Señor Corazón [serie Las Marías #2]

Capítulo 6. La cita.

GUSTAVO. 

Termino de firmar del dibujo... ya está culminado mi trabajo. Lo dejo para que se seque y camino hacia donde está mi celular. 

Veo la notificación... pensé que nunca me la iba a aceptar. Voy a Messenger y le escribo. 

Mi saco me sirvió de escusa para verla. Cuando le pregunté si no podíamos vernos ella demoró mucho en responder y antes de que digiera no... saque la escusa del saco y ella aceptó. 

Este encuentro va a ser nuestra primera cita... solo que ella no lo sabrá. 

Me doy una ducha rápida, me arreglo. Salgo de mi departamento, y entro a ascensor. 

El ascensor se abre y rápidamente voy hacia mi auto, entro y me voy hacia mi cita. 

[***] 

Estaciono mi auto, y salgo. Busco a Maluli con la mirada, pero no la encuentro... visualizo el auto de la familia Castillo. Ella sale de auto más bella de lo habitual, no despego mi mirada de ella, su belleza y esa hermosa aura que la rodea me están hipnotizando. 

Al parecer me está buscando... a una mujer no se la debe de hacer esperar. Camino hacia ella. 

Estoy detrás de ella, pero no se ha dado cuenta de mi presencia. Me acerco a su oído y susurro: —Hola. 

Ella gira, pero se tambalea y ante de que se caiga la agarro de la cintura y aprovecho para acercarla a mí. 

—No es porque sea malo, pero me gustaría que cada vez que no encontremos pierda el equilibrio para poder salvarte y tenerte entre mis brazos otra vez —expreso. 

—Evitaré no caerme —río por lo bajo. 

Miro sus ojos y sus pupilas se dilatan haciendo lucir tan tierna. 

—¿Sabes? Nunca tuve un color favorito, pero ahora lo tengo. 

—¿Cuál es? 

—Es el color café —manifiesto. 

—¿Por qué? 

—Porque es el color de tus ojos. 

Ella desvía su mirada, se me escapa una sonrisa al ver como sus mejillas se tornan rosa. 

—Maluli —susurro. 

—¿Podrías soltarme? —pregunta sin mirarme a los ojos. 

Ella es tan linda, su actitud me llena de ternura. Lentamente, la suelto, pero ella no me mira. Maluli estira su mano con la bolsa. 

—Aquí tu saco... gracias por prestármelo. 

Agarro la bolsa. 

—¿Ahora con que excusa te veré? —ella alza la mirada—. ¿Quieres pasear un rato? 

—No tengo nada que hacer, y en casa me aburriré así que sí. 

—Eso me ofende, pero por ser tú lo dejo pasar... ¿Vamos? —ella asiente. 

Comenzamos a pasear por el parque, ella está como a treinta centímetros alejados de mí, si me le acerco me huye, pero yo no me voy a rendir; yo la quiero a ella en mi vida no como amiga sino como mi novia, poco a poco me voy a ganar su corazón. 

Ella se sienta en una banca, y yo también lo hago. Maluli es muy tímida y eso no me molesta. 

—Oye, ¿Cuál es tu color favorito? 

Al fin me mira a la cara. 

—Es el lila. 

—El lila y el café hacen una linda combinación, ¿no crees? 

—No. 

Se me va a complicar mucho llegar a su corazón, pero nada es imposible en esta vida y la virtud es una de mi paciencia. 

—Yo digo que si, pero si tú dices que no es no. 

—¡¡Algodón de azúcar!! ¡¡Algodón de azúcar!! 

Le hago seña a la vendedora y ella rápidamente se acerca a mí. 

—Cómprele un algodón de azúcar a su linda novia —me dice sonriente. 

Miro a Maluli y ella está roja. 

—Me da uno. 

—¿Qué color quiere? Verde, lila, rosa o azul 

Saco mi billetera. 

—Me da un lila. 

La vendedora me da el algodón, y le pago. 

—¿No tiene una moneda pequeña? 

—No. Señora, puede quedarse con el cambio. 

—Muchas gracias, joven. 

—No hay de qué. 

Ella me da una sonrisa de agradecimiento y se va dejándome nuevamente solo con Maluli. Ella está en completa quietud. 

—Ten —le doy el algodón de azúcar. 

—¿No es para ti? —niego. 

—Lo compré para ti... aunque no sé si te gusten los algodones. 

Ella me da una sonrisa y me acepta el algodón. 

—Gracias. 

—¿Te lo ayudo a abrir? 

—Sí. 

Quito la funda que cubre el algodón de azúcar y se lo doy. Ella comienza a comer. 

Ella es como el algodón de azúcar: única, suave y dulce. 

—¿Quieres? —creo que tenía muy fija la mirada en ella. 

—Lo compré para ti, pero ya que me quieres dar no me puedo negar. 

Reímos. 

NARRADOR. 

Como Maluli no tenía experiencia con chicos no entendía algunas de las indirectas de Gustavo. 

Al terminar el algodón azúcar, Gustavo llevó a Maluli a los juegos que había en el parque, ya que se celebraba una fecha importante y la feria había llegado. 

Gustavo junto a Maluli se subieron a unos juegos como: los carros chocones, la rueda de la fortuna, la casa de terror y también jugaron a las máquinas de peluche. 

Gustavo hackeó la máquina de peluche y sacó cinco peluches para Maluli. Unos niños que estaban cerca vieron "lo bueno que es para la máquina" y le pidieron que sacara peluches para ellos y lo hizo. Ese pequeño gesto de Gustavo hacia los niños hizo que el corazón de Maluli lo apreciará más. Después de dejar la máquina casi vacía los dos fueron a almorzar. 

MALULI. 

Salimos del restaurante, y volvemos a la banca donde nos habíamos sentado antes. Le mando un mensaje al chófer para que venga por mí. 

—¿Qué te pareció mis capacidades en la máquina de peluche? —pregunta sonriente. 

—Hiciste trampa —declaro. 

—Eso no esperaba escuchar, yo pensé que me dirías: "Gustavo, eres el mejor en ganar peluche". 

Río. 

—Sí... Eres el mejor. 

—Se siente bien escuchar eso y más si viene de ti —desvío mi mirada. 

—Oye, y si le pongo nombres a los peluches. 

—Eso solo lo hacen los más pequeños. 

—Eso no importa, hay que ponerle nombres —insiste. 

—Está bien, escucharé los nombres. 

—Vamos del más grande al más pequeño. —asiento con mi cabeza. 

Saco los peluches de la bolsa y se los doy. Él me vuelve a entregar el peluche de corazón. 

—Este se llamará Gus —me da el de un osito—, este será Ta —lo meto a la bolsa y él agarra el peluche de abeja y me lo da—, este Vo —agarra la flor y me entrega—, este se llama Mi y el más chiquito se llama Amor —me da el pulpo—. ¿Te gustan los nombres? 

Por estar mirándolo no puse mucha atención en los nombres. 

— Gus... Ta... Vo Mi Amor —abro los ojos como platos por lo que dije y él solo me sonríe—. Ese no es un nombre 

—Si lo es. Ya los bauticé con esos nombres, y así se quedará. Tienes que llamarlos así, y como consejo llámalo del más grande al más chico —sugiere con una sonrisa. 

—Los llamaré salteado —digo. 

—No, más bonitos sueña del más grande al más chiquito —se lamenta. 

No voy a decir Gustavo mi amor delante de él. 

—A mí me gusta salteado —manifiesto. 

—Ya que... pero no lo pierdas —pide. 

—No lo haré. 

Mi celular vibra, veo la barra de notificaciones y es el chófer. Levanto la mirada y veo al frente. 

—Me tengo que ir Gustavo. 

—Si apenas son las dos —manifiesta. 

He pasado más de tres horas con él. 

—Si, pero ya tengo que ir. 

—Te acompaño, no vayas a hacer que caigas y no te pueda salvar —se encoge de hombros. 

—Está bien. 

Caminamos hasta el auto, el chófer abre la puerta. Veo la bolsa donde están los peluches y el saco de Gustavo. 

—Dame un minuto y te doy tu saco. 

—Me lo das otro día. 

Volver a verlo nuevamente, como dijo Majo: aprovecha el momento. 

—¿Seguro? 

—Sí. 

—Entonces te lo entrego otro día. Me tengo que ir, gracias por este día... Chao. 

Ingreso al auto, el chófer cierra la puerta. Él sigue de pie dándome una gran sonrisa. 

—Me divertí mucho Maluli. 

—Yo también Gustavo. 

El chófer arranca, él se despide con la mano y yo también. Lo pierdo de vista y suelto un suspiro. 

—Gustavo —muerdo mis labios. 

NARRADOR. 

—Sí —musitó Gustavo ingresando a su auto. 

Él había conseguido otra escusa para volver a ver a Maluli. El celular de Gustavo sonó, revisó el chat de Ismael y el de su mamá. Prendió el auto y se fue o casa de Ismael a hacerle compañía, por el hecho de que no se llevaba con Mael y Cristiano. 

[***] 

Maluli llegó a su casa y trató de no llamar la atención de nadie e ingresó en silencio. Subió de una manera rápida a su habitación y al entrar se encontró con sus hermanas. 

—¡Maluli! —exclamaron Mafer y Majo. 

Ellas dos le preguntaron al chófer si iba a recoger a Maluli y ante la afirmación de él decidieron esperarla en su habitación. 

—¡¡Ay, me van a matar del susto!! —exclamó llevándose la mano al pecho. 

—¿Cómo te fue en tu cita? —preguntó Majo. 

—No fue una cita —recalcó. 

—Demoraste casi 4 horas y dices que no fue una cita —cuestionó Majo. 

—¡Majo! —La regañó Mafer. 

—Tú como ya tienes a tu macho —expresó con picardía. 

—¡Oye! —la zarandeó Mafer. 

—Ustedes dos dejen de pelear... Gustavo y yo paseamos un rato, por eso demoramos. —comunicó Maluli. 

—Un rato, ¿qué tan largo fue el camino? —preguntó Mafer. 

—Fue muy largo —respondió Majo en vez de Maluli. 

—Chicas, él y yo solo hablamos, fuimos a unos juegos, almorzamos y eso. 

Mafer y Majo se miraron con complicidad. 

—Te creemos —dijeron al mismo tiempo. 

—Está bien, le contaré todo lo que paso. 

[***] 

Maluli le contó a Majo y a Mafer, y casi seguido la votó de su habitación amablemente, antes de que le hiciera más preguntas. 

Maluli cerró la puerta con seguro y sacó los peluches. Camino hacia la estantería en la pared y lo comenzó a colocar del más grande al más pequeño. 

— Gus... Ta... Vo... Mi... Amor —soltó un suspiro. 

Caminó hacia la cama y se dejó caer esbozando una gran sonrisa. 

—Gustavo —susurró cautivada. 

En la noche. 

Después de visitar a Ismael, Gustavo fue a la casa de su mamá y después de la cena se marchó. 

Al llegar a su casa se dio una ducha, se puso su pijama y se acostó en su cama. Agarro su celular y le escribió a Maluli, al ver su respuesta no pudo contener la sonrisa. 

—Espero volver a verte pronto Maluli  —bisbiseó 

MALULI. 

Descansa —leo en mi mente el mensaje de Gustavo. 

Igualmente —respondo y me desconecto. 

Hoy día fue muy especial para mí, espero que se repita nuevamente. 

Ya quiero verte de nuevo Gustavo.


~cerezos ★




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