Capítulo 2. El regreso adelantado.

JUDIT.

—¡¡Judit!! —sonrío al ver el señor Jairo. 

Acelero mis pasos y me acerco él dándole un gran abrazo. 

—Un año sin verlo, maestro Jairo. 

—Ya deberías dejar de llamarme así. Llámame Jairo o señor Jairo, ya dejé de ser tu maestro hace tiempo. 

—Está bien, señor Jairo —me separo de aquel hombre mayor que estuvo para mí en los momentos donde me sentía muy vulnerable y la culpa quería acabar conmigo. 

—Que bueno es tenerte aquí y lo mejor es que trabajarás para mí —dice muy contento. 

—Gracias por pensar en mí. 

—Eres una gran chef, y mi restaurante necesita a los mejores cocineros. Vamos y te presentaré la sede principal, las extensiones la conocerás después —propone. 

—Claro. 

Nunca pensé que iba a regresar antes de tiempo, pero no podía negarme al señor Jairo. Él ha sido como un segundo padre para mí. 

El señor Jairo me ayuda con mis maletas y avanzamos hasta la salida del aeropuerto. 

Mis padres no saben que volví y no lo sabrán todavía, ya que tengo que acomodarme bien, para que ellos no suponga que necesito su ayuda. 

El señor Jairo le encarga las maletas al chófer y juntos ingresamos al lujoso auto. Él revisa su celular y chasquea la lengua. 

—¿Sucede algo, señor? 

—Julio, está que me molesta. 

Julio es el único hijo que tiene. Por lo que me comentó años atrás, él no se llevan muy bien con su hijo porque Julio quería manejar toda la cadena de restaurantes. Sin embargo, el señor Jairo solo le quería dar una sucursal porque no lo consideraba lo suficiente maduro para manejar la cadena de restaurantes "Beltrán". 

—Debería contestarle —opino. 

—Ese sinvergüenza solamente quiere dinero. Desde que le cohibí del el manejo de los restaurantes por ser muy joven ya no quiere hacerse cargo nada y únicamente se dedica a derrochar el dinero a lo loco. 

Si no estoy equivocada, Julio es de mi misma edad. 

—Debería darle una oportunidad a que maneje los restaurantes. 

—Estaba pensando en eso, pero ese muchacho me quita las ganas de decirle "maneja la cadena de restaurantes". Últimamente esta más exigente y antipático. Además, solamente me escribe para pedir dinero, después el resto ni le interesa. 

—¿Solo está enojado por lo de restaurante? Disculpe que me meta, pero es un tonto al enojarse por algo tan simple que tarde o temprano él va a manejar los restaurantes. 

Suelta un suspiro —. Mi esposa lo consistió mucho, y después de su muerte yo no tenía tiempo para él, y Julio se fue poniendo más rebelde. Comencé a llevarle todo gusto y se volvió arrogante, presumido, vanidoso y un dolor de cabeza entero. Después vino la idea de manejar el restaurante y cociéndolo como era me negué y solo le quise dar una sucursal hasta que asentara cabeza, pero eso lo molestó tomando la decisión de irse a estudiar al extranjero.  Desde que se fue no lo vi como en 5 años que fue su graduación y después comencé a dar clases dejando el restaurante a cargo de mi hermano y eso enfadó más a Julio y si antes era un dolor de cabeza se convirtió es un tumor de cabeza. Desde hace 5 años no lo veo y ni he hablado con él, solo me manda mensaje para que le mande dinero de más porque la cantidad millonaria que le mando cada mes lo gasta en poco tiempo. Ya no sé que hacer con ese muchacho —se lamenta. 

—Debería irlo a visitar —aconsejo. 

—¿Para qué me maté del coraje con su pésima actitud? Mejor me quedo en casa —argumenta. 

—Debería arreglar las cosas con su hijo. Además, es su único hijo y no está bien que su relación sea mala —expreso mi punto de vista. 

—Julio no coopera, es un déspota, orgulloso —bufa—. No hablemos de ese ser altanero que tengo como hijo. 

—Está bien, pero no se enoje. 

—¡¡Ay, Judit!! A veces me arrepiento de haberme quedado solo, debí tener una hija o por lo menos adoptar a una y no estuviera sufriendo con el soberbio de Julio. 

—No se enoje —rebusco en mi cartera una botella de agua—. Tome, para que se le pase el coraje. 

—Gracias. 

Espero que algún día Julio haga las pase con su papá. El señor Jairo es un señor muy bueno, no merece el distanciamiento de él.