Han pasado ya varias semanas de la fiesta, la cosecha ha resultado de maravilla justo como creíamos, el ambiente dentro de la casa de los Ivorra nunca cambia y agradezco que siempre pueda salir al caer la tarde hacia la casa del marqués.
Aunque los abusos por parte del señor Ivorra han disminuido su manera de hablar y de tratarme no dicen lo mismo, para él yo solo sigo siendo la mugrienta que se encarga de mantener en orden su hogar.
El marqués entre tanto nunca ha cambiado su esplendorosa forma de ser, aunque ya casi nunca lo veo pues ha estado muy ocupado con los trámites de las tierras cada noche se asegura de dejarme sana y salva en el batey.
El marqués ha contratado a más esclavos para que labren las que posiblemente pueden llegar a ser sus tierras, a la mayoría no los conozco ya que han traído nuevos esclavos africanos, sin embargo y por más esclavos que inserten a nuestras tierras aun no nos recuperamos de la perdida de muchos de los nuestros gracias a diversas enfermedades que nos han azotado.
Sentada en la mesa con mi madre degustando su caldo golpeteo frenéticamente el suelo, esperando que ya sea mañana para poder ver al marqués.
-Ayana, ¿ta’ nerviosa? – mi mamá, pregunta acercándose y tomando asiento.
-No, no, pensando.
-Ta’ muy pensativa últimamente ¿eh? Y muy española – sorbe lentamente su caldo y yo trago duro frunciendo el ceño.
-¿Española?
-Sí, española, ¿qué e’ lo que tú te trae’ entre manos muchachita? Ese caminao’, esa risita, esa forma de habla’....
Me hago la desentendida.
-Nada, debe ser trabajar con dos españoles al mismotiempo...
-Ayana.
-No entiendo qué quiere decir mamá.
-El marqués.
-¿El marqués? ¿Qué?
-Ya le echate’ el ojo, yo me di cuenta, dede’ el día que ese hombre te trajo aquí en ese caballo.
Carraspeo.
-No, él es un buen amo solamente.
-Ayana, no me quieras engaña’, no te enamores de un español, mucho menos de un marqués porque que tu cree’ ¿que él te va a recibi’ con los brazos abiertos? No se te olvide lo que tu ere’ una esclava.
-Estoy muy consciente de lo que soy, lo he estado toda la vida de lo contrario no cumpliera mi trabajo. – me levanto de la mesa.
-Ayana mija’ ese hombre no te va a querer o que tu cree’ ¿que él te va a saca’ en las fietas’ que hagan los españoles o que te va a lleva’ a conoce’ España? –enarca una ceja hacia mí- No Ayana, el puede ser un buen amo, pero no te confunda’, yo conozco bien a su tipo, son perfectos hasta un momento pero a la hora de la velda’ no hay na’ que te puedan ofrecer
-Mamá, yo estoy muy cansada, me voy a dormir.
Salgo disparada de la cocina y me recuesto, ignoro por completo lo que mi madre me ha dicho que si bien puede ser cierto, no quiero creerlo, no voy a creerlo.
Cierro los ojos con fuerza y me obligo a dormir, sea como sea mañana voy a ver al marqués otra vez.
Los Ivorra han decidido hacer un viaje hoy al que el señor Ivorra negó rotundamente el hecho de que yo pudiera ir alegando que no van a un lugar para esclavos, pobre de la señora Laura ha de estarse volviendo loca con Maximiliano, Álvaro y María Catalina.
Yo entre tanto decido ir por provisiones para la casa del marqués y luego voy por agua al río, vuelvo en seguida y encuentro al marqués sentado en la mesa.
-Buen día señor- digo. Él alza la vista de lo que sea que esta leyendo.
-Ayana, buen día ¿has traído agua?
-Sí, voy a la cocina a dejarla.
-Vale.
Coloco las tinajas de agua sobre la mesa asegurándome de que no se caigan y giro sobre mis talones en dirección al marqués.
-¿Me necesita para algo?- cuestiono al verlo tan atareado.
-Me han llegado unas cartas de España, al parecer las cosas van bien por allá pero hay asuntos que requieren mi atención- hace una breve pausa- mmm....me molaría una de esas cosas que haces con plátano machacado, voy a pasarme el día trabajando en esto y no creo que luego de que me adentre en estos asuntos vuelva a comer otra vez- frunce el ceño, mira lo que tiene en la mano y lo deja sobre la
mesa.
-¿Disponemos de plátano?- pregunta.
-Sí señor, acabo de buscar provisiones.- me limito a decir, honestamente no es que pueda aportar mucho a lo que ha dicho previamente.
-Excelente, entonces, te agradecería que hagas lo que ya hemos hablado, déjame saber si hace falta algo más.- gira su cabeza hacia el montón de cosas sobre la mesa y yo decido que es momento de cumplir con mi labor.
Camino hasta la cocina y pienso que cuando entré esta mañana y vi al marqués escribiendo, se veía tan concentrado y complacido plasmando sus ideas en papel.
Es increíble pensar que hay cosas que ni siquiera tienen que salir de su boca para que sean hechas, con una simple nota bastará. Cuánto me gustaría poder hacerlo también, así cada cosa que quisiera decir no tendría que salir de mi boca, sino que podría ser por escrito. La idea se me hace alucinante. Parece tan irreal, pero sé que está por mucho fuera de mi alcance no importa cuánto lo desee.
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Editado: 23.12.2023