Señor Amargado [serie Las Marías #1] Corrigiendo.

Capítulo 10. Matrícula.

MAEL.

No he visto a Maria Fernánda en estos días. Además, ya deje de llegar tan tarde, de que me servía evitarla, eso no cambiara el que estamos casados. 

Flor me recibe como siempre, me pregunta si voy a cenar y digo que no. Voy a mi habitación y escucho a Maria Fernánda hablar con alguien. Por un par de segundo pensé que era Ismael, pero cuándo dijo "papá" sentí un gran alivio. Me acerco más a su habitación y escucho conversación. 

He escuchado absolutamente todo. Me voy a mi habitación, entro a la ducha y reflexiono mientras me baño. Ella, desde el día que se vino a vivir aquí, no me ha pedido un centavo, y es mi responsabilidad cubrir todos sus gastos, ya que es mi esposa. 

Salgo del baño, me pongo mi ropa de dormir, saco una de mis tarjetas y voy donde Flor. La pido a Flor que vaya por Fernánda y le comunique que: la espero en el despacho. Ella hace acto de presencia, le doy mi tarjeta y la termino rechazando. 

—No la quiero. 

Trato de calmar ese lado nada agradable que tengo. 

—Déjate berrinche y tómala. La necesitas para la universidad, y para todas las cosas que necesitarás —digo con seriedad. 

— ¿Cómo sabes lo de la universidad? ¿Me estuviste espiando? —pregunta. 

— Yo no te he estado espiando, pasaba y sin querer te escuché —esa es la verdad y nadie la cambiará. 

—Igual, no quiero tu dinero —declara. 

Esa mujer es necia, terca, soberbia y altanera. Mi paciencia se está agotando, pero trato de tranquilizarme, ya que no quiero pelear con ella. 

—Solo tómala —pido de buena manera. 

—¡¡Te dije que no!! —exclama furiosa. 

Al carajo mi paciencia, no quiere por las buenas, la querrá por las malas. Me pongo de pie y me acerco a ella, agarro la tarjeta y su mano. 

— ¡Déjate de orgullo y tómala! —a la mala abro su mano y dejo la tarjeta. 

— ¡No quiero! Yo tengo a mi papá. 

— Escúchame bien. Tú ya no eres responsabilidad de tu papá, eres mi esposa y soy responsable de ti. Entiende eso. 

—¡Ja!! ¡¿Ahora si soy tu esposa?! —y aquí vamos de nuevos. 

Que no quería pelear y aquí estamos discutiendo de otra vez. Lo mejor es acabar esto para evitar más coraje. 

—¡Mírame! —la agarro del mentón y la obligo a mirarme—. Si mañana no vas a matricularte, y no usas la tarjeta, yo mismo iré por ti. ¡¿Escuchaste?!—me mira furiosa—. Debes saber que puedo conseguir cualquier información.
Debes saber que puedo conseguir cualquier información. 

—¡¡Qué seas mi esposo no te da derecho a nada!! —grita furiosa. 

Me acerco más a ella y la miro a los ojos. 

—Te equivoca, ser tu esposo me da mucho derecho —sus ojos son… Suelto su barbilla y me acerco a mi escritorio—. Utiliza esa tarjeta a tu antojo, la contraseña es 0330. 

Cierro mi laptop y me voy no si ante mirar de reojo a esa mocosa malcriada. Ella me saca de juicio. Salgo del despacho, voy a mi habitación y tiro la puerta de un solo, ella sabe como hacerme enojar. 

Por muy mal que me caiga es mi esposa, no quiero que ande pidiendo dinero, que van a pesar de mí, que soy un hombre miserable. Esa mujer es terca como la mula, con ella no se puede llevar la fiesta en paz, es tan rebelde y solo me pasa contradiciendo. 

Abro la laptop, cierro el documento y la apago. Dejo la laptop en el escritorio y me acuesto en mi cama, estoy muy cansado y lo único que quiero en este momento es dormir. 

MAFER.

Entro a mi habitación, y trato de no cerrar la puerta muy fuerte, ya que no es mi casa. 

— ¡¡Argh!! Eres un ser detestable —grito furiosa—. "¡Mírame! Si mañana no vas a matricularte y no usas la tarjeta, yo mismo iré por ti. ¡¿escuchaste?! Debes saber que puedo conseguir cualquier información" —lo imito. 

Talvez él si es capaz de matricularme y lo que menos quiero es generar rumores. Sé que Mael no quiere que las persona sepan de este matrimonio, pero contar de molestarme es capaz de ir y sacar cualquier escusa sin que nadie se entere de que es mi esposo. 

—¿Quieres fastidiarme la vida Mael? Pues yo te la fastidiaré primero. Te arrepentirás de haberme dado está tarjeta — hablo entre dientes. 

Sonrío por lo que voy a hacer, no creo que gastar unos miles de dólares le duelan mucho, ¿o si?

Al día siguiente.

Me levanto, lavo mis dientes, me cambio y bajo a desayunar. Veo al señor amargado, bien campante comiendo su desayuno. Hago la cara fea y al parecer se dio cuenta por qué frunció el ceño. 

—Buenos días, señorita Mafer. ¿Va a desayunar? —pregunta Flor. Miro con desdén a Mael. 

—Iba, pero se me daño la mañana. 

Él aprieta la cuchara con fuerza, sonrío de lado y procedo a darme la vuelta. 

—¡¡Siéntate!! —exclama furioso. 

—¡No quiero! Ya que gracias a alguien se me quito el hambre —anuncio sin importarme que Flor este presente. 

—¡¡Escúchame mocosa!! ¡¡Siéntate...!! —se pone de pie —. ¡Por la buena, o por las malas! —su semblante no es nada lindo. Esa mirada siempre me termina intimidando. 

—Amargado —musito, aunque creo que me escucho. 

Camino hacia la mesa. Esta vez le haré caso por un momento, ya que esa fea mirada si da miedo, solo un poquito, pero da miedo. 

—Flor, tráele el desayuno a la mo… — lo miro mal —a la señorita. 

—Si joven —Flor se retira dejándome a solas con él. 

Mientras traen mi desayuno, voy a revisar un ratito mis redes sociales, saco mi celular y procedo a ver que han publicado mientras yo me encontraba en el mundo de los sueños. 

—Cuando estás en la mesa, no se utiliza el celular —anuncia. 

Apago mi celular y lo dejo a un lado de la mesa. 

—Primero me obligas a desayunar, luego no me dejas usar el celular... ¿Qué más me vas a prohibir?... Señor amargado —lo miro desafiante. 

—Solo no hagas cosas que me desagraden —dice mientras me recorre con su mirada amargada. 

Flor trae el desayuno, y él sigue desayunando. Sonrío con malicia pura, agarro la cuchara y comienzo a jugar con ella haciéndola chocar con el plato. Él no dice nada y sigo hasta lograr que se enoje. 

Él golpea la mesa de un solo, haciéndome brincar del susto. Le doy una mirada asesina y él también. 

—¡Deja de jugar con la comida! —exclama furioso, y me fulmina con la mirada. 

—¿Y qué si no lo hago? —pregunto con un quemeinportismo. 

— Si no lo haces, le diré a Flor que no te cocine por una semana para ver que vas a comer —dice muy seguro de sus palabras. 

Y como es capaz de hacerlo dejo de jugar con la comida; y no por miedo a él, sino por miedo a cocinar. Aunque, fácilmente puedo ir donde mi padre... ¿Pero si él me lo prohíbe? Mejor no hago enojar más a este amargado. 

—Imbécil —musito y él se sienta. 

Sigo comiendo de mala gana. Él termina de tomar su café y se pone de pie, no lo miro de frente porque no quiero que la amargura me alcance. 

—Y mejor te vas apurando, porque te llevaré a la universidad —me pongo de pie de un solo. 

—Yo iré sola, conozco bien el camino —finjo una sonrisa. 

—¿Tú no entiendes verdad? —se me acerca y me agarra de brazo —. ¿Te encanta el masoquismo? —se acerca más a mí hasta quedar muy cerquita de mi rostro. Si las miradas mataran, yo ya estuviera bien muerte y enterrada tres metros bajo tierra—. Yo te llevaré a la universidad, no confió en ti, así que... ¡Te apuras! —me suelta de un solo. 

—¡¡Argh!! ¡¡Te odio!! —grito histérica. 

—Créeme que no me odias más de lo que te odio yo —dice y se da la vuelta. 

¡¡Ah!!, maldito te odio. 

—¡¡Maldito!! —exclamo en voz baja 

Dejo mi comida y voy a arreglarme rápido. Lavo mis dientes, agarro mi cartera, me pongo algo de colonia, un tenis blanco, agarro mis auriculares inalámbricos, ya que se puede esperar cualquier cosa del señor amargado. Agarro la tarjeta y bajo. 

Mael ya está en el auto, como no quiero verlo camino hacia el asiento copiloto. Abro la puerta del asiento copiloto, y veo todas sus cosas descanso ahí. Aprieto mis labios del coraje. Carlos me abre la otra puerta y entro, me siento lejos de Mael y me pongo mis auriculares. 

Después de unos minutos ya estaba en la puerta de la universidad. No es preciso los documentos, ya que una vez nos graduemos toda la información es mandada a la universidad, por el hecho de que algunos estudiantes siguen estudiando en Elite, y si se van a otra universidad solo lo retiran y ya, pero la mayoría se quedan. 

Abro la puerta, pero me sostienen del hombro y no me dejan salir. Miro al imbécil que me detiene, y él saca uno mis auriculares. 

— Más te vales que te matricules, conozco a la directora y preguntaré por ti —aprieto mis labios para no insultarlo. 

—Si, señor amargado —digo entre dientes 

—Deja de llamarme así —pide de mala gana. 

—No lo haré señor amargado — le doy una sonrisa burlona. 

—Mejor no pierdo mi tiempo contigo. Carlos vendrá por ti, para que vayas donde se te antoje —dice con su voz seria, que creo yo que es natural. 

—¿Algo más? 

—No. Ahora puedes irte —voy a salir, pero me hace falta uno de mis auriculares. 

—Mi auricular —sonrío de mala gana. 

Estira su mano con el auricular y se lo arrebato. Salgo del auto e ingreso a la universidad. Hay algunos estudiantes, ya que esta es la semana de matricularse. Voy a la dirección, doy mi identificación para mis documentos y comienzo el pequeño trámite de matrícula. 

Después de matricularme, salgo de la universidad. Comenzaré a clase al 29 de marzo, por lo que solo tendré como 20 días de vagancia. Doy algunos pasos más y me encuentro con alguien quien es más detestable que Mael. 

—Medio macho, ¿qué haces aquí? —pregunta con su ridícula sonrisa. 

—No te interesa —digo con desagrado. 

— ¿Sigues enojada por qué Moisés nunca te quiso? —pregunta con burla. 

Esta mujer sabe como hacerme enojar también. 

—Franchestonta, ni me acordaba que existía Moisés —declaro. 

—Mentirosa, sigues ardida por lo ocurrido —inhalo y exhalo. 

— ¿Ardida yo? Ni que fuera el único hombre en este mundo, hay más y mejores —manifiesto. 

—¡¡En serio!! A ver, dime uno. 

Detesto a esta mujer, pero no quiero perder ante ella. Tengo que decir un nombre. 

¡Piensa Mafer!, ¡Piensa! 

Por mi mente viene un amargado rostro. Sonrío por lo que iba a decir. 

—Mael Flores de Vargas —ha sido la primera imagen que me vino a la cabeza. 

—Hay si tienes razón. Mael Flores de Vargas es un gran partido, guapo, millonario, obvio que es mejor que Moisés, tengo que admitirlo. ¿Pero tú crees que él se fijará en alguien como tú? 

Definitivamente no. 

—No te dije que él se fijaría en mí, solo que hay mejores hombres que Moisés, y él es un ejemplo. Límpiate los oídos que lo has de tener lleno de cera. 

Me deleitó con su cara de humillación. 

—Sigues siendo la misma medio macho. Dejemos de hablar del bombón de Mael, que es el sueño de toda chica —dice hecha la resbalosa 

Como si Mael se fijaría en ella…. Bueno…. Ella no es fea, tiene un buen cuerpo, es rubia, ojos azules, tiene bastante nalga, y pecho (obviamente que son operados). A diferencia de mí, que no tengo muchos atributos, si considero que el señor amargado se fije en ella. 

—Pero si conocieran a ese sueño, se quisieran despertar al ver la pesadilla que es. 

— ¡¿Qué dijiste?! 

Mierda pensé en voz alta. 

— Qué no sé que le ven las chicas, solo porque tiene una linda cara y dinero se mueren por él, ni siquiera saben como realmente es. 

— ¿Y tú si?—pregunta mientras enarca una ceja. 

Sonrío con ironía. Si ella supiera que es mi esposo y el infierno que es convivir con él, se moriría de la envidia. 

—No, pero se le nota que es un hombre horrible —aseguro. 

—¿Qué se puede esperar de ti? No sabes nada de gusto. Pero dime, ¿qué haces aquí?... ¿Vienes a pedir una beca? Ya que tu familia no tiene dinero —anuncia con su voz chillona llena de burla. 

—No. Yo no necesito una beca para estar aquí, y si así fuera, ¿qué tendría de malo? 

—Claro que no necesita una beca, necesitas dos —se burla—. Pero según tú no necesitas becas, no me digas que asaltaste un banco para pagar la matrícula, porque beca ni queriendo la tendrías, fuiste de los peores en la preparatoria 

—No está mala la idea de robar un banco, pero no; y tú tampoco es que fuiste la mejor de la clase. Además, no tengo por qué darte explicaciones de donde yo saco dinero —la miro con desdén. 

—¿No será qué te estás vendiendo? —se hace la asombrada. 

Esta no es más incoherente porque no tiene más Botox en el cerebro. 

—Piensa lo que quieras franchestonta, perdí mi valioso tiempo por estar hablando contigo... ¡¡Ridícula!!. 

Dicha esas palabras sigo mi camino. Paso por su lado, no si antes darle un pequeño empujón, por hacerme recodar el mal momento que vive con ella y Moisés. Ella cae a una posa de agua sucia que hay por las lluvias. 

—¡¡Estúpida!! —grita furiosa. 

—Hay es donde debes de estar, Franchestonta. 

Algunos estudiantes que están cerca de nosotros se ríen. Sigo mi camino y lo veo. Moisés está sonriendo y al verme su sonrisa desaparece. 

Desde aquel día no nos hemos vuelto a hablar, aunque a veces chocábamos miradas, y no era porque yo lo veía, sino que yo estaba tranquila y sentía una mirada y me daba la vuelta y era él. Ante su estúpida mirada, yo le daba una mirada de rabia, rencor, y justo en este momento está frente a mí, ya no siento nada por él, ni amor, ni odio, solo enojo. 

Lo ignoro y sigo mi camino. Carlos abre la puerta e ingreso al auto. —¿La llevó a la casa? 

—No. Carlos, lléveme al hospital. 

—Si señora. 

Él comienza a manejar. Observo por la ventana y Moisés ayuda a levantar a Franchestonta. Ambos observan hacia la dirección en la que me encuentro. 

Carlos avanza más hasta perdernos de vista. Suelto el aire comprimido, no ha sido nada grato volverlos a ver. 

Carlos me deja en el hospital y se retira. Entro y busco la habitación de Magi, al ingresar la veo reírse mucho. 

[***] 

Paso toda la tarde en el hospital, junto a mi familia. Al llegar la noche llamo a Carlos para venga a recogerme. Espero unos minutos y Carlos llega y de regreso a casa.

MAEL.

Carlos me llama para decirme que Fernánda se fue al hospital, Por lo menos se está portando bien, eso es bueno. Llamo a Esperanza, quien era amiga de mi padre cuando él estaba vivo, y también es mi madrina.

Inicio de llamada.

—Hola. 

— ¡Oh! Mael, tiempo sin escucharte. Dime, ¿cuál es el motivo de tu llamada? 

—Quiero saber si alguien se matriculó hoy. 

—¡Claro! ¿Dime su nombre? —pregunta tan alegre como siempre. 

—Maria Fernánda Castillo —se queda en silencio un par de segundo 

—Sí. Ella se matriculó en la carrera de ciencia de la comunicación. ¿Por qué preguntas? 

—Es una conocida. 

—Pensé que es tu novia, ya que es muy linda 

—No lo es…. 

Me quedó en silencio. No sé si decirle que es mi esposa, el historial que me enseño Gustavo decía que es muy problemática y si hace algo llamaran a su padre. Suspiro para mí, lo mejor es decirle. 

—Por qué te quedas en silencio. ¿Sucede algo con esa chica? ¿Quieres que no estudie aquí? —pregunta. 

—Ella es...es mi esposa —hay silencio al otro lado de la línea. 

—¡¡Qué!!, ¿Pero cuándo te casaste? No he escuchado rumores de tu boda. 

—Me case hace más de dos semanas, el abuelo quiso que me casará y termine aceptando el matrimonio. No se ha hecho público y no se hará, y no le diga a nadie... Cualquier cosa que ella haga mal me llama a mí. 

—Está bien. Te informaré todo sobre ella. 

— Gracias. 

— No hay de qué. Cuídate mucho Mael. 

— Igualmente. 

Fin de llamada. 

Cuelgo la llamada, me pongo de pie y veo la vista que se ve desde la parte alta del hotel. Tocan la puerta. 

—Pasa —digo. 

Sé, que si no es Ismael es Gustavo, ya que siempre me llaman cuando viene alguien y ello son lo únicos que tocan la puerta, por el hecho de que pueden entrar sin que yo le dé permiso a mi secretaria. 

La puerta se abre e Ismael ingresa con una gran sonrisa en su rostro. —Veo que estás desocupado. 

— ¿Qué quieres? 

—Quiero saber si, ¿Puedo ir está noche a tu casa? 

—¿Para qué?— No sé ni para qué pregunto, si ya sé la respuesta. 

—No te hagas el tonto, sabes muy bien el por qué. 

Él sigue con la idea de conquistar a Fernánda… Eso debería ser una noticia buena para mí, pero no me causa alegría. 

—¿Qué quieres? 

—Quiero saber su me permites cenar en tu casa. 

Me sonríe de lado. 

—Está bien. 

— Bueno me voy. 

Solo vino a eso. Ni bien acepte y él ya se va, me siento utilizado. Mejor continuo lo que estaba haciendo. 

Horas después. 

Carlos vino por mí y al lado de él se encuentra Ismael. 

—Vaya, que puntualidad —enarco una ceja. 

— Sabes que ante una bella no me puedo dar el gusto de hacerme esperar, y conociéndote a ti; eres capaz de cenar si mi. 

Ingreso al auto, e Ismael al de él. Después de unos minutos de recorrido llegué a casa. Ni bien salgo del auto y ya Ismael a esta en la puerta, suelto una pequeña sonrisa. Flor abre la puerta e Ismael ingresa de primero. 

—¿Dónde está Mafer? —es lo primero que pregunta. 

—La señora Mafer está en su habitación —algo anda mal en Flor, ella siempre la llama señorita. 

—¿Le puedes decir que baje? —pide Ismael todo emocionado a Flor. 

—No sé si la señora quiera bajar, al parecer se siente mal. 

— ¿Qué tiene? — pregunta Ismael preocupado. 

— Dolor de cabeza. Joven, creo que su ESPOSA —dice con un tono más alto la última palabra —, no cenara hoy. 

—Flor, dile que baje a cenar —ordeno. 

—Si — Flor se retira para ir a ver a Fernánda. 

—Creo que no le gustó que preguntara por ella, incluso me recordó que es tu esposa —me da la querella. 

—No le hagas caso, y ve a lavarte las manos. 

Vamos a lavarnos las manos y no sentamos en el comedor. Estoy en plena conversación con Ismael y Fernánda aparece. 

— Ya me matriculé, no me moles ... —se queda callada al ver a Ismael —. ¡¡Hola Ismael!! ¿Cómo estás? —una sonrisa se forma en sus labios. 

—Bien, ¿y tú? —ambos sonríe y eso es tedioso. 

—Bien 

—¿Nos acompañas a cenar? —le pregunta Ismael. 

Ella me mira y hace una morisqueta de desagrado. 

— Solo porque me agradas lo hago —dice y le sonríe. 

Ella se sienta con una gran sonrisa al lado de Ismael. Y aquí viene mi pregunta: ¿Por qué se sienta a su lado? 

A ella, Ismael le agrada mucho, ya que toda la comida y mientras estábamos en la sala se la paso riendo con él, mientras a mí, solo me hace mueca.
 




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