Serie Akuni | Falla en el infierno

14.- Una trampa

—¡El ganador del torneo nivel dos es Adrián Makris!

Los aplausos no se hicieron esperar. Ni tampoco la ceremonia de entrega de trofeos.

—¡Lo he logrado! —dijo Adrián feliz apenas bajó la tarima sin evitarlo aprisionando en un fuerte abrazo a Alexis hasta alzarla en lo alto notando la diferencia de tamaño de ambos.

No pudo evitar sentirse avergonzada ante este inesperado gesto. Le palpó la cabeza para indicarle lo que estaba haciendo y Adrián al darse cuenta la bajó de inmediato con cuidado bajando la cabeza con cortesía.

—Todo es gracias a ti, joven señor —le dijo haciendo que guardara silencio al sentirse tan emotiva y solo pudo sonreírle con ternura.

Pero más atrás hubieron miradas distintas, aquellos que no ven con buenos ojos esa supuesta relación de amistad y para los cuales la actitud de cortesía y humildad de Adrián oculta una historia desoladora de abuso de parte de Alexis Vikar. No se equivocaban si esta hubiese sido esa vida anterior, pero sí con esta vida actual.

—Adrián, hay señores que desean hablar contigo —los interrumpió un maestro.

—Ve, es tu oportunidad —exclamó Alexis de inmediato.

"Persigue ese futuro lejos de toda maldad, es tu oportunidad de elegir otro camino..."

Sin embargo, el primero que lo esperaba era precisamente el mismo general de la policía. Solo verlo sentado dentro de aquella sala tensó su cuerpo. Ese hombre que no miraba a Alexis como alguien que mira a un simple novato ahora estaba frente suyo haciendo que la sangre le hierva. El hombre de buena contextura, alto, y de mirada penetrante entrecerró los ojos con actitud paternal.

—Es un gusto conocer a un estudiante tan talentoso —le dijo con cordialidad.

Adrián le sonrió de la misma forma, sin dejo de lo que de verdad siente en ese momento.

—Al contrario, agradezco la oportunidad que me ha dado para hablar con usted —respondió con amabilidad.

—Se nota que eres un buen muchacho, dejarás en alto el nombre de tu familia —le dijo invitándolo a tomar asiento.

Aquel individuo luce simpático, y si no lo hubiese visto mirar a su joven señor de esa manera es seguro que no se sentiría así de alterado en su presencia. El hombre se colocó serio enderezándose en su asiento.

—Quiero formar una especie de comando especial dentro de la policía, solo se invitará a los más fuertes para ser parte de ese equipo, la mayoría de las veces trabajaran bajo las sombras. Nos interesa que seas parte de este departamento.

Escuchar esto hizo que arrugara el ceño.

—¿Tendrá algo que ver este comando o alguna relación con el Caudillo de policías? —preguntó interesado.

El hombre mayor lo miró confundido por la insólita pregunta.

—Sí, como una especie de protectores y castigadores de los siete caudillos y...

—Acepto —respondió poniéndose de pie—, agradezco que me hayan elegido.

Y sin más se retiró ante la sorpresa del hombre mayor. 

—No le parece algo... siniestro —replicó el acompañante del general con seriedad.

—Es interesante —respondió sonriendo con vivo interés.

Alexis se encontraba bebiendo un jugo bajo el enorme árbol en el cual siempre suele encontrarse con Adrián, luce impaciente por saber a qué empresa o institución aceptó ir.

De repente dos muchachas se acercaron desesperada a ella.

—¡Necesitamos su ayuda! Adrián estaba practicando, pero hizo un mal movimiento y está muy herido —dijo una de las chicas.

Alexis arrugó el ceño, preocupada.

"¿Practicando? ¿Acaso no estaba en entrevistas con quienes querían invitarlos a ser parte de su comunidad? ¿Será que no quiso ninguna y frustrado quiso quemar energías entrenando?"

—¿Les avisaron a los maestros? —preguntó de inmediato siguiéndolas y esperando que la situación no fuera tan grave.

—Sí, pero con todo el tema del torneo se han demorado demasiado en ir a verlo —respondió la más alta tomándola de la muñeca.

"Esto es extraño"

Piensa mientras las sigue, hasta notar que van en dirección al cementerio. Tensó su rostro, le parece imposible que Adrián se salté las reglas y entrené en un lugar sagrado como este, las reglas de la academia han dejado bien en claro que se les prohíbe a los estudiantes perturbar el sueño de sus maestros fallecidos. Él nunca haría eso. Y no está equivocada. Apenas colocó un pie se vio rodeada por otros que salieron escondidos detrás de las lápidas.

Sacó su espada lista para defenderse del ataque de esos cuatro cobardes, cuando se dio cuenta que su aura sagrada no aparece.

Retrocedió justo a tiempo de dos saltos evitando los golpes de las armas de sus contrincantes. Es ahí donde se dio cuenta que lleva en su muñeca una pulsera contenedora, esta es una herramienta policiaca que se utiliza contra criminales.

Sin su poder no podrá controlar herirlos peligrosamente por lo que volvió a guarda a Runronbi en su funda deteniendo los ataques con esta misma, apoyándose con sus habilidades de lucha, que a estas alturas no eran pocas.

Arrugó el ceño al sentir energía detrás suyo deteniendo justo a tiempo el látigo de metal que quiso golpearla por la espalda. Sin embargo, esta se había enroscado en su muñeca para reducir su espacio de pelea. Esos cuatros no pueden contra ella sin esta infame ayuda.

—No entiendo que pretenden —exclamó con severidad.

Que un grupo de alumnos de grado menor ataquen a un superior es muy extraño. Pero fijándose bien en el rasgo de cada uno comenzó a reconocerlos.

"¿No son estos acaso los futuros miembros del grupo criminal de Adrián Makris? ¿Será que acaso él los mandó a atacarme?"

Pero le es difícil creer en eso cuando momentos antes la había abrazado con tanto cariño sonriéndole con esa dulzura. La perturbación que le produjo esta idea la distrajo y no vio como otro de sus atacantes en las sombras se movió a su espalda dándole con tantas fuerzas que no pudo detenerlo.




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