Señorita Dankworth

"Un comienzo"

¡Pi pi pi... Pi pi pi! Suena el despertador indicando que son las cinco de la madrugada. Deseosa de seguir durmiendo Mackenzie tiene que obligar su cuerpo a levantarse, sentada en la orilla de la cama se desespereza, toma su telefono y le da reproducir a su lista de canciones preferidas como todas las mañanas. Busca en su armario la vestimenta que usara, la coloca encima de la cama y se dirige a la ducha. Cuando sale, va a la cocina y deja que la cafetera prepare su delicioso café. Nuevamente se dirige a la habitación, se pone la ropa que ha seleccionado, unos jeans azules, zapatillas negras, franelilla blanca y un chaleco negro, opta por colocarse el chaleco al terminar de cocinar para no ensuciarlo. Al volver a la cocina su estómago le pide panquecas con queso, y se concede ese antojo. Las prepara y al final las come junto con su café con leche. Bueno, mas leche que café. Al terminar su desayuno, toma las llaves de su auto y sale del departamento.

Puede decirse que Mackenzie es millonaria o quizás más que eso, bueno, es la dueña de Empresas “Mackenzie”. Sin embargo, el dinero nunca la ha cambiado. Sigue siendo la misma chica de antes, sencilla, cariñosa, extrovertida... cualquiera que no la conociera pensaría que es una chica común. Mackenzie a pesar de que puede darse el lujo de vivir en una casa tipo mansión, prefiere vivir en su pequeño departamento, donde desde que empezó la universidad ha vivido. Eso si, le encantan los autos y el que posee es un hermoso porsche color negro, su armario también cambió un poco, pero no del todo, ahora solo le añade ropa mas bonita y elegante de la que solía usar, trajes de noche, trajes de ejecutiva, algunos tacones, pero muy poco usa todo aquello. Solo cuando hay una reunión importante con alguien en cuanto a la empresa. Le sobra el maquillaje, perfumes y todo eso, debido a que ella misma se los crea. ¡Ventajas de ser Ing. Químico!

Al llegar a su empresa, se baja del auto y admira un minuto el enorme edificio frente a ella. Siempre lo hace. ¡Le emociona ver todo lo que ha progresado! Se encamina a la recepción, saluda a la recepcionista que hablaba por telefono. Decide escaleras antes que asensor, de hecho solo recurre el ascensor cuando va retardada o simplemente quiere tomarlo. Por el camino, se cruza a varios de sus trabajadores con batas blancas quienes la saludan y ella les responde con una enorme sonrisa. Al llegar a su oficina, no tardan ni 5 segundos cuando entra su secretaria.

— ¡Buenos días, señorita Dankworth!

— ¡Buenos días, Clara! ¡Te he dicho que me llames Mackenzie!

— Lo siento, aun no me acostumbro. —Dice Clara apenada.

— Ya llevas dos años trabajando conmigo. Eres mi mejor amiga y me sigues diciendo así.

— Perdón, es que ya me acostumbré. Pero prometo tutearte fuera de nuestros horarios de trabajo.

— Bueno, esta bien, me rindo contigo. ¿Que tenemos pendiente para hoy? —Pregunta Mackenzie sentandose en su silla.

— Por ahora, solo revisar las muestras de los nuevos perfumes. Recuerde que hoy es el cumpleaños de su madre.

— Lo recuerdo. ¿Hiciste lo que te pedí?

— Si, todo esta listo. También quería recordarle que mañana comienzan sus viajes para la revisión de cada sucursal.

— Muchas gracias... ¡Aish! Mañana comienza el ajetreo.

— Por mi parte, amo acompañarla.

— Si, porque amas viajar. —Ante este comentario, ambas se rien.

— En fin, vamos a revisar esas muestras.

Mackenzie se pone de pie, se quita el chaleco y lo deja sobre la silla, se recoge su cabello en una cola alta, recibe la bata que Clara le ofrece. Y se encaminan a los laboratorios. Pasan todo el día revisando muestras, y entregando las fórmulas para la nueva crema de cuerpo. A un cuarto para las cinco de la tarde, Mackenzie con la ayuda de Clara organiza la agenda de lo que se hará en la semana en cada sucursal. Una vez terminada la programación de todo ambas salen del despacho y en la recepción se encuentran con Marla, la recepcionista y amiga de Mackenzie, hablando por telefono. Al verlas, cuelga. Las tres son siempre las ultimas en retirarse.

— ¡Te he dicho que no hables con tus novios del telefóno de la empresa! —La reprende Mackenzie.

— No hablaba con mis novios. Un tal señor Hawkins viene en camino. Dijo que ya estaba cerca.

— No puedo atenderlo. Además, no hizo una cita. Hoy es el cumpleaños de mi madre, que por cierto vamos tarde.

— ¿Vamos? —Pregunta Clara.

— Sí, ustedes y yo. —Responde Mackenzie con obviedad.

— Creo que era importante, dijo que estaba en la ciudad y quería aprovechar hablar con la dueña de las Empresas "Mackenzie". Por lo visto, no es de aquí de España. —Menciona Marla.

— ¿Te llamó el mismo?

— No, su secretaria. Pero vienen juntos, lo que es casi lo mismo.

— Si no te llamó el mismo, no es importante. ¡Ahora, vamonos! —Sentencia Mackenzie.

Todas se despiden del vigilante. Y justo cuando están saliendo de la empresa, un Audi R-8 se detiene frente a ellas, justo detrás del auto de Mackenzie. Las tres chicas admiran el hermoso auto, pero tras salir el conductor su admiración cambia al apuesto hombre de traje. Tras este una hermosa chica con traje de ejecutiva.




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