MALULI.
He consultado en Internet como besar, y he leído varios artículos que donde explican lo que debes hacer, y en uno de ellos leí que se puede practicar con naranja y...
—Señorita Maluli, aquí está su cinco naranjas —me pongo de pie y abro la puerta.
—Gracias, Grety.
Recibo mi cinco naranja, me siento en la silla del escritorio, agarro uno y pongo en práctica lo leído.
Creo que esto no funciona. ¿Por qué es tan difícil besar? ¿Debería preguntarle a Maru? Majo está "en su trabajo" Salgo de mi habitación y voy a la de Maru.
—Maru.
—Pasa, la puerta está abierta.
Abro la puerta, y Maru está cambiando de ropa a Mario Ángel y Magi pasándole la ropa. Desde que Maru le pidió perdón a Magi siempre pasan juntas, mi hermana mayor le enseña a hacer los deberes a la más chiquita de la casa, también juega con ella, la cuida y siempre le demuestra su amor.
Me acerco a ella y me siento en el borde de la cama.
—¿Qué sucede, Maluli?
—Quiero pedirte un consejo.
—Dime —veo a Magi que está atenta a nosotros.
—No estoy escuchando nada —Maru se ríe.
Maru le pone perfume a Mario Ángel, y lo toma entre sus brazos y lo lleva a su cuna.
—Magi, ¿puedes hacerle juego a Mario Ángel para que no llore?
—¡¡Sí!!
Ella corre hacia la cuna y comienza a jugar con él, Maru se acerca a mí y se sienta en la cama.
—¿En qué te puedo ayudar?
—Me puedes... —me da pedirá hablar sobre esto.
—¿Me puedes?
Esto es tan difícil para mí.
—Me puedes decir como se besa —suelto de un solo la sopa.
Maru me da una sonrisa y una mirada curiosa.
—¿Ya eres novia de Gustavo?
—No... Todavía no. Nada más pregunto por curiosidad.
—Ohm... Solamente sigue el ritmo del beso y ya.
Nada más debo seguir el ritmo, se oye fácil.
—¿Solo eso?
—Sí. Maluli, solo sigue el ritmo y no te pongas muy nerviosa, ni salgas corriendo.
—Yo no saldría corriendo, si eso es lo que he estado esperando... —ella alza una de sus cejas—. Yo... yo...
—Estás enamorada y es normal que quiera besar al chico que te gusta.
—Hay tantas cosas que me confunde del amor, por ejemplo: la amargura cuando lo veo con otra chica, el conocimiento de nuevas emociones nunca antes sentidas.
—Es normal sentir esos sentimientos, desde celos, atracción e incluso deseo, eso me dijo Maria Gracia. Maluli, únicamente ama y sé feliz.
—Quiero ser feliz con Gustavo, quiero estar a su lado siempre.
—Si te gusta tiene que esforzarte un poquito, no le dejes todo el trabajo a Gustavo.
—Lo intento, pero se me complica un poco, no soy extrovertida como Majo.
—No es preciso serlo, solo demuéstrale que te interesa.
—Si se lo he demostrado, no de una manera directa, pero le he demostrado que me interesa.
—Entonces hay esperar para ver que pasa.
—Maru, la ex de Gustavo quiere regresar con él.
—Ella es el pasado de Gustavo. No te debes preocuparte por ella, porque según lo que me dijo Majo esa chica fue la novia cuando estaba en preparatoria, si Gustavo no insistió y ni siquiera la buscó es porque ya no hay amor, no te preocupes por ella.
—Pero fue el primer amor de Gustavo.
—Maluli, antes de Mael, Mafer fue novia de Moisés, ¿ahora de quien está enamorada? ¿Con quién va a tener un bebé? Con Mael. Así mismo Mael, él quiso mucho a Judit y mira lo feliz que es con nuestra hermana. No siempre el primer amor es la persona con la que estás destinada a estar siempre. No dejes que las palabras de ella te afecte.
Ella tiene razón. No debo dejar que las palabras de Angélica me afecte.
—Gracias por tus palabras, Maru.
—Que bueno que te haya podido ayudar —la abrazo.
—Voy a mi habitación.
—Escríbele a Gustavo.
—Lo haré.
Salgo de la habitación y voy a la mía. Agarro mi celular y le escribo a Gustavo. Me siento en mi cama y espero ansiosa su respuesta.
Mi celular suena y contesto la videollamada. Él se encuentra sentado y está pintado.
—Estás ocupado, lo siento no quería interrumpirte.
—No interrumpes, antes me llenas más de inspiración —muerdo mi labio inferior.
—¿Qué estás dibujando? Por lo que veo es un bebé.
—Es la imagen de un niño recién bautizado.
—Eso sí que es complicado, no por el niño sino por las tonalidades de los colores.
—Si, pero entre más difícil es mejor—me da una sonrisa que me roba el corazón—. ¿Qué has estado haciendo?
—Hablando con Maru.
—Sobre qué, si se puede saber —no sé si deba decirle, pero quiero saber que piensa él.
—Sobre el primer amor.
—¿Debería estar celoso? —escucho a pesar de que lo dijo en voz baja— Me puede decir más sobre el tema.
—Pues... Maru me dijo que el primer amor no suele ser la persona que está destinada a estar contigo.
—Tiene razón —me muerdo la lengua, pero no puedo, necesito saber.
—¿Y tu primer amor? —Él me mira.
—Fue Angélica, pero ella ya es parte de mi pasado —esa sensación de alivio se siente bien.
—Pero si ella quiere volver.
—No se va a poder. De mi parte ya no hay amor, solo cariño de amigos —escucharlo me hace feliz.
—Pero dicen por ahí: "Donde hubo fuego, cenizas quedan"
—Pero yo sé barrer muy bien —se me escapa una pequeña risilla.
—Me gusta tu risa, es muy linda...
—Gracias.
—Maluli —su voz cambió de tono a una más seria.
— Dime.
—El hombre de la salida, ¿quién es?
—Es mi antiguo profesor.
—Uhm.
—¿Estás bien?
—Maluli, te pediré algo —¡ay mi corazón!
—Dime.
—No mires a nadie más que no sea yo —creo que está celoso.
—Está bien —sonríe de oreja a oreja.
—Cuéntame que hiciste después de que te di clase.
—Pues...
Después.
—Nos vemos mañana Maluli.
—Duerme temprano.
—Tienes que decirme: sueña conmigo.
—Sueña conmigo.
—Tú también.
Ya son la siete de la noche y recién termino de hablar con Gustavo, tuve como cuatro horas hablando con él y fueron de lo mejor y de paso conseguí la dirección del profesor Robert.
Me paro y busco mi cargador, ya que mi celular está casi sin vida, salgo de mi habitación y voy a la de Majo que ya debe de haber llegado de su trabajo.
Toco la puerta porque ya la deja asegurada, Majo ha cambiado drásticamente desde ese trabajo y yo estoy segura de que tiene algo con Ismael. Desde aquella vez que Maru regreso a casa, ella se fue a su habitación "porque no se sentía bien" e Ismael "fue a contestar una llamada"
—Adelante —abro la puerta e ingreso.
—Ma...
Ella está arreglando su armario, al parecer se fue de compra.
—¿Qué pasó?
—Compraste mucha ropa —ella ríe.
—Eh, sí. Es que mañana es mi último de clase, el miércoles es mi graduación y voy a ingresar a universidad, es normal que compre más ropa.
—¿Por qué no te compraste la tienda?
—No exageres, solo son una cuantas piezas.
Veo el cerro de ropa que está en la cama.
—Sí. Nada más son una cuantas piezas.
Bajo mi mirada, agudizó hacia la parte de abajo de la mesita de noche. Camino hacia donde está esa cosa plateada, me agacho y la agarró. Leo el nombre de la pastilla.
—Maria José, ¿qué es esto? —la miro con seriedad.
—Eso, son las pastillas de cuidarse de Sonia —entrecierro mis ojos.
—¿Por qué Sonia te dio esto? —pregunto incrédula.
—Porque su mamá la mata si descubre eso, por eso me pidió que se la tuviera —asegura.
Una parte de mí le cree y la otra no. Sonia es igual o peor que Majo y es obvio que su mamá la regañaría si le ve los anticonceptivos, pero Majo no es una santa paloma y no me da mucha confianza sus palabras.
—Majo, ¿no me estás mintiendo?
—Claro que no —hay tanta seguridad en sus palabras
—Majo... Si ya comenzaste tu vida sexual dímelo de una vez, no estoy para juzgarte.
—Maluli, confía en mí.
—Confiaré en ti Maria José, espero no me decepciones.
—Eh, es cierto que Gustavo es tu profesor.
—Sí.
—Cuéntame bien el chisme.
Le cuento a Majo lo ocurrido y ella me mira con mucha emoción.
—Ya te quiero ver beso y beso con Gustavo.
—Yo también espero eso.
—Como consejo bésalo con pasión, con amor y ese haré cae rendido a ti —enarco mis cejas.
—¿Cómo tú sabes eso? —ríe con nerviosismo.
—Yo lo vi en una novela.
—Uhm.
—Tengo hambre, voy a cenar —ella se pone de pie y sale de su habitación.
Dije que confiaría en Majo, pero es que no puedo confiar al 100 porciento en ella.
NARRADOR.
Maluli salió de la habitación y bajó a cenar junto a su familia.
Al día siguiente.
Como todos los días Maluli fue a la universidad, ingresó al salón y comenzó su clase. Pasaron las horas y llegó su hora favorita, ya que su profesor era Gustavo.
Gustavo saluda en general y le da una sonrisa a Maluli, y ella se la devuelve. Toda la hora de clase se la pasaron dándose miradas.
Como la clase había terminado todos los estudiantes se retiraron del salón, menos Maluli. Gustavo se acercó a su chica.
—Te espero en la azotea, o más conocida como el "rincón de los enamorados" —comunica.
—Está bien.
Maluli sale del salón, se dirigió a la azotea y Gustavo la siguió. Ella se acercó al borde y él se puso a su lado.
—Maluli.
—Dime.
—¿Estarás ocupada mañana en la noche? —el corazón de Maluli brincó de la emoción.
—No.
—¿Puedes aceptarme una invitación a cenar? —Gustavo la mira a los ojos.
—Sí.
Gustavo se acercó a Maluli y tomó su rostro entre sus manos, se acercó a ella y le dio un beso en la frente. Él se separó de ella y la miró con delicadeza.
—Gracias por aceptar.
—No hay de que, Gustavo.
A unos metros de ellos alguien le tomaba fotos y se la envió a alguien en especial. Gustavo vio su reloj, ya que tiene que dar clases.
—No quiero irme, pero tengo que hacerlo —Gustavo le da un beso en la mejilla y la mira a los ojos (ojos que adoraba) —. Hoy me quedaré hasta tarde y no te podré ver en la salida, te veo mañana Maluli.
—Está bien... ¿Vas por mí?
—Sí.
—Entonces nos vemos mañana.
—No mires a nadie —sugirió.
—No lo haré Gustavo.
Ambos sonrieron y juntos se retiraron de la azotea.
Horas después.
MALULI.
No sé que me voy a poner mañana, tengo que aceptar que estoy muy emocionada por la cena. Revuelvo todo mi armario buscando algo que sea bonito para la ocasión. En esta situación tan complicada la única que puede ayudarme es Majo.
Salgo de mi habitación y toco la puerta de Majo. Ella me abre e ingreso a su habitación.
—Necesito ayuda.
—¿Para qué sirvo?
—Tengo una cena con Gustavo y no sé qué ponerme.
—Es para hoy.
—No. Es para mañana, pero quiero tener todo listo —Majo me da una sonrisa.
—Estás muy enamorada de Gustavo.
—No opines en lo que no te he pedido, opina en lo que dije de primero —ella rueda los ojos.
—Ponte un vestido.
—Sabes que deje de utilizar vestido hace cinco años y el único que tengo es el que me puse para el cumpleaños del señor Rigoberto que en paz descanse.
—Tengo algunos vestidos que voy a donar el domingo, ve cuál de ellos te gusta.
—Tengo que ir de compra, creo que es momento de vestirme bonita.
—Tienes razón.
—Por ahora aceptaré tu vestido.
Majo me enseña los vestidos que va a donar, elijo un color coral, ya que es él más me gusta. Salgo de la habitación de Majo y voy a la mía, dejo el vestido alzado y arreglo mi armario.
Termino de arreglar mi armario e ingreso al baño y me doy un relajante ducha. Mañana es un gran día y tengo que dormir y amanecer muy bien.
Al día siguiente.
Me levanto feliz de la vida, ingreso al baño, me lavo mis dientes, me lavo el cuerpo y bajo a desayunar.
Termino de desayunar, dirijo mi mirada a Majo que no ha soltado ese teléfono.
—Oye, ¿no piensas dejar ese teléfono?
—Estoy haciendo algo importante.
—¿Cosas del trabajo? —me cruzo de brazos.
—Eh... sí.
—Majo, dejaste este sobre en mi habitación anoche —Maru le entrega el sobre a Majo. Ella abre los ojos como platos.
—Me olvidé de entregárselo a Gustavo. Ahora tendré que ir a su departamento — ¡Uh!
—Ya que estás muy ocupada yo te haré el favor de llevarlo —Majo me mira divertida.
—Está bien —me entrega en sobre—. Revisa tu celular, ya te mandé la dirección.
—Ok.
—Róbale un beso —aconseja Maru.
—No molesten.
Me doy la vuelta y corro a mi habitación, me cambio de ropa, me arreglo y salgo de mi casa. Le envió la dirección al chófer por mensaje y trata de calmar mi respirar, hoy conoceré su hogar.
El chófer estaciona frente a un gran edificio, salgo del auto e ingreso. Según la información de Majo el departamento es de Gustavo es la 111. Ingreso al ascensor e inconscientemente juego con mis dedos.
El ascensor se abre, salgo y saco mi celular para verme, me arreglo el cabello y lo guardo. Camino a pasos rápidos (hasta las manos me sudan) y mis ojos visualizan el departamento 111.
Inhalo y exhalo, toco el timbre. La puerta se abre lentamente y mi corazón se acelera demasiado, pero lentamente comienza a doler al ver esa figura.
Angélica está con una camisa de Gustavo, y no soy tan tonta para no saber lo que pasó entre ellos.
—Maluli, ¿cómo está? —siento como me estruja mi garganta.
—Bien —es la única palabra que logro articular. Ella me recorre con la mirada y me sonríe.
¿Es normal odiar una sonrisa?
—¿Vine a traerle un encargo a Gustavo? —asiento con la cabeza mientras me aguanto las lágrimas—. Él está durmiendo, tuvimos una larga reconciliación.
Sus palabras provoca que mi corazón sangre. Ellos se han reconciliado, y yo haciéndome ilusiones con él.
—Entrégale esto —le doy el sobre.
—Las personas siempre vuelven donde fueron felices, y solo era cuestión de tiempo para que él volviera a mí —siento burlan en sus palabras.
Me doy la vuelta y voy sin decir adiós. Ingreso al ascensor y libero las lágrimas que he estado reteniendo.
Yo no debí acercarme a Gustavo, no debí hacerme ilusiones sabiendo que su ex estaba de regreso, yo no debí dejar que mi corazón sintiera amor por Gustavo, debí negarme a este sentimiento desde el inicio.
~cerezos ★
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Editado: 25.02.2022