Señor Amargado [serie Las Marías #1] Corrigiendo.

Epílogo.


Pov Mafer.

Seis años después.

Hoy es el cumpleaños número siete de Matías, ha crecido mucho. Él es un niño muy adorable e inteligente –eso lo heredó de Mael, por qué yo inteligente no soy–, me lleno de nostalgia al recodar los dolores de parto. 

Papá prende la vela del pastel de Matías y comenzamos cantarle el feliz cumpleaños. 

— ¡¡Feliz cumpleaños a ti!! ¡¡Pide un deseo!! — Él cierra sus ojos y sopla la vela en forma de número siete. 

— Que muerda la torta, que muerda la torta. — Grita Mario Ángel y el resto del batallón de enanos. 

Matías se acerca a la torta, Mario Ángel, Sebastián y Mae lo hunde. — ¡¡Mario Ángel!!, ¡¡Mae!! ¡¡Sebastián!! — Grita Maru, Ximena y Majo. 

Matías alza su cabeza y su carita está toda sucia de pastel, sus primos se ríen. Mael se acerca y le limpia la cara. 

— ¡Esta rica la torta papá! — Reímos. 

Juntar los nombres, Mario Ángel, Sebastián, Mae y Matías solo sacan tres palabras: dolor de cabeza. Esos cuatro enanos son una cosa tremenda. 

Camino hacia Matías y acaricio su mejilla. — ¿Así que esta rica la torta? 

— Si mamá. — Mael limpia por completo su cara. — Gracias papá. — Mael acaricia su cabello. 

— ¡¡De una vez posen para la foto!! — Exclama Maru. 

Mael me da una sonrisa, y coge a Matias entre sus brazos, y a mí me agarra de la cintura acercándome más a él. Nos arreglamos para tomarnos la foto 

— ¡Digan Whisky! 

— ¡¡Whisky!! — Decimos los tres al mismo tiempo. 

— Listo, ahora foto con los primos. — Manifiesta Maru. 

Mael entrelaza su mano con la mía y me alejamos un poco para que Matías se tome las fotos. Mael me abraza por detrás y besa mi sien. 

— Siete años desde que llegó a nuestra vida. Recuerdo ese diez de mayo cuando lo vi por primera vez, de solo recordar ese día mi corazón se llena de nostalgia mi amor. 

— El mío también. El recordar cuando lo tuve en mi pecho, cuando le di mi seno me hace revivir esa emoción indescriptible. — Veo la sonrisa de mi hijo y siento tanta felicidad, es la misma felicidad que siento cuando Mael sonríe. 

— Te amo a ti y Matías, y no me casaré de decirlo. 

— Yo también los amo. 

Mael besa mis mejillas, y nos quedamos abrazados viendo a Matías mientras se toma fotos con sus primos, sus compañeros, sus tías y tíos, con papá, Maria Gracia y demás invitados. 

[...] 

Al terminar la fiesta mi niño quedo exhausto, se quedó dormido en los brazos de Mael. Me despido de mis hermanas, y sobrinos. 

— Llevaré a Matías a su habitación. — Me comunica Mael. 

— Cámbiale de ropa, trata de que no se despierte. 

— Está bien. 

Él se va con Matías. Mael ha sido un gran padre, y esposo. Él se ha encargado de hacernos feliz todos los días.


— Tía. — Me llama Mario Ángel. 

— Dime. — Mario Ángel es un niño bien simpático, a diferencia de Matías él es más intrépido, mi hijo es más tierno. 

— Es que Matías me contó el deseo que pidió, y me dijo que no le digiera a nadie. Pero yo te lo quiero decir tía, porque solo tú y junto al tío Mael pueden cumplir su deseo. — Enarco una ceja. 

— ¿Cuál es el deseo de Matías? 

— El deseo de Matías es: tener un hermano o hermana así como yo. 

Al no sentirme preparada para otro embarazo yo me he cuidado. Mael acepto mi decisión a pesar de que él quería tener más hijos. Ha pasado siete años y, al escuchar el deseo de mi hijo aumenta más la llama del anhelo de volver a ser madre. 

— Gracias por decírmelo Mario Ángel. 

— Es que papá me dijo que para tener un hijo se necesita un acto de amor de padres; no a la cigüeña. — Está haciendo de Mario Ángel su copia exacta. — Por eso tía te estoy contando el deseo que debía ser un secreto, porque quiero que le des un hermanito o hermanita a Matías. Al él le gustan mucho los bebes. 

Acaricio el cabello de Mario Ángel. 

— Gracias por contarle a la tía. 

— Quiero que Matías sea más feliz. — Ellos dos se llevan muy bien, siempre pasan juntos, ellos se tienen mucha confianza. 

— Él lo será Mario Ángel. — Él me da una sonrisa. 

— Mario Ángel — lo llama Maru —, tu papá no está esperando. 

— Voy enseguida mamá. — Él me mira. — Tía no le diga a Matías que te dije, ya me voy, mañana vengo a jugar con él. 

— No le diré nada.— Me agacho y beso su mejilla. — Descansa Mario Ángel. 

— Tu también tía. — Él se va corriendo juntos a Maru, ella me da una sonrisa y se va. 

Entro a la casa y voy a la habitación de Matías. 

[...] 

Entro a la habitación de Matías, Mael lo arropa y acaricia su rostro. 

— ¿No se despertó? — Me siento a su lado. 

— Medio, pero se volvió a dormir. — Mael me mira. — No me acostumbro a verte sin tu cabello largo. — Manifiesta. 

Me hice un cambio de look. Corte mi cabello hasta los hombros y me hice el alisado. 

— ¿Lo extraña? — Él se acerca a mi oído y con su voz ronca susurra. 

— Si, con el cabello largo te podía agarrar mejor, y ahora como lo tienes corto se me complica un poco. — Muerdo mi labio inferior. 

— Crecerá... — jadeo al sentir su mano indagando mis lugares más vulnerables ante su tacto. 

— Ya quiero que eso pase, me gusta liarlo en mi mano y darte bien duro. — Ya estoy húmeda. — Vamos a la habitación. — Ordena. 

— Vamos. 

Rápidamente, nos ponemos de pie. Salimos de la habitación de Matías y ni bien cerré la puerta él me alza y, rápidamente rodeo su cadera con mis piernas y me pega a la pared. 

— Tan exquisita como siempre. — Succiona mi cuello, mientras aprieta mis nalgas provocando mis gemidos. 

— Mael. — Susurro excitada. — Vamos a la habitación, aquí nos pueden ver. — Gruñe. 

Rápidamente, camina hacia nuestra habitación, entramos y con delicadeza me tira en la cama y devora mis labios mientras sus dedos me hacen vibrar del placer. 

[...] 

Meses después.

Me quité el implante varios meses atrás. Este mes no me vino el periodo por lo que compré una prueba de embarazo casera. 

Mael me está esperando para irnos a dormir. Él no sabe que quite los implantes, por lo que no tiene ni la más mínima idea de un posible embarazo. 

Pasaron los minutos que tenía que esperar, con nervios agarro la prueba y... ¡¡sí, estoy nuevamente embarazada!! 

Voy a ser madre por segunda vez. Salgo de la habitación y me abalanzó hacia Mael, él acomoda en su regazo. 

— ¿Pasó algo en trabajo? — Trabajo como presentadora de noticia en uno de los canales de ERD la cadena de televisión de Elvis y Rosy. 

— No. 

— ¿Terminaste el libro de Majo? 

También soy escritora de romance más conocida por escribir 《Señor amargado》escribi mi historia de amor junto a Mael y las de mis hermanas también. 

— No. 

— ¿Entonces? 

— Cierra los ojos... — Él me hace caso, me pongo de pie y pongo la prueba de embarazo frente a él — ábrelos. — Sonrío. 

Él abre sus ojos como platos, y pestañea varias veces. 

— Mafer. 

— ¡¡Estoy embarazada Mael!! — Él se pone de pie y me abraza de un solo dándome la vuelta. 

Lentamente, mis pies tocan el piso, y él me abraza. 

— Otra vez seremos papá, he anhelado escucha esta noticia desde hace tiempo. — Mi corazón se estruja. 

— Sé que demore mucho, pero nuestro hijo o hija ya está viviendo dentro de mí. 

Él alza mi barbilla y me besa bien rico que me enciende. Sus manos se desliza por mi espalda y sus labios desliza por mi cuello. Acaricio su caballo. 

— Ma... — no separamos de un solo. 

— Matías, ¿qué haces despierto a esta hora? 

— Yo no puedo dormir, por eso vine a preguntar si me dejan dormir con ustedes hoy por favor. — Esta noche no haremos nada. 

— Claro amor. — Mael y yo sonreímos. 

— Gracias mamá y papá... ¿Qué estaban haciendo? — Le hago seña con los ojos a Mael para que saque una excusa. 

— Matías... tu mamá y yo no estábamos abrazando. 

— Ah, ya. 

Veo los hermosos ojos de mi hijo. Me acerco a él y acaricio su mejilla. 

— Te tengo una noticia mi amor. 

— Dímela mamá. 

— Dentro de unos meses va a nacer tu hermanito o hermanita. — Él abre sus ojitos como platos. 

— ¡¡¿Estás embarazada mamá?!! 

— Si mi amor. — Él me abraza. 

— El deseo si se cumplió mamá, voy a tener un hermanito o hermanita. — Él besa mi vientre. — Te quiero mucho. — Le habla a mi vientre. 

Mael coloca la mano en mi cintura y se acerca más a mi cuerpo, mientras Matías acaricia mi vientre. 

— Los amo a los tres. — Mis dos amores me abrazan. 

— Y yo a ustedes. 

[...] 

Meses después.

Escucho el llanto de mi hija, al fin nació, al fin la voy a conocer. El doctor la pone en mi pecho. 

— Es preciosa. — Susurra Mael. 

— Lo es. 

El sentimiento de ser madre es único, es la segunda vez que siento estoy y no me cansaré de decir que es maravilloso.


Acaricio a mi hija, a mi princesa, a la mujer que más amo en este mundo. 

— Bienvenida al mundo, mi hermosa Mariel.




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