Señorita

Capítulo Ocho.


 

 

Una semana paso y ya me sentía mejor con las vitaminas que la doctora me mando a tomar.

Todavía no le habia dicho a Mathew pero eso día sin falta pensaba decirle.

Ese día me todo ir en Taxi de regreso a casa, ya que su modo se había averiado y la habia mandado a arreglar.

Mentalmente me estaba preparando para decirle que sería papá.

Pero un carro descontrolado se dirigió al taxi y un impacto fue inevitable.

Salí por la ventana del auto con mis manos en mi vientre en un intento de proteger a mi bebé y un fuerte golpe en mi cabeza me arrebató el conocimiento.

Desperté en el hospital, en una mueble ví a Mathew dormido de manera incómoda, tenia grandes ojeras, se le veía muy cansado pero aún así se veía bello.

-Mathew- carraspe tratando de hablar, tenía mucha sed y un dolor insoportable en mi cabeza- Mathew llamé con más fuerza

Despertó alterado y me miro, de inmediato se levantó y me abrazo llorando en mi hombro.

-Creí que te perdería, ¿Como te sientes?- me odie por preocuparlo tanto

-Agua- logre decir, el entendió y me paso un vaso con agua colocando su mano con cuidado debajo de mi cabeza para levantarla y ayudarme a beber.

-¿Mejor? - pregunto a lo que asenti

-Me duele mucho la cabeza, ¿Que sucedió?

-Tuviste un accidente automovilístico Cat, saliste por la ventana y por un fuerte golpe en la cabeza  caíste inconciente, tienes algunos raspones y cortadas, pero la más grande es en la de tu hombro derecho- la tocó levemente evitando lastimarme- tiene siete puntos, te torciste el tobillo izquierdo, te dislocaste el codo derecho, estuviste inconciente tres días, pero de resto estas bien.

En eso recordé todo, y la principal razón por la cual quería llegar a casa. Lo miré y el parecido entender lo que le quize decir y sin querer las lágrimas empezaron a caer de mis ojos.

-¿L-lo pe-per-rdí?- apenas pude decir, y las lágrimas en los ojos de Mathew me lo dijeron todo.

-Lo perdiste poco después llegar aquí hicieron lo posible porque no se desprendiera pero no hubo mucho que se pudiera hacer.

Más lágrimas salieron.

Él se sentó a mi lado acariciando mi brazo.

-¿Porque no me lo dijiste?

-Ese mismo día pensaba decírtelo ese mismo día, por eso quería llegar rápido a casa.

El entendió y solo lloramos en silencio nuestra pérdida.


 


 




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