—Él me odia, definitivamente me odia —dijo Alexis dando vueltas por su habitación con las manos en su espalda—. Esto no va a resultar.
La situación es complicada ¿Cómo borrar esos malditos cuatros años de la cabeza de Adrián Makris? No será fácil. Anota ideas en una hoja para luego impaciente rayarlas todas y tirar los papeles arrugados al piso. El íncubo se mece tranquilamente sentado en su cama mascando goma de mascar.
No puede evitar mirar curioso al demonio, a pesar de su angustia.
"¿Será que en el infierno existen ese tipo de golosinas?"
—Yo te dije, si lo dejas que te dé como tambor de feria y...
Solo escucharlo provocó escalofríos en su cuerpo. Saltó como gato al ver un pepino. Y lo señaló casi sin hablar.
—¿Qué crees que soy yo? —le cortó de inmediato—. No soy una enferma para meterme con un niño de trece años.
—Tú tienes quince ahora —dijo inflando un globo de la goma de mascar.
Alexis cruzó los brazos echando maldiciones, recostándose en su asiento con los brazos cruzados.
—Tendré el cuerpo de una chica de quince años, pero mi mente —se llevó un dedo a la cabeza— es de un adulto de veintiocho años. Y no se hable más del asunto.
El demonio se encogió de hombros.
—Bueno sigue por el camino difícil —y dicho esto le dio la espalda.
Arrugó el ceño girando su silla y también dándole la espalda.
"Pu** demonio del infierno"
Masculló entre dientes.
"Sin embargo ¿Cómo la haré? ¿Cómo ganarme la confianza de un chico cuyo rencor no esconde? Ni siquiera sé qué le gusta, de adulto le gustaba matar, beber como condenado y meterse en la cama con todos CofCofHombresYMujeresCofCof, una flor de ejemplo humano... pero siendo niño inocente esas cosas no corresponden"
—¡Chocolates! ¡A todos los niños les gustan los chocolates! —dijo en voz alta con emoción.
El íncubo la contempló haciendo una mueca, pero no alcanzó a decirle nada a aquella que feliz salió por la puerta cerrándola sin estar dispuesta a escucharlo.
—No puedo creer que hayas sido un gran estratega. Si tu víctima no te odiara yo diría que fuera buena idea, pero tendrás que esforzarte más que darle unos simples chocolates —habló en voz alta antes de desaparecer desilusionado.
Alexis, con su típico traje varonil, su alto moño, su espada Runronbi al costado, deja ver su mirada atractiva, orgullosa, y elegante ante los sirvientes. Les cuesta evitar contemplarla y no pensar que será un buen partido como marido, un hombre tan bello como él, y con esa actitud inalcanzable. Si supieran que realmente es una chica que gusta vestir y comportarse así, y se considera asexual, pues nunca en sus veintiocho años se sintió atraída por nadie, no pensarían de la misma forma.
—¿A dónde vas? —le preguntó Saul entrecerrando los ojos con severidad.
—A la ciudad —le respondió sin dar más detalles.
"A comprar chocolates"
—Olvidas que no puedes andar sola —le recordó con seriedad—. Aun eres menor de edad y la ciudad sigue siendo un peligro para Akunis no preparados.
Akunis es la forma como se refieren a quienes pueden ser capaces de manejar un arma sagrada.
La verdad no lo recordaba, pues su memoria no le permitía saber nada de cómo ocurrían las cosas a esta edad. Pero es cierto que personas como ellas podían convertirse en presa fácil de secuestradores y trata, se paga muy bien en el mercado negro por novatos fáciles de manipular. Aun así, no se siente cómoda de salir con su hermano, menos cuando le cuestionaría el comprar esa cantidad de chocolate. No debía descubrirla. Pensaba quejarse cuando aquel le dio la espalda.
—Aunque te comportes como un niño sigues siendo una niña, voy a pedirle a Adrián que te acompañe —exclamó con seriedad.
"¿Adrián? ¡No, él no puede ir, se supone que no debería ver su regalo antes de recibirlo"
Por la expresión de espanto de su rostro, Saul sonrió con maldad, asumió que el gesto de Alexis es por el desagrado que le produce la presencia de ese mocoso huérfano, conociéndola sabe que le hará pasar una tarde horrible y eso en cierta medida, lo satisface.
—Llévatelo, aprovecha a descargarte con él, ya está lo suficientemente amenazado para que no se atreva a decírselo a nuestro padre.
Alexis se quedó muda, ¿Acaso fue cerca de esta fecha en donde también empezó a ser parte del maltrato físico hacia Adrián Makris? Hasta lo que recordaba antes de que su memoria se convirtiera en un vacío oscuro, lo ignoraba y fingía que no existiera para hacerlo sentirse más inferior de lo que era, y luego fue Saul fue quien la involucró en esos castigos inhumanos hacia ese niño. De ahí en adelante no hay más, solo oscuridad hasta que despertó en el hospital. Seis años borrados de su vida.
No pudo pensar más, porque mientras esperaba dentro del auto, su hermano, trajo a empujones a aquel niño que cojeaba, luce mucho más miserable que antes a pesar de la elegancia de sus ropas. Abrió la puerta y lo tiró, literalmente, hacia adentro haciendo que su cabeza chocara con el vidrio.
—Si llego a saber que no obedeciste a mi hermanito, o te atreviste siquiera a levantarle la mano, ya verás el castigo que te daré —lo amenazó antes de despedirse de Alexis, con una sonrisa, para luego volver a mirar con expresión amenazante a Adrián.
Cerró la puerta con un fuerte portazo antes de ordenarle al chofer moverse.
Adrián sin decir palabras se sentó en el rincón, sin mirarla, con la respiración contenida con el miedo de hacer ruidos, y sus manos pegadas en su vientre. Alexis no pudo evitar sentir compasión por aquel infeliz niño. Sus ojos marrones se mantienen mirando sus pies y no alza la mirada por ningún motivo. Alexis nunca antes se había detenido a observarlo con tanto detenimiento, y por primera vez empezaba a sentir la amargura del arrepentimiento. Tal vez al ser ahora adulta podía notar la indefensión de un niño pequeño y endeble a manos de dos hermanos infames, y lo peor es darse cuenta de que ella era uno de esos hermanos.
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Editado: 28.06.2024