Serie Akuni | Falla en el infierno

28.- Al filo de la vida

Despertó tan adolorida que le costó reaccionar lo suficiente para recordar en donde están. Sus ojos se quedaron fijos en el oscuro cielo donde las estrellas titilaban junto a una enorme luna llena.

"¿Ya es de noche?"

Quiso levantarse, pero no pudo, para luego darse cuenta de que no puede ya que Adrián esta inconsciente encima de ella. Con razón había solo tenido pesadillas donde la aplastaban entre dos paredes.

Con esfuerzo logró salir debajo de su cuerpo para pronto revisar su condición, por suerte no parece haber sufrido más que rasguños cuando cayeron rodando por esa colina. Pero Adrián no despierta aun cuando lo ha sacudido ¿Es que absorbió tanto veneno?

"No eres un akuni novato ¿Cómo caíste en eso?"

Alexis lo miró preocupada. Tragó saliva antes de atreverse a abrirle la ropa en su parte superior, dejando a la vista un torso bien trabajado, no pudo evitar pestañear anonadada al ver ese cuerpo perfecto.

"En vez de trabajar tanto tu cuerpo ¿Por qué no te enfocaste más en el control de tu aura?"

Suspiró, sintiendo el calor subirse a su cabeza. Pero cuando quiso vestirlo sus rodillas resbalaron con el lodo haciendo que su cara chocara con ese pecho desnudo. Colocándose tan nerviosa al retroceder que no se dio cuenta que la tomaban con brusquedad de la muñeca.

Al azar los ojos, se detuvo en la seria mirada de Adrián, que aun cuando su rostro muestra evidencias de que sigue sufriendo con el veneno no deja de mirarla con severidad, para luego bajar la mirada hacia su pecho desnudo y endurecer su mirada en el semblante nervioso de Alexis.

Aquella quiso explicar que nunca lo desnudó por perversa sino para ver que no estuviera herido, pero se le enredó tanto la lengua que no pudo explicar nada. Adrián la soltó con desprecio para luego abotonarse la ropa.

Alexis bufó con fastidio dándole la espalda. Ni, aunque estuviera al filo de la muerte tocaría el cuerpo de ese idiota. 

"¡Que piense lo que quiera pensar!"

Y se sentó en el piso cruzando los brazos y las piernas.

—¿Dónde estamos? —preguntó Adrián con voz ronca.

Intentó ponerse de pie, pero tropezó y Alexis lo sostuvo para que no cayera, pero como respuesta aquel la alejó de un empujón. Parece más molesto de lo usual y eso no logra entenderlo ¿Será porque al seguirla ahora se encuentra en esa situación?

Pero lo que realmente le molesta no es eso, sino haber caído en una trampa tan simple, morir envenenado no estaba en su lista de muertes dignas. Avanzó con esfuerzo por el lodo afirmándose en los troncos de los árboles tambaleándose sin que Alexis se atreva otra vez a ayudarlo, no vaya a recibir otro grosero empujón.

Avanzaron en silencio en medio de la oscuridad, la maleza y la humedad. De repente Adrián cayó al suelo, respirando fatigado por el veneno. Su vista se ha debilitado y solo ve borroso, se llevó las manos a sus ojos. Y sintió una mano fría que lo tocaba con timidez. Al abrir los ojos vio la expresión preocupada de Alexis que le sonrió con suavidad como si intentara confortarlo.

Es la misma mirada que le dirigía cuando niño buscando animarlo y por eso se quedó con los ojos bien abierto. Sintió como si el tiempo se detuvo en ese momento, como los recuerdos vinieron a su mente, con su joven señor, con su Alexis a su lado, llenando su oscuridad de luz. Los pétalos rosas caen como aquel día de verano en el que se fueron a jugar al bosque y él cayó al suelo hiriéndose la rodilla y Alexis lo cargó todo el camino a casa. Tratando de confortarlo diciéndole que algún día le iba a tocar a él cargar a su joven señor, ya que siendo dos años menor era mucho más alto.

Pero de repente todo se volvió oscuro, y la voz del doctor diciéndole que su padre había fallecido y ese teléfono que jamás fue contestado. Apretó los dientes con rabia y la alejó con tanta fuerza que Alexis tropezó y cayó hacia atrás de costado contra el piso.

Adrián se asustó, no pensó que caería al suelo de esa forma. Tragó saliva viendo a Alexis permanecer quieta. Se sentó algo aturdida, le duele la cabeza, se tocó con su mano y al ver la palma vio sangre, al caer se dio con una piedra enterrada en su nuca.

—¿Estas...? —pero Adrián no pudo terminar su frase Alexis apretó su puño para mirarlo desafiante.

—Estoy bien, solo fue un susto, vaya hombre ten cuidado con esos músculos —dijo en forma picara poniéndose de pie y ocultando la mano donde se ve la sangre de su herida—. Busquemos una cueva donde resguardarnos, no deberías moverte mucho con ese veneno en tu cuerpo.

Volvió a mirar su teléfono sin señal para luego suspirar desanimada. 

—Es difícil seguir avanzando a ciegas sin saber por dónde deberíamos seguir —habló Alexis seriamente sin mirarlo caminando delante suyo.

Adrián chasqueó la lengua antes de adelantarse. Sabe que tiene razón, pero que ese bastardo la tenga le hace hervir más la sangre. Rodearon el sector rocoso cerca del rio hasta hallar una pequeña abertura en donde pernoctar hasta que salga el sol.

Alexis reunió algunas ramas secas del lugar formando una pequeña fogata, e invitó a Adrián a sentarse cerca, pero este se negó acostándose a un extremo dándole la espalda.

"¡Este mocoso me saca de quicio! ¿Cómo puede alguien ser tan cabeza dura cuando niño era la personita más dulce y dócil?"

—Necesitamos encapsular el veneno de tu cuerpo, y sabes que eso no puede hacerse solo con un aura, mínimo se necesitan dos y...

—Prefiero morir que aceptar tu ayuda —la interrumpió Adrián sin mirarla.

Alexis no pudo ocultar lo ofendida que se sintió al escuchar esto y solo se dedicó a avivar el fuego con una rama mientras apoyaba su barbilla sobre sus rodillas flectadas mirando la fogata. ¿Es tal su nivel de odio que prefiere morir que hacer la conjunción de auras? Hacer correr el aura de alguien envenenado junto al aura de otro ayuda a equilibrar las toxinas y recuperarse más rápido.




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