Señor Odioso [serie Las Marías #4]

Capítulo 4. ¿Quién es ella?

JUDIT.

Se me parte el corazón al ver al señor Jairo hospitalizado. No sé que habrá pasado, pero lo que si tengo muy claro es que él no debe pasar por emociones fuertes, su corazón ha quedado muy delicado y si sobrevivió al infarto fue de puro milagro. 

Agarro su mano y la acaricio. Solo quiero que se recupere y que vuelva a sonreír como antes. 

JULIO.

Paso la mano por mi cabello frustrado. Nunca imaginé que esa pelea le traería problema a mi padre. 

Flashback. 

Estaba furioso con papá, y quería desquitarme con alguien, pero como no había nadie me estaba desquitando con mis cosas. 

Mi celular sonó y rápido fue a ver quien era. Creía que era mi padre, así que me iba a hacer de rogar, y como era Santino contesté. 

—Joven Julio —su llanto era un asesinato para mis oídos 

—Habla de una maldita vez —mis tímpanos iban a sangrar si seguía escuchaba su llanto. 

—Su señor padre acaba de sufrir un infarto y está muy grave —maldije para mis adentros porque sabía que el culpable de ese infarto era yo. 

—Cuida de él, que hoy mismo regreso. 

A pesar de todo, si me seguía importando un poquito. Agarré una maleta pequeña y unas cuantas pertenencias, compré un boleto en línea y me fui al aeropuerto. 

Fin de flashback. 

Me bajo del avión y a paso rápido me dirijo a la salida del aeropuerto. Ya es muy tarde, pero tengo que ir al hospital. 

Tomo un taxi e ingreso con mi maleta dándole la dirección que me mandó Santino. El taxi comienza a andar y fijo mi mirada a las calles. Tengo 10 años desde que me fui, y al fin he regresado, pero no porque quise, sino porque las circunstancias me obligan. 

Sé que me porté mal con papá, pero él tampoco colabora. Además, yo no sabía que estaba enfermo del corazón. 

Nunca le preguntaste, idiota —me dice mi yo razonable. 

Espero y no le pase nada, porque no quiero cargar con la culpa de que una discusión con mi padre le arrebato la vida. Lo prefiero vivo a andar con el remordimiento de conciencia. 

JUDIT.

—Deberías irte ya —me dice Santino. 

—Yo me quedaré a cuidarlo —anuncio. 

—Él no te necesita Judit. Además, el joven Julio está por llegar y no le gustará ver a gente desconocida al lado de su señor padre. 

—No soy una desconocida... 

—Lo eres, así que vete. 

—Te he dicho que no me iré. 

—Aquí no estamos en el restaurante —me agarra del brazo y me saca de la habitación a la fuerza. Cierra la puerta y enseguida la toco. 

—Santino, ábreme la puerta —pido de buena manera.

—No lo haré, tú no eres familiar de él, solo eres una recién llegada. Vete o llamo a los de seguridad. 

—Ábreme la puerta —exijo.

—No la haré y deja de hablar fuerte porque el señor Jairo está descansando. 

Suelto un suspiro lleno de frustración y me voy aunque no quiera. No quiero tener problemas. Además el señor Jairo necesita descansar y una pelea con Santino le podría hacer más daño. 

Yo no le he hecho nada a Santino, pero él me odia. Camino a paso lento por el pasillo del hospital. Espero el señor Jairo amanezca bien. 

Suelto otro suspiro y seguido me quejo porque me han golpeado mi canilla. 

—Lo siento —alzó mi mirada ante la voz ronca y varonil. 

Esos ojos color esmeralda me miran con mucha atención. 

—No pasa nada —miro la cosa culpable del golpe; la maleta. 

Él me deja de mirar y se va apresurado. Miro su figura desapasionado a medida que avanza... Solo puedo decir que es un hombre muy atractivo, pero quisiera saber: ¿qué hace con una maleta en un hospital? 

Meneo mi cabeza y sigo mi camino. Tengo que llegar al departamento y descansar un rato porque tengo que estar pendiente del restaurante en ausencia del señor Jairo. 

JULIO.

Me arrepiento de no haberle pedido el número a esa hermosa chica. Espero volverla a ver pronto. 

Toco la puerta y Santino me abre. Lo ignoro e ingreso directo hacia mi padre. 

—¿Es grave la cosa? —se ve que sí, pero igual quiero saber el diagnóstico del doctor.

—Su corazón está muy delicado, pero con un debido cuidado se puede recuperará de poquito a poquito. 

—¿Qué es lo peor que le puede pasar? 

—Pues que su corazón falle por completo y necesite un trasplante. 

—Necesito que contrates a una enfermera para que se haga de él una vez salga del hospital. 

—Sí, joven Julio. 

—Vete de aquí. 

—Sí, enseguida —se da la vuelta.

—¿La mujer? —se detiene. 

—¿Qué mujer? 

—Me dijiste que había una mujer en la vida de mi padre, ¿acaso mentiste? 

—Esa mujercita ya se fue. Se quería quedar con su señor padre, pero la corrí porque ella no merece estar aquí. 

—Vete —se va. 

Masajeo mi sien del estrés que siento. Además, el cambio repentino de país me ha hecho daño. 

—Julio —miro a mi padre. 

—Dime, padre —trato de sonar sereno para que no se altere. 

—No pensé que estarías aquí, pensé harías una fiesta, ya que casi me muero. 

—No comiences, padre. No estoy de ánimo para discutir contigo y tú no estás en un buen estado para pelear. 

—Siempre tan déspota. ¿A qué viniste? 

—¿A qué más? Vine a ver si estabas bien, después de todo por mi culpa estás aquí —alego. 

—No es tu culpa, es mi corazón que ya está viejo —siento un apretón en mi pecho. 

—No quieras tapar el sol con un dedo, fui mi culpa y aquí estoy. 

—El que hayas regresado me da a entender que todavía te importo —jamás lo voy a aceptar delante de él. 

—Duerme, padre. 

—Te daré el control de todo —lo miro anonadado porque no esperaba eso—, pero con una condición. 

—¿Cuál? 

—Tendrás la ayuda del chef principal por un 1 año... Después de ese año, si manejas bien absolutamente todo y si recibo buenos comentarios de ti en el trabajo te daré el control total de la cadena de restaurantes —me quedo en silencio. 

—¿Qué te hizo cambiar de idea? 

—No he sido justo contigo, Julio. No te he dado la oportunidad de que me demuestres tus habilidades en el negocio —al fin se ha dado cuenta de eso.

—Te demostraré que puedo manejar la cadena de restaurantes, padre. 

—Confío en ti, hijo —toma mi mano. 

—No te fallaré —digo con mucha seguridad. 

Les demostraré a papá que soy capaz de manejar la cadena de restaurantes bien. Haré que por primera vez se sienta orgulloso de mí. 

[***] 

JUDIT.

Llego al restaurante y me dirijo a cambiarme. Veo a Carla que se está maquillando. Aunque no sé por qué lo hace si se le va a correr el maquillaje por la calentura de la cocina. 

—Vas a parecer llorona después —es con la única que me llevo bien, ya que Santino se ha encargado de poner a todo en mi contra. 

—Es que tú no sabes. 

—¿Qué cosa debería saber? 

—Santino escribió en el grupo que hoy llega el hijo del señor Jairo y es el nuevo jefe. 

Yo no estoy en ese grupo porque Santino es el administrador y no me quiere meter y tampoco le voy a insistir. 

—Que bueno que ayude a su padre. 

—Ojalá sea como el señor Jairo que es muy buena persona, no como el grano en el culo de Santino —me río. 

—Talvez. Pero hoy lo descubriremos. 

—Si me conquisto al nuevo jefe, le diré que despida a Santino, y así nos libramos de ese. 

—Hay que ver. 

—Vamos, que ya debe de estar por llegar. 

—Sí. 

Recojo mi cabello y me llevo la malla y el gorro. Hay momento donde dejo de supervisar y me toca cocinar a mí, y me gusta estar preparada. 

Salimos de los vestidores y vamos a la entrada principal. Todos se ponen en filas y al ser la chef principal me toca ponerme de primera. 

Definitivamente, a Santino le gusta hacer mucho escándalo. Veo innecesario ponernos en filas para recibir al el hijo del señor Jairo. 

Santino llega haciendo escándalo, él ingresa primero y detrás de él está Julio... El chico del hospital y Julio son la misma persona. Sus ojos verde esmeralda se clavan en mí otra vez. 

JULIO.

Nunca pensé que la volvería a ver, ni mucho menos pensé que trabajaría aquí. 

Cuando choqué con ella quedé encantado por su belleza, pero tenía que ir con mi padre y no tuve tiempo a pedirle su número. 

Que bueno que trabaja aquí, así me podré acercar a ella. Según el color de su uniforme es importante en el restaurante. 

—¿Cómo se llama la de traje negro? —quiero saber todo de ella.

—Se llama Judit, es la chef principal —sonrío porque ella será la que me va a ayudar por un año y vamos a estar muy cerca. 

—Debe ser muy buena en la cocina. 

—Talvez, pero en lo que si debe de ser buena es en la cama —frunzo el ceño. 

—¿Por qué lo dices? 

—Porque es la amante de su señor padre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.