Caos. No hay otra palabra con la que pueda definir el estado en el que se encuentra la casa del marqués hoy. Ha llegado el día de la fiesta y los preparativos no se hacen esperar, muchas esclavas trabajan en la cocina para preparar el banquete, el marqués ha salido a resolver el asunto de unas tierras mientras que
yo me encargo de que todo se mantenga en perfecto orden y de que todo esté listo en el tiempo correcto.
Organizar una fiesta para españoles es un asunto complejo, son muy selectivos con la comida, la música, el vestuario, y absolutamente cada cosa que pueda abarcar una fiesta. Me siento honrada de que el marqués me haya dejado encargada, quiere decir que confía en mí pero tanto caos sinceramente me está sobrepasando.
-Hemos puesto estos casabes en la mesa, aquellos también están listos- doña Shana me avisa y me siento aliviada de que al menos la comida favorita del marqués esté saliendo a la perfección.
Retoco el salón principal, que no quede ni una partícula de polvo por ningún lugar, acomodo todo en su perfecto sitio mientras las horas pasan.
En el jardín más esclavas trabajan podando las plantas para que se vean perfectas a la hora de la fiesta, yo entre tanto continúo revisando de vez en cuando la cocina y mirando toda la casa de manera casi maniática con el deseo de que todo esté donde debe estar.
-¿Cómo andan las cosas por aquí?- el marqués se acerca y baja de su caballo, yo suspiro hondo al verle.
-Creo que lo tenemos. Entre y vea por usted mismo.
Entra despacio al salón y sonríe.
-Enhorabuena, un excelente trabajo, no esperaba mucho menos con todo a tu cargo.
Respiro.
-Los demás han hecho un trabajo increíble también.- añado.
-No lo dudo, estamos a muy poco de empezar ¿cómo va la comida?
-Lista. ¿Tiene hambre? – cuestiono .
-Oh por supuesto.
-Un momento- voy hasta la cocina y busco un pedazo de casabe, al llegar se lo entrego.
-Bendita seas- le da un mordisco- cazzzzzabe.-lo saborea.
Río.
-Ya sé que jamás podré decirlo como tú, dejemos así el asunto.- ambos reímos y le da otro mordisco.
-Ya casi van a llegar los invitados- añado y el asiente.
-Así es, voy a prepárame, muchas gracias- me pasa el casabe- y Ayana, gracias por tu trabajo.
Niego.
-Como dice señor, es mi trabajo. – respondo.
El marqués se desplaza hacia su recamara y yo hacia la cocina. Pasados unos minutos los españoles empiezan a llegar y los esclavos a irse.
El marqués sale a saludar a sus invitados mientras yo me quedo en la cocina, la música empieza a sonar lo que me avisa que ha empezado la fiesta, termino de recoger todo y me siento en la cocina simplemente a escuchar. Los españoles cantan a viva voz y al parecer bailan porque sus zapatos resuenan contra el suelo.
Unos pocos esclavos se encargan de llevarles de comer y poco a poco la comida va escaseando, yo entre tanto disfruto del ritmo de la música y la bailo a mi entendimiento, es una música extraña, no es demasiado movida pero tampoco demasiado pasiva, tiene combinaciones de sonidos raros que jamás había escuchado, pero es muy agradable al oído, sin duda me gustaría aprender a bailar lo que sea que se baile con esta música.
-Vamos a desplazarnos hacia fuera- la voz del marqués se escucha y paro de bailar- oh- se acerca- estabas bailando...
Me quedo cohibida al instante y me siento muy avergonzada porque estoy muy segura que ese baile que estaba haciendo no era ni en lo más mínimo parecido a lo que es en realidad.
Intento evadir el tema.
-¿Van a desplazarse afuera decía?-Asiente.
-Han llegado muchas personas, incluyendo niños, entiendo que afuera es mucho más seguro para bailar.- murmura.
-Sí, claro.- no encuentro qué más decir y mi mente me hace una mala jugada- buena música – murmuro y ni siquiera sé para qué, la vergüenza me hace decir cosas sin control.
Cierra la puerta.
-¿Si la cierro puedes escuchar bien la música? -Interroga.
Yo solo puedo asentir.
-Déjame...mostrarte como bailamos nosotros.- se acerca y entro en pánico.
-No, no, no, vaya a su fiesta, atienda a sus invitados. Yo estoy bien.- digo tratando de zafarme, aunque las últimas semanas he tenido una muy buena relación el marqués no me acostumbro a tenerlo tan cerca jamás.
-Tú ya me mostraste como bailan ustedes, eso quiere decir que yo te debo un baile ahora ¿no te parece? soy un hombre palabra.- expone y sé que no tengo escapatoria.
Toma una de mis manos y mi corazón empieza a latir desbocado dentro de mi pecho.
-Voy a hacerte girar ahora- me da una vuelta tras otra y siento que el mundo me empieza a moverse conmigo, luego empieza a bailar al ritmo en que giro y mueve los pies de atrás hacia delante.
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Editado: 23.12.2023