Serie Akuni | Falla en el infierno

34.- Jugando con fuego

La respiración se agita en Alexis obligada a ver los ojos fríos de Adrián. Los labios de aquel están curvados hacia abajo endureciendo aún más su expresión, con el ceño arrugado, luce tal como el Adrián que la lanzó a morir a la caída del rio. ¿Va a matarla ahora ya? Tensa su rostro.

Pero Adrián tembló, y eso pudo sentirlo. Nunca en sus sueños pensó tener dominado de esa forma a aquel "joven señor" que siempre lució tan gallardo, orgulloso y engreído. Tan inalcanzable y ahora luce como un conejo indefenso frente a él. Su corazón late agitado, siempre entrenó para ser más fuerte, para algún día tener la oportunidad de estar a su nivel y poder hacerlo suyo, no temer al rechazo de los Vikar ni al rechazo de la misma Alexis. Quien ahora lo contempla con fijeza, con sus enormes ojos azules abierto de par en par haciendo que sus largas pestañas negras luzcan más largas de lo usual, con las mejillas ligeramente sonrojadas, y esos labios, aunque secos, con un tono rosado tentador.

Quiere odiarla por el engaño sucio que le hizo antes, pero a la vez la desea tanto como desde el momento en que empezó a admirarla. Tan fuerte, tan lejana, y ahora en sus manos. Tomarla y forzarla sería un buen castigo y una buena venganza... sin embargo eso significaría solo un pequeño placer porque de seguro, conociéndola, sería perderla para siempre. Pero un beso... un beso...

Y acercó sus labios, dispuesto a besarla, pero al roce, se detuvo. Alexis sigue mirándolo con fijeza, pero Adrián vio lágrimas en ellos, las cejas de la mujer se inclinan dándole un aspecto más dolido y temeroso. Es como si le suplicase clemencia en silencio.

La odia, y sin embargo no quiere hacerla sufrir de esa forma y termina por liberarla dándole la espalda. Alexis al verse libre aprovecha a restregarse los ojos.

"Maldito maquillaje barato... me arden los ojos, todo es culpa de ese demonio, le dije que no quería usarlo ¡Diablos, como me arden los ojos!"

—Toma este pañuelo, sino querías que te hiciera algo no debiste venir acá —habló Adrián molesto.

Alexis lo miró confundida sin entender nada.

"Ah claro lo dice por asustarme con que iba a matarme. Mi pequeño tigre salvaje tiene corazón aun con su ex Joven señor... es lindo"

—Se defenderme —respondió Alexis olvidándose lo aterraba que estaba pensando que iba a morir.

—En todo caso ¿Qué haces acá? —le habló en tono agresivo dándole la espalda.

—Bueno, vine a agradecerte con que me salvaras la vida —le dijo Alexis y empezó a buscar en su bolso donde se supone que ese demonio metió un "regalo de agradecimiento" —. Te traje esto.

Le extendió el pequeño regalo envuelto con papel brillante. La verdad es que Alexis no tiene ni idea que es lo que hay ahí. Pensándolo bien debió hacerlo ¿Qué tal si ese demonio libidinoso metió algún tipo de juguete sexual? Abrió los ojos asustada.

Pero antes de pensar como quitarle ese regalo Adrián ya lo había abierto. Adentro hay un conejo de peluche de tono gris, con ojos azules y expresión poco amigable.

—¿Me estas regalando una versión tuya en muñeco de felpa? —le preguntó con una sonrisa irónica.

Las mejillas de Alexis se sonrojaron en el acto e intentó recuperar el peluche alegando que se había equivocado, pero siendo más baja no pudo alcanzarlo cuando Adrián lo levantó en alto.

—Ahora es mío —le dijo con una leve sonrisa—. Me gusta...

Musitó mirando al conejo con una expresión cariñosa que llamó la atención de Alexis. Sus ojos se quedaron fijos en aquel hombre que sonreía de esa forma y sintió un extraño calor subiendo por su estómago. Se quedó paralizada por esta sensación extraña. Sus ojos se posaron en la figura masculina por completo.

"En verdad has crecido mucho, estas bastante alto y... apuesto..."

Luego de darse cuenta de su pensamiento se colocó ambas manos en su rostro golpeando sus mejillas para reaccionar. Aquel movimiento extraño llamó la atención de Adrián.

Y cuando sus ojos se cruzaron con los ojos de Alexis, aquella de inmediato desconcertada, le dio la espalda.

En eso Adrián noto que un pequeño sobre está atado a una de las patas del conejo gris. Lo desenredó dándose cuenta de que es un mensaje.

"Quiero que mi primera vez sea contigo. Alexis"

Abrió los ojos sin creer esa declaración tan audaz. Pero pensó que por ello era la reacción anterior de Alexis. Nunca pensó que ella quisiera algo así con alguien que no es de su misma categoría, que sea parte de una familia en desgracia y que si no fuera por los Vikar probablemente estaría pidiendo limosnas por las calles.

Se acercó alzándola entre sus brazos. Alexis sin entenderlo se afirmó de su cuello asustada. No entiende por qué la ha tomado en sus brazos, y teme que quiera lanzarla por la ventana.

"¿Qué piso es este? ¿El décimo?"

Pero antes de calcular si moriría de un ataque antes de caer al suelo o no, Adrián la subió a su cama. Reaccionó retrocediendo y sentando en el colchón sin entender sus intenciones ¿Va a matarla con una almohada en la cabeza? ¿O la va a atar a la cama para cortarla en pedazos?

Cada idea era peor que la otra. En eso Adrián se subió a la cama y cuando su mano se extendió hacia ella, cerró los ojos pensando que iba a ahorcarla, pero su mano en cambio se deslizó con suavidad por su cuello y subió a su mejilla hasta acariciarle los labios. Alexis entreabrió los labios pensando que le diría algo, pero su dedo pulgar se deslizó al interior de su boca.

Confundida abrió más los ojos, más cuando notó como Adrián se acercaba a ella. Sintió la humedad en sus labios, como un frio hielo que acaba de posarse en un desierto. Tembló ante el contacto sin lograr ordenar sus ideas. Y aun cuando sus ojos siguen abiertos esperando una explicación, no tuvo inconvenientes de dejarlo entrar, y que esa fría humedad se deslizara a su caliente interior. El beso es más intenso que los que alguna vez le ha dado antes, y el calor la marea, mientras baja a su vientre y se intensifica más y más. Finalmente cierra los ojos dejándose llevar. Casi no puede respirar porque Adrián la ha tomado de la nuca y la sostiene contra sí para que no huya de ese beso que la ahoga.




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