Pov Mael.
Ismael cuido de Fernánda y cuando ella descansa viene al despacho a conversar conmigo. Yo no se ni que hacer, así que me puse a revisar el los papeles del trabajo que tenia para hoy.
Después.
Estoy estresado. Dejo un rato la computadora, tiro mi cabeza para atrás en señal de cansancio y cierro los ojos. Escucho la puerta abrirse y medio abro los ojos para ver quien es. Me doy cuenta de quien es y me hago el dormido.
Trato de que no se de cuenta de que estoy despierto. Ella agarra un libro y se va. Me incorporo, pensé que me haría algo….. talvez: Tirarme el libro en la cara, o cualquier otra locura, pero no hizo nada.
*****
Se hizo más tarde. Ismael se fue ya que tiene que solucionar un problema con una chica. Apena veo que su carro desaparece voy rápidamente al cuarto de Fernánda.
Entro a la habitación y ella duerme. Me acerco y toco su frente y esta caliente. Salgo de su habitación y voy en busca de Flor.
—¡Flor!, Fernánda. — Me quedo en silencio.
No le voy a decir que entre a su habitación mientras ella dormía, que pensaría de mí.
— ¿Qué sucede con la señorita Fernánda? — Me mira curiosa.
— ¿Ya está buena? , ¿Si, no?, ¿No le toca los medicamentos?
— Ella se está recuperando, además el joven Ismael me dejó explicado todo sobre su medicamentos y no es hora de darle, ¿Por que? — Piensa rápido Mael.
— Por nada. Simple curiosidad. — Salgo de la cocina.
Ella me preocupa, ¡¡¿y si empeora?!! Pero el doctor dejo explicado como es la suministración de los médicamente, el sabe lo que hace.
Vuelvo al despacho, y si algo pasa podre escuchar los grito desde ahí, no está tan lejos de su habitación. Agarro un libro y me pongo a leer para entretenerme.
En la noche.
Escucho unos ruidos que viene de habitación de Fernanda, salgo corriendo a la habitación de ella.
—¿Qué paso? — Pregunto rápidamente al entrar y no verla.
— Ella tiene fiebre muy alta y está vomitando. — Manifiesta Flor.
— Llévate todo Flor, yo me encargaré de ella. — Flor solo asiente.
Camino hacia el baño. Ella esta en el lavabo, su cabello cae en su rostro y se puede ensuciar. Me acerco a ella y lo recojo en mi mano evitando que se ensucie.
Ella alza su mirada y a través del espejo nos miramos. Su mirada refleja confusión y es normal, ni yo mismo entiendo que hago aquí. No es que me interese…… bueno si me interesa un poquito y no solo eso; también me siento culpable. Ella me conto la razón de su miedo y yo me porte como una idiota.
Sin dejar de mirar al espejo abro la llave para que desaparezca el vomito. Ella desvía su mirada, se enjuaga la boca y se lava el rostro. Sigo sosteniendo su cabello, por que si lo suelto le molestara en la cara.
Busco una toalla. Cerca hay una toalla, la cojo y se la doy. Ella se seca su rostro y deja la toalla cerca del lavabo.
— ¿Qué haces aquí? — Pregunta.
Suelto su cabello. Yo no quiero pelear con ella, así que directamente toco su frente.
Por más que trate de no pelear lo terminamos haciendo. Ella sale del baño, me acerque al lavabo y miro mi reflejo. Cierro los ojos, inhalo y exhale.
¡¡¿Por que es tan terca y resentida?!! Me haces sentir peor.
Salgo del baño. Ella está acostada de espalda, dudo... pero me siento en la orilla de la cama. Peleo internamente conmigo mismo. Alzó mi mano y la pongo en su hombro, su piel está caliente por la fiebre.
— No me toques. — Retiro mi mano rápidamente.
— O…. — Me interrumpe.
— Vete de aquí, aborreces verme…. no te amargues conmigo.
Ella ni en esto momento se olvida de eso. Yo se que me pase de la raya al tratarla tan feo, se que hice mal y estoy arrepentido por eso.
Si mamá estuviera viva, me hubiera dado una buena regañada. Mi madre desde niño me decía (Trata bien a las niñas, se caballeroso con ellas) Y lo era pero las personas cambian. Y Fernánda llego en un mal momento en mi vida, cuando yo, ya no soy el mismo. No debí desquitarme con ella pero es que no puedo creer que fui tan tonto en confiar en Judit…… pero eso no justifica todas las cosas de que le dije.
Me pongo de pie, no quiero molestarla más y salgo de la habitación. Voy a la cocina en busca de Flor.
— ¡¡Flor!!— Ella me mira.
— Dígame joven.
— Son las siete de la noche. No se si puedas, pero necesito que a las diez, le lleve a Fernánda sus medicamentos, ya que lo vomito todo.
— Claro joven, lo hare con gusto.
— Gracias.
— ¿Va a cenar joven?
— Si. — No tengo hambre, pero cenaré, por que si no lo hago el próximo enfermo seré yo.
*****
Termino de cenar y voy a la habitación de Fernánda. Abro despacio la puerta e ingreso. Ella esta dormida, camino hacia ella despacio para evitar hacer ruido.
Me acerco a ella, toco su frente. La fiebre no ha bajado, ¿Qué hago? Ella no puede tomar los medicamentos todavía……. ¡¡Piensa Mael!!
Cuando era niño, y tenía fiebre mamá me ponía paño de agua fría y la fiebre bajaba…… ¿Y si hago lo mismo? Si a mi me ayudaba con la fiebre a ella también.
Salgo de su habitación y voy a la lavandería. Agarro una lavacara pequeña y la lleno de agua. Busco unas toalla pequeña y regreso a la habitación de Fernánda.
Agarro las toallas y la vierto en el agua. Agarro una y la exprimo, la coloco en su frente. Pensé que se despertaría, pero gracias a Dios no paso.
Más tarde.