—¡Arriba, ya he vuelto! —dijo el íncubo apareciendo en la sala en que Alexis esta recostada.
Lo contempló como si quisiera matarlo a pesar de la alegría exagerada del demonio. No debería ser tan feliz si las cosas van tan mal encaminadas. Bufó entrecerrando los ojos. No estuvo cuando más lo necesitaba y ahora siente que no vale la pena. Adrián ya la odia y quiere matarla ¿Qué esperanzas hay de voltear esta situación? Más cuando ya casi se ha resignado a este final.
—¿A dónde estabas? —le preguntó molesta.
Suspiró al escuchar la pregunta sentándose sobre la mesita cercana a la camilla en la que reposa Alexis.
—Mientras dormías en tu coma me mandaron a trabajar con las gemelas endemoniadas, Kail y Bayet, las nietas del rey del inframundo son unas tiranas de lo peor, me hicieron trabajar como no lo había hecho en 200 años —se quejó llevándose las manos a la cabeza—. Pero también son tus fans número uno...
—¿Cómo que mis fans? —Alexis alzó sus cejas.
Siempre pensó que las gemelas endemoniadas no eran más que historias inventadas para los niños, se trata de dos reinas demonios de alta jerarquía. Bayet la de frio corazón capaz de congelar a todos, y Kail, la valiente ojos de fuego que enciende los bosques con cada berrinche. Sí, eran sus personajes favoritos de los cuentos infantiles que su padre solía leerle cuando niña, e incluso soñaba ser una poderosa guerrera como ellas ¿En realidad existen o ese demonio solo está jugándole una pesada broma?
—Sí, les conté historias sabrosas de ti y Adrián —dijo de la nada.
Alexis hizo una mueca sin entenderlo.
"¿Qué querrá decir con historias sabrosas?"
No quiso pedirle más explicaciones, más cuando imagina lo peor ¿Qué historias sabrosas pueden existir entre ellos? Más cuando ahora ni siquiera sabe si siguen siendo amigos o ya está decidido a matarla, otra vez. Suspiró dolida, y se llevó ambas manos a la cabeza, le duele tanto que solo se recostó hacia atrás, por ahora solo quiere dormir un poco, para poder calmarse y pensar que debe hacer ahora, si es aún hay posibilidades de evitar el nefasto final que se avecina.
Aún tiene fiebre a pesar de las pastillas que ha consumido, parece que es su aura fragmentada, debido a la impresión de haber visto esos ojos fríos llenos de odio en Adrián, la culpable de esto. Si estuviera en buenas condiciones no le afectarían de esta forma estas bruscas impresiones. Inclinó ambas piernas arriba con desesperación.
—Veo que aquí te escondes, pequeña escoria —escuchó una voz y se levantó de inmediato.
"¿Quién es el infame que se atreve a llamarme escoria?"
Pero ante los ojos de odio frente a los suyos se paralizó. Adrián la contempla fijamente desde la puerta. Alexis intenta sonreír a la fuerza levantándose de la camilla, no sabe que decirle. El ambiente es tan denso que le cuesta respirar, no sabe que intenciones tendrá Adrián, pero no parecen del todo buena.
"¿Habrá venido a matarme ahora? Pero imposible, estamos dentro de las dependencias de la policía, no se atreverá a hacerme daño arriesgándose a perder su alto cargo"
Tragó saliva, y desagradablemente sintió el sabor metálico de la sangre. Eso es una mala premonición. Se tragó la sangre que subió a su garganta, debido a las secuelas de su accidente suele vomitar sangre cuando se altera demasiado.
—Señor —lo saluda con cortesía—, le pido que cuide sus palabras, yo procedo a retirarme, con su permiso.
No logró dar dos pasos cuando fue agarrada con brusquedad del brazo, arrastrada hacia atrás y lanzada a la camilla devuelta con tan poca delicadeza que sintió que sus pulmones dejaron de respirar por un par de segundos.
Abrió los ojos espantada, más al darse cuenta de que él se ha subido arriba de ella ¿Qué significa esa posición incómoda? Sintió el calor subirse a su cabeza. Así debe sentirse tener a un peligroso animal salvaje encima a punto de comérsela.
¿Realmente va a matarla ahora? ¿En este lugar rodeado de policías?
—Adrián... —lo miró con desconsuelo—. ¿Podemos hablar? Si me dejas hablar yo puedo explicarte lo que pasó...
Adrián arrugo aún más el ceño mostrando amargura en su rostro.
—Llámame señor Makris, no uses tanta familiaridad conmigo Caudillo segundo, Alexis Vikar —la interrumpió con sequedad.
Sin saber cómo reaccionar ante su frialdad se quedó paralizada, es todo peor de lo que hubiera imaginado, hasta en el tono de voz como le habló es igual a su versión anterior, cargado de rencor. Fuera la Alexis de su vida anterior le hubiese respondido en el mismo tono y no le hubiera importado, pero ahora no puede, le duele recordar su imagen amigable de antes para verlo ahora así tan dispuesto a amenazarla, y que el cariño a esa imagen de Adrián que no existe la hace sentirse débil.
Los ojos oscuros de Adrián se detuvieron en ella, serios, fríos para luego poner su mano en su frente. Ocasión que Alexis uso para tantear su espada. No logro tocarla cuando la tomaron por ambas muñecas con violencia colocándolas sobre su cabeza.
—¿Quién te dio permiso a moverte? ¿Olvidas que soy tu superior? —le habló con autoridad.
Alexis apretó los dientes.
"Su rango superior no tiene nada que ver con lo que está haciendo"
—No corresponde esta falta de respeto —reclamó Alexis desviando la mirada para no verlo directamente a los ojos.
Y Adrián bufó llamando su atención, para verlo sonreír con ironía.
—¿Quieres respeto? Gánatelo entonces, mi joven señor... —arrastró las últimas palabras con intención entrecerrando los ojos como si por un momento esta situación la hubiese planeado hace mucho tiempo.
Alexis lo contempló buscando algún rastro de bondad en ese rostro masculino que no pudo encontrar. Sus labios se curvaron hacia abajo con una evidente tristeza mientras sus ojos se cristalizaban, aunque no quisiera.
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Editado: 28.06.2024