Señor Playboy [serie Las Marías #6]

Capítulo 1

Majo

Mi cuerpo se estremece al ver esa mirada rebosando de deseo; mis manos se deslizan por sus brazos hasta llegar a sus hombros, envolviendo mis brazos en su cuello. Ya no puedo contener esta ansia de dejar de ser una señorita, quiero que el juego previo acabe.

—María José  —mi nombre sale de sus labios en un susurro excitante.

—No quiero esperar más —mi voz sale suplicante—. Hazlo ya, Ismael…

—¡¡Majo!!

Me levanto de golpe, mirando a mi alrededor. Mis amigas me miran con diversión, mientras el resto de mis compañeros ya no están y ni siquiera la voz de la maestra se escucha.

—¿Qué sucede?

—Ya es hora de irse a casa. ¿Acaso piensas dormir aquí?

—Ya es… —Miro la hora en mi reloj—. ¡Voy a llegar tarde!

Con el tiempo encima, agarro mis pertenencias, me despido de mis amigas y salgo corriendo del salón de clases hacia la salida. ¿Cómo pude dormirme? Y, ¿cómo pudo acabar mi sueño en la mejor parte? ¡Voy a llorar!

Llego al auto, ingresando enseguida. Saludo al chofer y este se pone en marcha. Solo espero que no haya tráfico, necesito llegar a casa lo más rápido posible; tengo que acompañar a Mafer al hospital.

Honestamente, hay días donde no quiero ir con mi hermana a visitar a Mael. Es doloroso verla sufrir esperando que el hombre que ama despierte. Si no fuera por la envidia de Cayetana, ellos estuvieran felices, disfrutando del embarazo; si tuviera poderes mágicos, haría que despertara y así la melancolía de mi hermana acabaría.

Después de todo lo que pasó con mi familia, parecía que las cosas estaban mejorando, pero al parecer la vida está siendo injusta todavía. Solo quiero que mi familia y yo, dejemos de pasar angustia y disfrutemos de una vida sin problemas negativos. Honestamente, creí que con la boda todo cambiaría para bien, aunque eso no quiere decir que todo haya sido malo.

La boda de Mafer no solo ayudó económicamente a la familia, sin esperarlo encontró el amor en ese matrimonio por conveniencia, pero no fue la única. Maluli, mi enojona y dulce hermana, se ha enamorado de un chico increíble, que es amigo de Mael. Aunque, no sé con exactitud qué tipo de sentimiento tiene Gustavo por Maluli, sé que ella no le es indiferente. La manera en que la mira dice lo especial que es para él. Solo deseo que algo bonito se forme entre ellos.

 

Salgo del auto, corriendo hacia la puerta e ingreso a casa. Rápidamente, voy a la habitación de Mafer; necesito asegurarme de que no se haya ido. Al llegar a la habitación, entro, encontrándola llorando mientras sostiene una foto de ella junto a Mael en sus manos. Esta es la razón por la cual papá insiste que la habitación de mi hermana debe permanecer sin seguro.

—Mafer…

Desde el accidente de Mael, hemos estado con mi hermana en todo momento. No podemos dejarla sola en su estado actual, su embarazo puede verse afectado por su tristeza. Ella debería de estar gozando de su embarazo. Es injusto que tenga que vivir lo que está viviendo.

—Majo, llegaste…

Limpia sus lágrimas con rapidez, a pesar de eso, su voz y sus ojos hinchados la delatan.

—Pensé que te habías ido sin mí. Antes de ir a mi habitación, quise asegurarme de que todavía te encontrabas en casa.

Sonríe con tristeza.

—Jamás me dejarían salir de aquí si no voy acompañada de alguien.

Mafer tiene prohibido salir sola de casa.

—Es por tu bienestar —me siento a su lado—. Mafer, no puedo decir que comprendo tu dolor porque sería mentir descaradamente, pero siento que ya no debes seguir hediéndote en la pena —tomo sus manos entre las mías—. Tus emociones le pueden hacer daño al bebé.

—No puedo evitarlo. El miedo de que Mael nunca despierte me consume. Me aterra pensar que nunca va a conocer a nuestro bebé.

—No digas eso. Mael nunca te dejaría sola con el bebé. —Limpio las lágrimas de sus mejillas—. Mael va a despertar y conocerá a su retoño. Así que deja de torturarte con cosas negativas.

—Solo quiero que despierte —la abrazo, su triste sollozo, humedece mis ojos. 

No quisiera estar en una situación como en la que está mi hermana. Cuando pienso que yo ocupo su lugar y la persona que amo el lugar de Mael, me invade la desesperación.

—Los días grises pronto acabarán, Mafer. Estoy segura de eso.

El consuelo es lo mejor que hay para una persona que está pasando por un mal momento. Un abrazo da calma y las palabras dan ánimos. 

Siempre se debe ser empático con el dolor de alguien más, pues al igual que un terremoto en cada lugar cercano al epicentro, la magnitud es diferente.

 

La puerta del ascensor se abre, la primera en salir es Mafer y de prisa salgo detrás de ella. Mi hermana camina muy rápido y con cada paso me pone intranquila; sé que habrá lágrimas. Al llegar a la habitación, desliza la puerta e ingresa; enseguida hago lo mismo, deteniéndome en seco al ver a Cristiano, quien nos recibe con una pequeña sonrisa.

—Buenas tardes, Majo y Mafer —dice y enseguida se acerca a nosotras, saludándonos con un beso en la mejilla.




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