillo buscara a Maru, hasta encontrarla.
Casi siempre estoy en el hospital, o si no encerrada leyendo libro electrónico. He pensado en escribir uno, y justamente se me ha ocurrido una idea.
Me pongo de pie, abro mi laptop y me voy a Word. Se me ha ocurrido algo interesante y lo escribo. Termino la sinopsis y reflexiono en un título. No es una historia de amor, es mi experiencia al esta casada con alguien que no amo y para el colmo me odia.
De tanto pensarlo encontré un título perfecto: "CASADA CON EL ENEMIGO". Hablará sobre mi triste y feo matrimonio con Mael.
Veo la hora. Son a las 11 de la noche y mi estómago suena por comida. Cierro mi laptop y la dejo en el tocador, salgo de mi habitación y voy a la cocina a buscar algo que comer.
Entro a la cocina, abro la refrigeradora, saco la leche y la pongo a calentar. Agarro las galletas que quedan del paquete, considero que no me hará daño esto de noche... ¿O si?. Salgo al comedor y me siento a comer.
Que felicidad siento, amo comer y aunque no soy fanática de la leche la estoy disfrutando. Escucho el sonido de auto y casi seguido el sonido de la puerta abriéndose. Me pongo de pie rápidamente y voy a ver si es el señor amargado, aunque estoy seguras de que es él; no creo que en esta casa penen... No es un fantasma, es Mael. Fijo mi mirada en él (no se ha dado cuenta de mi presencia), lleva la mano a su cien y baja hasta su cuello y se lo masajea en señal de cansancio. Camina hacia la escalera, y mi corazón se oprime al ver su rostro demacrado. Él trabaja mucho y talvez ni se alimente bien, y lo más probable es que ni duerma sus 8 horas completas.
— Señor amargado.
Él se detiene y me mira, pero no con odio sino con cansancio.
—No estoy para problemas, si vas a pelear que sea otro día —declara.
—No quiero pelear contigo, solo quiero saber sí..., ¿ya cenaste? —pregunto, aunque dudo que me responda.
Él se queda en silencio, y eso es un no a mi pregunta. Este hombre va a perder su estómago si no se alimenta, le va a caer una buena gastritis si sigue así. Yo no le deseo el mal a nadie, ni a mi ex, ni a su novia se lo deseé.
—Tu silencio lo dice todo... no soy buena cocinera, para no decirte que soy pésima, pero te prepararé algo —lo miro fijamente.
Cuando no está serio se ve tan diferente, bueno... después de 15 días sin verlo es normal que lo encuentre diferente. Él se ve súper que cansado, y que no va a estarlo si llega tarde y se va temprano. Mael camina hacia el mueble, deja su maletín y se dirige hacia el comedor. Sonrío y a pasos rápidos voy a la cocina a prepararle algo, aunque yo no sé hacer nada.
MAEL.
He estado evitando por 15 días a mi esposa. Salgo a las 6 de la mañana de mi casa y llego a las 11: 30 de la noche, el agotamiento me está consumiendo.
Llego a casa; solo quiero dormir. Camino hacia la escalera, pero su voz me detiene. No estoy de ánimo para pelear y se lo comunico, pero ella tampoco quiere pelear, en cambio, se ha ofrecido a prepararme algo de cenar. Quiero decirle que no, pero últimamente no me he estado alimentando bien, hay días que solo como 2 veces o solo una vez al día. No le doy respuesta, solo voy al comedor y al parecer no es tonta porque me segué.
Me siento y ella va a la cocina. Veo el vaso de leche con tres galletas. Enarco una ceja y no sé por qué me sorprendo si ella se pone pijama de animales, hoy tiene puesta una pijama de oso y las pantuflas del mismo animal.
¿Qué tanto hará? Me pregunto, ya que los platos suena demasiado.
Pasan los minutos y ella aparece con un plato con un sándwich de mortadela y queso.
—No sé cocinar; esto es lo único que medio sé hacer además de prender la cocina —confiesa.
—Gracias —me da una sonrisa, esta vez no es una sonrisa burlona, es una normal y bonita
¿Qué estoy pensando? Elimino ese tonto pensamiento de mi cabeza.
—Disfrútalo... Este, ¿quieres algo para tomar? Que no sea café —dice.
—Agua, solo eso.
Ella va a la cocina y casi enseguida vuelve con un vaso de agua.
—Toma.
Deja el vaso de agua cerca de mí. Ella se sienta y comienza a comer su galleta y a tomar su leche. Como lo que me ha preparado, mientras la miro de reojo. El sándwich no sabe mal, o no sé si me sabe bien por qué tenía hambre, en fin sigo comiendo.
Termino de comer el sándwich y la miro. Ella duerme sobre sus brazos.
¿Cómo se puede dormir tan rápido?
Llevo los platos a la cocina casi me da algo al ver todos los platos que ensucio para hacer un sándwich. Suelto un suspiro y me pongo a lavar los platos. A pesar de tener una buena vida aprendí a hacer cosas básicas.
Termino de lavar los platos, voy a comedor y ella sigue durmiendo. Me acerco un poco a ella, y se ve rara, su cara se ve rara… Cómo me explico... Se ve rara. Pongo mi mano encima de su hombro y la zarandeo.
—Oye, despierta —trato de hablar fuerte.
—Maru, déjame dormir, tengo sueño —reniega.
—Oye, despierta. Ni piense que te voy a llevar a tu habitación, despierta —la zarandeo.
Mujer para floja.
—Déjame dormir, ¿por qué no me dejas dormir?
Mi paciencia se ha agotado.
— ¡Oye, mocosa despierta! —exclamo con un tono de voz más alto.
Ella se pone de pie de un solo y me mira adormilada.
—Señor amargado, ¿qué haces aquí? —suspiro para mí.
—Ve a tu habitación, si te quedas a dormir en la mesa te dolerá la espalda mañana.
—¡Uh! Si, ya me voy –bosteza.
Camina soñolienta y va a la escalera izquierda y yo a la derecha. Terminamos de subir la escalera y voy a entrar a mi habitación, pero su voz me retiene.
— Sé que me odias y no me quieres ver, pero no quiero que te enfermes por mi culpa. No quiero ir a visitarte al hospital… Así que come bien, y duerme bien. No te preocupes por mí… trataré de que no veas mucho… Solo quiero que sepas que yo tampoco quise que esto pasara, jamás imagine que yo me casaría contigo, sé que no es fácil para ti, pero quiero me comprendas, tampoco es fácil para mí. Tampoco quiero pelear todos los días contigo, señor amargado —dice y entra a su habitación.
Sentí sinceridad en su palabra, es como si fuera otra chica y no la rebelde del bar, ni la de hace algunos días.
Ella tiene razón. Ella tampoco planeó, ni quiso esto, deberíamos llevar la fiesta en paz, ella por su lado y yo por el mío. Entro a mi habitación, me doy una ducha y me pongo mi pijama de dormir (esta vez si son las mías, ya que traje toda mi ropa de la casa de Ismael). Apagó las luces y camino hacia mi cama y me acuesto a dormir.
Al día siguiente.
Me despierto a las 7 de la mañana, me arreglo y bajo a desayunar y no la veo, Talvez, sea ella la que me evita ahora. Me siento, y le pido a Flor mi desayuno, y comienzo a comer, pero ella no aparece.
Termino mi desayuno, pero ella nunca llego a desayunar. Regreso a mi habitación, me lavo los dientes, agarro mis implementos de trabajo y salgo de mi habitación. Observo la habitación de ella y sigue cerrada, siento el impulso de ir a tocar su puerta, pero no lo hago. Bajo y ante de irme decido decirle algo a Flor.
—Flor, estate pendiente de…. —no sé ni como llamarla —de...
—¿De la señorita Mafer? —pregunta curiosa.
—Sí. Estate pendiente de ella, apenas se levante llévale el desayuno.
—No es preciso joven, estaré pendiente de ella. Usted tenga un buen día.
— Gracias —salgo de la casa, y me dirijo al hotel.
MAFER.
Me siento y limpio mis ojos mientras bostezo al mismo tiempo. Tuve un sueño raro, se veía tan real, en mi sueño yo estaba dialogando como persona con el señor amargado, que chiste... Pero, ¿y si fue real? Me pongo de pie, me lavo los dientes y bajo rápidamente hacia la cocina.
—Buenos días, señorita —saluda Flor
—Buenos días, Flor —respondo.
Reviso la cocina y todo está en orden. Voy a la refrigeradora y la leche está ahí, pero no sé con exactitud si yo cogí. Busco las galletas y están completas, talvez solo fue un sueño.
—¿Desea algo señorita? —me pregunta Flor.
—Flor, ¿cuándo te levantaste había platos sucios? —ella niega.
Definitivamente, fue un sueño, que va a ser real, eso nunca pasaría. Además, yo jamás me portaría así con él, jamás le cocinaría.
Hablando de cocina, para confirmar mi sueño voy a ver el pan. Trago grueso al ver la funda de pan a la mitad, mi corazón se acelera.
¡¡Yo no pude cocina para él!! ¡¡Yo nunca lo haría!! Me digo a mi misma.
—Flor, ¿esto estaba así? —le enseño la funda de pan.
—Claro que no, yo cogí para hacerlo al joven Mael en el desayuno —voto el aire que tengo comprimido.
¡Mafer, por Dios! Deja de pensar en eso que no pasó, solo fue un sueño que parece muy real.
—¿Le preparo su desayuno?
—Sí —Flor me trae mi desayuno, y me como todo.
Termino mi desayuno y voy a mi habitación. Me arreglo y voy a visitar a mis hermanas.
[***]
Me he pasado toda la tarde con mi familia e incluso me quedé a cenar, pero tengo que regresar a casa.
Al llegar a casa me percato que el señor amargado no ha llegado, así que me voy a mi habitación. Ando un rato en el celular y me aparece una publicación de Facebook de la universidad. El tema es la fecha de matrícula para los estudiantes de la facultad de filosofía, letras y ciencias de la educación. La fecha de la matrícula es para el 9 de este mes, y hoy estamos 5 de marzo, solo falta 4 días y no sé qué hacer. Quiero estudiar, pero necesito dinero, y yo ya no dependo de papá. Él se están recuperando económicamente, pero igual, no quiero molestarlo con mis problemas.
Apagó mi teléfono y dejo caer mi cuerpo a la cama, cierro mis ojos y relajos mis músculos hasta caer los brazos de Morfeo.
Tres días después.
Estoy en una lucha interna en mi habitación. Quiero estudiar, pero no sé que hacer. Yo ya no dependo de papá, no tengo dinero, y no quiero pedirle a don Rigoberto, y mi esposo me odia.
Son las 10 de la noche y no sé si llamar o no a papá, él en estos momentos de estar en el hospital. Hoy no fui a verlo, ya que he estado meditando todo el día sobre este tema… Creo que debería hablar con papá. Suelto un suspiro y lo llamo.
Inicio de llamada
— Hola papá.
—Hola Mafer, ¿cómo estás?
— Bien, este... papá, ¿puedo pedirte un favor?
—Claro hija. Dime, ¿en qué te puedo ayudar?
—Es sobre la universidad —la verdad me da pena molestar a papá.
—¿Vas a estudiar?
—Sí. Yo quería ver si me podías ayudar. Sé que ya no soy tu responsabilidad, pero es que mi relación con mi esposo no es buena, y a don Rigoberto ya lo hemos molestado mucho —argumento mis motivos.
—Hija, no es preciso que me des explicaciones, estás en esa situación por mi culpa. Mañana te daré el dinero para la matrícula de este quinquemestre.
—¡Gracias papá! —exclamo feliz.
—No hay de qué. ¿Qué carrera vas a escoger?
—Ciencia de la comunicación —esta carrera me ayudará mucho para ser una escritora.
—Me alegro hija, mañana en la tarde ven al hospital para darte el dinero.
—Está bien… gracias papá… ¿Cómo está Magi?
—Hija mía, no tienes nada que agradecer. Y Magi, ella está bien.
—Me alegro, papá te mando muchos besos, a Magi y Maria Gracia también.
—Te amo hija.
—Y yo a ti papá.
Fin de la llamada.
Me siento en mi cama y me pongo a ver una película en el plasma. Estoy feliz de saber que podré estudiar algo que me gusta. En el colegio fui pésima estudiante, la verdad nunca me interesaron esas clases a excepción de literatura y lectura crítica que eran mis favoritas. Tocan la puerta, le pongo pausa a la película.
—Señorita Mafer —es Flor. Que tonta soy, ¿quién más me buscaría en esta casa? El amargado nunca lo haría. Ni sé por qué ando pensando en él.
—Ya voy, un ratito —me pongo de pie y voy a abrir la puerta.
—Dime Flor.
—El joven Mael la quiere ver en el despacho —mi piel se enchina. Él está aquí y me quería ver.
¿Qué habrá pasado, para que quiera hablar conmigo? ¿Qué hice?
— Eh, ¿dónde está él despacho? — yo no conozco muy bien esta casa, solo mi habitación, la cocina y el comedor.
—Sígame —ordena. Salgo de la habitación y la sigo.
Llego al despacho y Flor se va, trago grueso y entro. Él se encuentra concentrado en su laptop, y ni siquiera me da una mirada.
—¿Me mandaste a ver? —juego discretamente con mis manos.
—Si —su voz es fría.
Él mueve su mano dejando ver una tarjeta de crédito, la deja en la mesa y sigue tecleando en la laptop.
—¿Qué es esto?
— ¿Eres ciega, o qué? ¿No ves que es una tarjeta? —pregunta sin mirarme.
¿Tan desagradable soy para no darme una mirada?
—Si sé que es una tarjeta, pero, ¿por qué me la das?
—Desde que te convertiste en mi esposa no me has pedido un solo centavo…. He estado tan ocupado que no te he dado una tarjeta, ya que las necesitas para tus cosas personales —manifiesta sin dejar de mirar la maldita pantalla.
—No la quiero —expreso con seriedad.
No quiero nada de él, no quiero que después me saque en cara su dinero.
—Déjate de berrinches y tómala. La necesitas para la universidad, y para todas las cosas que necesitarás —abro los ojos como platos y frunzo el ceño.
—¿Cómo sabes lo de la universidad? ¿Me estuviste espiando?