Escuche sonar el despertador, me pareció extraño ya que no tenía ninguno en mi casa. Abrí mis ojos lentamente, estaba en una cama y definitivamente ese lugar no era mi habitación, aunque me resultaba bastante familiar.
⎯¡Espera un segundo! ⎯vi hacia un cuadro en la mesita de luz, era una foto del señor conejo. Lleve mi mirada debajo de las sabanas⎯. Tengo mi ropa puesta.
Tras comprobar que no me había acostado con el señor conejo, me dispuse a sentarme en la cama. Acomode un poco mi cabello, no recordaba bien cómo había acabado en su camerino/dormitorio.
Vi que mi bolso estaba en la punta de la cama, lo cogí y mire la hora. Era pasada las doce del mediodía, si que había dormido bastante. Escuche que alguien toco la puerta, entre en pánico pero no tuve tiempo de ocultarme, una chica apareció ahí mismo.
⎯¿Señorita René? ⎯ella me pregunto, asentí.
⎯Disculpe por esto, el señor conejo no me… ⎯intente justificarme buscando rápidamente excusas, lo último que quería era meterle en un lío⎯. Simplemente el me ayudo, me estoy quedando en un hotel ahora mismo y. ⎯ella me interrumpió.
⎯Espere, me mando él. ⎯dijo ella sin dejarme hablar, parecía una chica joven. Ya la había visto en recepción antes.
Me sorprendí, era extraño que él mandara a alguien a despertarme.
⎯¿Por qué? ¿Ya ha empezado su función? ⎯tampoco había escuchado que tuviera asistente, a excepción del vendedor.
⎯… Usted, ¿Podría ser que no sabe nada? ⎯me dijo confundida, definitivamente estaba peleando consigo misma en contarme.
⎯¿Qué cosa? ⎯pregunte, definitivamente no entendía lo que me quería decir.
⎯Él solamente trabajaba hasta hoy, decidió alistarse en el ejército.
⎯¡¿Qué?! ⎯le vi confundida y me levante de inmediato, esa era una decisión demasiado repentina⎯. ¡¿Qué está diciendo?!
⎯Él lo decidió hace poco, supuse que lo hablaría con usted. Pero, me dijo que la despertara y que aceptara sus despedidas.
⎯… No pudo hacer eso. ⎯apreté mis puños, estuve conmigo toda la noche y luego se fue.
⎯Lo lamento. ⎯esa era una situación difícil para ella.
⎯¿A qué hora se fue? ⎯le pregunté, debía saberlo por lo menos.
⎯Él acaba de salir hace un rato de la habitación.
⎯¿Estoy a tiempo? ⎯sentí una opresión en mi corazón, gruñí enfadada⎯. ¿Por qué no me ha dicho nada? ¿Su confesión era una maldita farsa? No, no.
⎯Señorita, si quiere alcanzarlo. Debe comenzar a correr. ⎯dijo sacándome de mis pensamientos.
La mire con mis ojos como platos, no tenía tiempo ni de buscar mis zapatos. Cuando abrí la puerta, comencé una carrera hacia la salida. Allí estaba yo, en medio de toda la gente corriendo de un lado para el otro, porque para colmo no me acordaba del camino más cercano y de ninguna cortada.
Sí, anoche le había dicho que no lo quería. Me estaba mintiendo, esperando que el próximo año, comenzáramos de nuevo y terminar de cerrar nuestra historia… pero era imposible si él se iba sin escucharme.
No podía verle por ningún lado y abrí mi boca para gritar su nombre, pero me detuve en el lugar… no tenía idea de cómo se llamaba en realidad.
Sentí mi garganta seca y quería llorar, debía encontrarle antes de que se vaya. Entre los ojos que me observaban, una señora se acerco hacia mí, vi que venía acompañada de su pequeña hija.
⎯¿Qué pasa, señorita? ⎯ella se quedo en frente de mí.
⎯¡Estoy buscando al señor conejo! ⎯le dije, cogí un poco de aire mientras me sostenía de mis rodillas.
⎯Paso por aquí hace un momento. ⎯me dijo, la niña me miro sorprendida.
⎯¿Hacia la puerta principal? ⎯pregunte, la señora señalo al salón siguiente.
⎯Debes seguir todo derecho, es el camino más rápido.
⎯¡Gracias! ⎯le sonreí y comencé a correr de nuevo.
Toda mi vida había huido de cada una de mis relaciones, el señor conejo me escucho por mucho tiempo. Ninguno de ellos fue realmente importante, después de lo que sentí la noche anterior, no podía pensar en encontrar un reemplazo para él.
No hay reemplazo. Yo también estaba feliz de su existencia.
Quería estar a su lado.
Corrí velozmente y observe a un chico rubio a lo lejos, sonreí al ver que aún no se había ido. Podía arreglar las cosas, solo debía detenerle y ser sincera con él.
Estuve a unos metros, me apure a tomar su mochila. Trague antes de que él girara a verme.
⎯¿Qué? ⎯dijo él, se dio la vuelta.
Si, su cabello era rubio. Pero no era el señor conejo. Negué con mi cabeza disculpándome y el chico siguió su camino.
Le vi irse, eso iba a ser lo más cercano al señor conejo que vería por última vez. Toque mi corazón sobre mi vestido, sentí el dolor comerme en carne viva.
Le había perdido. Me arrodille en el suelo, mientras observaba a la puerta… esperando que el apareciera de nuevo. A lo lejos, la misma recepcionista que entro en la habitación, parecía haberme seguido. Luego quedo a mi lado, sin saber bien que decir.
⎯¿Él ya se fue, verdad? ⎯dije intentando sonreír, puso una mano en mi hombro y apreté mis labios, trate de contener mis lágrimas. Ella asintió.
⎯Lo siento, escuche los informes. Subió a su vuelo. ⎯se disculpo, yo continúe sonriendo.
⎯Por lo menos dime una cosa… ⎯ella me miro, yo trague saliva. Me valía por lo menos saber eso⎯. ¿Cuál es su nombre?
⎯Se llama Neithan.
⎯Neithan, es un lindo nombre. ⎯me hubiese gustado saberlo antes, poder llamarle. Me aferre a mis hombros y comencé a llorar.
Ese día había armado un gran espectáculo, perdí al amor de mi vida cuando apenas le encontré. Quizás fui demasiado lenta para darme cuenta, y creí en mis segundas oportunidades.
Podía jurar que Neithan era la persona que estaba destinada para mí, pero le deje ir.
No acabo como una historia de amor cualquiera, en la cual llegaba justo a tiempo. Había corrido con la esperanza de detenerle en vano, por lo menos hice lo que estaba a mi alcance. Neithan no volvió a ese sitio, y yo tuve que regresar a mi vida normal con Mary.
Olvidándome que había conocido el amor y que lo perdí.