¿Qué pasa?

Hacía poco Laqya se había casado e iniciado su nueva vida con su esposo en una ciudad muy lejos de donde creció, la anterior era tranquila, un lugar semi agrícola, donde todos vivían al paso cansino de las cosechas y los animales de crianza, la joven había pasado de hogar sustituto en hogar sustituto, sus padres, cuando ella tenía 6 años murieron en un accidente de tránsito. Y como no tenía ningún familiar vivo, fue puesta en el sistema de acogida.

La pareja sentía que todo era una nueva etapa para ambos, este nuevo lugar era la capital de su país, muy cosmopolita, gente de muchos otros países vivían allí, las distancias también eran grandes, y el ritmo de vida era muy apresurado, pero por eso dejaron sus trabajos anteriores, querían tener un mejor futuro para ellos y para los hijos que vendrían, pero la de pelo castaño ahora empezó a sufrir alucinaciones, veía sombras que se ocultaban detrás de los muebles.

— ¿Qué te pasa? — preguntó Antonio, su esposo.

— Parece que el gato del vecino se metió a la casa, vi pasar algo — pero cuando buscaron no encontraron nada.

— Debe haber sido tu imaginación, cariño — él dictaminó sin darle mayor importancia a la situación.

Pero a ella empezó a pasarle lo mismo todos los días, o veía, o sentía ruidos extraños. Laqya trató de mantener la calma, pero con el tiempo las cosas solo empeoraron, ahora tenía visiones, que en algunos casos se volvían realidad.

— Voy a depositar al banco, ya vuelvo — le dijo su compañera.

La joven de los ojos cafés quedó un tiempo quieta, su amiga se preocupó.

— Estas bien.

— Sí, solo me sentí mal — mintió — puedes traerme agua — en realidad por un segundo vio a su amiga que, al llegar a su destino, unos asaltantes que estaban en el lugar le disparaban y la mataban.

Luego de unas horas que su compañera la cuidó, ya no alcanzo a hacer el trámite bancario al que iba. Esa noche en las noticias, dijeron que habían robado el lugar, y varias personas habían resultado muertas o heridas.

— Que terrible, pobre gente ¿No es dónde tu amiga va a depositar el dinero de las ventas de la empresa?

— Sí, pero justo hoy hubo un problema y no fue.

— Que suerte para ella.

"No puede ser que yo pueda ver el futuro... tantos cambios me descolocaron, debe ser eso, porque loca no estoy".

Pero las cosas cada día empeoraban, incluso Antonio se dio cuenta de que algo extraño le pasaba a su esposa.

— ¿Mi amor estas bien? Últimamente duermes a sobresaltos.

— Mucho trabajo, estaré bien — pero ya empezaba a tener ojeras.

— ¿Quieres pedir un descanso?

— No, estoy bien, ya pasará lo más pesado en la oficina.

— Esta bien, recuerda que siempre estaré para ayudarte en lo que sea, confía siempre en mí.

Semanas más tarde, Laqya estaba en el paradero esperando movilización colectiva para ir a su trabajo, esa era otra de las desventajas de su nueva vida, su trabajo quedaba a casi una hora de su casa, pero ganaba mucho mejor que en su ciudad natal.

Una mujer mayor que había en el lugar, la miraba tan insistentemente que la joven se puso nerviosa, cuando se le acercó se sobresaltó pensando que le diría alguna pesadez, pero en cambio le paso una tarjeta.

— Es una psicoterapeuta, te ayudará, tranquila, todo irá bien — se subió en un microbus, dejándola asombrada.

"¿Tan mal estoy que todos se dan cuenta?".

Miró la tarjeta varios días sin animarse a pedir hora, incluso soñaba que del siquiátrico venían a buscarla. Cuando ya las apariciones no la dejaban dormir, decidió ir a consulta. El lugar era bastante normal, como cualquier consulta de un especialista en salud.

La recibió una mujer de mediana edad, de 40 o 50 años, con una mirada oscura muy penetrante, Laqya sintió que podía leer sus pensamientos.