Señor Amargado [serie Las Marías #1] Corrigiendo.

Capítulo 12

Pov Mael.

Llego a casa y lo primero que hago es ir a la habitación de Fernanda. Abro la puerta y la susodicha se encuentra bien acostada bocabajo leyendo un libro mientras jurga con sus pies.

 

— ¡¡Escúchame!! — Exclamo furioso.

 

— ¡¡No te enseñaron a tocar la puerta!! — Grita poniéndose de pie.

 

— ¿En qué estabas pensando, para gastar esa cantidad en un día? — La fulmino con la mirada. ¡¡Es qué no sé, que me molesta más!!..... Que haya gastado todo ese dinero, o que lo haya hecho todo al propósito.

 

— ¡¡Haber!!, tú me dijiste que podía hacer lo que yo quería con la tarjeta; por que era mía, así que no me vengas con tus discursos baratos en estos momentos. — Cada día es más rebelde.

 

— Devuélvemela, no te daré la tarjeta por un mes para ver que haces. — Anuncio y ella frunce su ceño.

 

— ¡¡No!! ¡¡No te la daré!!

 

— Maria Fernánda, entregamos la tarjeta, ¡¡Ahora!! — Grito furioso.

 

— ¡¡He dicho qué no!! Señor amargado, no te daré nada y vete de mi habitación. — Lo miro furiosa.

 

Observo su habitación intentando buscar algo. Veo su cartera en el tocador. Camino hacia el tocador y ella se da cuenta de mis intenciones y agarra la cartera primero que yo.

 

— ¡¡Lo qué se da no se quita!! — Inquiere, mientras esconde su cartera por detrás.

 

— ¡¡Pero tú, buscaste motivo para que lo hiciera!! — Camino hacia ella, esa mocosa sale corriendo, pero la retengo y me clava las uñas, pero no la suelto, intento agarrar la cartera pero no puedo.

 

— ¡¡Dame la tarjeta!! — Vuelvo a pedirle la tarjeta.

 

— ¡¡No!! Hagamos algo, si no me la quitas me portare bien. — Propone.

 

— No te creo. ¡¡Dame la tarjeta!! — Ella retrocede y yo doy más paso, sigue retrocediendo.

 

— ¡Por favor, me portare bien! — Quiero ceder, pero…. ¡¡no!!, esa mocosa no se merece mi pena, ella es un rebelde y terminará portándose mal.

 

— ¡¡Dámela!!

 

— ¡¡No!! — Me muerde, me quejo y ella sale corriendo de la habitación, la sigo. Ella baja la escalera rápido y yo también.

 

— ¡¡Dame esa tarjeta por la buena!! — Ya estoy harto de ella.

 

— ¡¡No!!

 

Baja por completo la escalera y yo también, ella va a subir por la otra, pero no se que paso, al parecer coloco mal su pie y cayó.

 

— ¡¡Ay, me duele! — Se agarra fuertemente el pie.

 

¡¡Maldición!!, ¿Por qué no hace caso?, si tan solo hiciera caso no estuviera quejándose.

Camino hacia ella y me acuclillo — ¿Estás bien?, ¿Qué te pasó?

 

— ¡¿Estas ciego?! ¡¡Me caí!! — Exclama con la voz entrecortada.

 

— Se que te caíste…. no me explique bien, ¿Dónde te golpeaste?

 

— El pie me lo torcí…. y me duele mucho. — Ya está que llora.

 

Suelto un suspiro, ¿Cómo puede pasar de ser una malcriada a una mujer frágil? Niego con mi cabeza, ¿Cómo ser tan despistada?, uno siempre debe ver por donde camina.

 

— Déjame ver. — Ella niega.

 

Ruedo los ojos y voy a su pie, quito su mano y lo reviso. Su pie está rojo, esto posiblemente le quedará morado. Agarro su pie y grita.

 

— ¡¡Me duele señor amargado!!

 

— Deja de llorar y aguanta, esto te ayudará. — Es rebelde y llorona.

 

Comienzo a hacer suaves movimientos en forma circular, esto le ayudará un poco.

 

— ¡Despacio que me duele! — Si se queja, esta mujer es problemática.

 

Termino de masajes su pie — ¿Te sigue doliendo?

 

— Un poco. — Su cara es muy…. fea.

 

— ¿Puedes ponerte de pie? — Asiente.

 

Por intuición le di la mano para que se pusiera de pie, pero ni bien asentó el pie lastimando se terminó quejando. ¿Por qué las mujeres se quejan tanto?, especialmente ella.

 

— ¿Por qué eres tan problemática?

 

— ¡¡Oye!!, ni por qué me lastime eres bueno conmigo. — Frunce sus labios y eso la hace ver muy tierna…… ¿Qué cosas estoy pensado?, ella se ve fea, además, debo estar pensando en cosas innecesaria, tengo que ayudarla.

 

Pov Mafer.

 

Él me mira y me coge entre sus brazos. — ¿Qué haces? — Lo miro asustada.

 

— No se, dime tú. — Nuestras miradas se cruza y el la desvía.

 

El camina hacia la escalera izquierda y comienza a subir conmigo en sus brazos. Ahora que estoy cerca de su rostro puedo ver que en verdad es guapo, además en momento se ve más guapo.

 

Observo detenidamente su rostro, su nariz es bonita, sus ojos, su cabello bien peinado, sus labios se ve extrañamente raros hoy día, pero el es muy lin…..

 

— ¡¡Ay!! — Me quejo. El muy idiota me tiro de un solo en la cama. — ¿No puede ser más cortes? — Cuestiono.

 

— No puedo….. especialmente contigo, ya hice mucho trayendo hasta acá, ya que estas muy pesada. — Eso si me duele, yo no estoy gorda, no creo que haya subido de peso, eso es imposible por mi genética.

 

— ¿Me estás diciendo qué estoy gorda?

 

— Yo no te he dicho nada, tú misma lo dijiste. — Lo miro con rabia, agarro lo primero que mi mano toca, le tiro la almohada en la cara.

 

— ¡¡Vete de mi habitación imbécil!! — ¿Por que me molesta? Yo no le hago nada…… bueno, si le hago, pero no es para que me diga gorda.

 

— No es preciso, ya me voy…. — me da una sonrisa hipócrita —….  Tengo que ir a ver la tarjeta. — Abro mis ojos como platos y niego rápidamente.

 

— ¡No te vallas!, ¡No me dejes! — Suplico.

 

— lo siento mucho, pero la tarjeta me llama — sonríe con burla.

 

Tengo que hacer algo, necesito llegar primero a la tarjeta, ¿Pero cómo? , si el pie me duele.

 

Agarro a Mael del brazo, y lo acerco a mí. — ¡¡No te vayas!!

 

— ¡¡Suéltame!! — Pide fastidiado.




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