Sentimientos de una pentathleta

Capítulo 6. Un año más de vida entre uniformes

Llegó el cuarto día en esta escuela civil militarizada de formación ciudadana, era mi cumpleaños. Era sábado y los horarios de instrucción ya los saben. La rutina de pase de revista como siempre. Posteriormente, la sargento nos anuncia que todos realizaremos un examen diagnóstico avanzado de ideología de Pentathlón y de México, incluyéndome, puesto que ella confiaba que podía enfrentarme a un examen de ese tipo por mis grandes conocimientos. Cuando tuve la hoja de papel frente a mí, admití que sí había aspectos complicados, pero no imposibles de desafiar, solo era cuestión de concentración y hacer memoria de todas aquellas enseñanzas aprendidas en las redes sociales, tanto de ellos como de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina. Recuerdo interrogantes como escribir el Himno Nacional Mexicano, definición de patria, disciplina y pase de revista, significado de cada palabra del Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario, puntos del Ideario Pentathlonico, Mensaje al Pentathlón Femenil y Mensaje al Pentathlón Menor, los cinco puntos del Pentálogo, entre otros aspectos. Al culminar el examen, mi sargento lo leyó rápidamente y lo comparó con el de otro compañero que llevaba tres años ahí, expresando «Emmanuel, mira, Jhoana lleva apenas dos semanas aquí y tú tres años, salió mejor que tú en el examen, ella sabe muchos puntos importantes».

Luego, continuamos con orden cerrado, las mismas órdenes que deben ir, pero con sensaciones nuevas. Mi instructora Tiana nos puso un reto a la hora de marchar, que cada vez que nosotros cometamos un error nos daría una piedra en el bolsillo del pantalón. Entonces los que superan tales límites de piedras, habría un castigo, ya sea plancha por un minuto o tantas lagartijas. No recuerdo cuantas piedras acumulé, pero si fueron varias. Al final el castigo que merecíamos fue plancha.

Posteriormente, tuvimos ejercicios de brazo en el suelo, hicimos lagartijas y para mi mala suerte me hice una ampolla en mis dos manos, era grande la herida y estaba mi mano quemada con sangre. Siempre me he caracterizado por ser una mujer fuerte y valiente, que no se queja cuando todo sale mal, así que solo le dije a mi sargento que me había quemado la mano con el suelo, pues lo mismo le sucedió a mi compañera recluta Nadia, aunque más leve. La instructora, muy comprensiva, nos dijo que omitieron ciertos ejercicios e hicimos plancha.



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En el texto hay: experiencias, metas, militar

Editado: 11.05.2023

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