Adrion bajo lentamente las escaleras hacía el primer piso, tanto él como Atsuki habían desenvainado sus armas, pero no se mostraba ningún espíritu de lucha en ellos. Desde una vista externa podrían verse bastante descuidados. Pero no era algo como eso, su andar relajado se debía a la confianza y conocimiento. Ambos tenían la confianza de ser más fuertes que los enemigos que enfrentaban.
Como Adrion había inferido anteriormente, ya conocía el hecho de que una organización desconocida los estaba investigando. Pero de la misma forma, los espías dentro de la ciudad también recolectaron información sobre ellos. Aunque la investigación no fue muy exhaustiva, se llegó a una conclusión preliminar, los enemigos no eran una amenaza.
Con esta información en mano, Adrion era capaz de actuar de forma despreocupada, por esa razón, al llegar al primer piso lanzo unas pocas palabras a los enemigos en las sombras.
―Salgan, sabemos que están ahí.
Adrion no tenía ningún tipo de expectativa cuando hablo, solo quiso agregar un poco de drama a lo que probablemente sería un combate decepcionante.
Al no escuchar una respuesta, simplemente dio un paso al frente, y como una contestación tardía, observo la luz del brillo metálico. Una daga había volado desde la oscuridad, con dirección a lo que debería ser los pequeños agujeros en el yelmo de Adrion.
A la cual respondió con su completa inmovilidad, la daga impacto con una barrera incluso antes de tener contacto con su persona y cayó al suelo. El sonido del metal fue seguido por un pesado silencio.
¿Se preguntarán por la extraña atmosfera?
Bueno, la respuesta es bastante simple, en este preciso momento, Adrion no estaba fingiendo ser un débil aventurero, la persona parada en ese pequeño negocio era el gran general, Adrion Nakad.
Desde el momento en que se presentaron al lugar, habían estado esperando una emboscada de sus enemigos, siendo así, se creó un perímetro y se erigió una barrera. No era posible que alguien observara lo que estaba pasando en este lugar, por lo tanto, Adrion no tenía ninguna razón para contener sus poderes.
Dado que sus oponentes eran completamente inútiles, y no necesitaba contenerse, podía comportarse de la manera que quisiera.
―Los necesitamos vivos.
Esas fueron las únicas palabras que Adrion tenía para dar, siendo o no consientes del mal augurio que significaban esas palabras para ellos, los asesinos en las sombras decidieron atacar primero. Dos de ellos aparecieron en los costados de Atsuki, tratando de atraparla con una táctica de pinza. Al mismo tiempo que esas dos sombras atacaron, unas pequeñas pelotas negras fueron arrojadas desde el techo, sobre la cabeza de Adrion.
En respuesta, Atsuki hizo lo que parecía ser un pequeño giro en su lugar y justo después de ese movimiento, una línea sangrienta se formó en el cuerpo de ambos hombres. En cuanto Adrion, el permaneció en su lugar, las pelotas negras chocaron con otro de sus escudos, provocando que el líquido en estas se dispersara sin provocar ningún efecto.
Adrion libero su atención de Atsuki y giro su mirada a la oscuridad en frente suya, levanto su escudo y lo arrojo hacía una dirección en particular. Se escucho el sonido del metal y la carne, inmediatamente después de alcanzar su objeto el escudo revoto y giro hacia el techo, donde se escuchó un segundo impacto. Solo después de esto, el escudo dio media vuelta, volviendo a la mano de su dueño.
Y antes que el hombre cayera del techo, una sombra más apareció a espaldas de Atsuki, a lo cual ella reacciono girándose en su dirección y golpeando directamente con su palma en el pecho de aquel hombre. Como resultado, el pecho de ese hombre se hundió de forma extraña, dejando la marca de una mano en él.
Parecía que el plan de los asesinos había sido distraer a Adrion mientras se encargaban primero de Atsuki. Aunque su plan se podía considera adecuado para la situación, siendo un equipo compuesto por un tanque y un luchador. Atacar de ese modo habría sido la decisión correcta, lamentablemente para ellos, no lograr distinguir su diferencia de niveles era un error más que fatal.
Adrion paso su mirada por los cinco hombres en el suelo, hasta llegar a este último.
―El sigue con vida.
Atsuki pareció percibir la mirada de Adrion y respondió tímidamente, había usado un exceso de fuerza en aquel último golpe, probablemente se sintió molesta porque fue elegida como el punto débil por el enemigo y se dejó llevar.
―Está bien, encárgate del resto.
Adrion no le dio mucha importancia y camino hacia la puerta trasera, al abrirla fue recibido por una visión un tanto extraña, otro asesino se encontraba tirado en el suelo con un gato negro sentado en su espalda.
―Señor Adrion, solo había uno más de ellos.
El gato hablo mientras hacía lo que parecía ser una reverencia.
―Buen trabajo.
Adrion no se inmuto frente al gato parlante frente a él, estos eran los subordinados de Painappuri, eran cambiaformas que estaban esparcidos por toda la ciudad.
―No merezco tales palabras.
―Eso es todo por ahora, continua con tu trabajo.