Serie Akuni | Falla en el infierno

51. ¿Dónde estás?

Alexis le extrañó no encontrar a Adrián por ningún lugar de la fiesta. Caminó de lado a lado, saludando con cortesía a quienes la saludaban, pero sin ver rastro de él ¿Dónde estará? ¿Le ha pasado algo? ¿Una urgencia policial o algo así? Preocupada buscó su teléfono

—Es un gusto verla nuevamente, señorita Vikar —la saludó un hombre.

Alexis abrió los ojos asustada de que la hayan llamado "señorita" y de inmediato alzó la cabeza encontrándose con la sonrisa del viejo general. No pudo hablar ante la sorpresa de encontrárselo de frente y más que la haya llamado de esa forma. Miró a su alrededor esperando que su padre no estuviera cerca.

—General —devolvió el saludo con demasiada cortesía desviando la mirada con incomodidad ya que aquel hombre la observa de una forma con la cual comienza a sentirse incomoda.

De la nada la tomó de la barbilla casi obligándola a mirarlo a los ojos y se acercó tanto que Alexis arrugó el ceño empuñando ambas manos. Si no fuera el general bien le hubiera dado un puñetazo por tamaño atrevimiento.

—¿Por qué esta tan sola? —le preguntó.

—A veces es bueno disfrutar de la propia compañía —respondió entrecerrando los ojos con soberbia y soltándose del agarre con suavidad.

—Pensé que buscaba al oficial Makris, lo vi saliendo hace unos momentos —indicó el hombre seriamente.

Alexis no dijo nada, solo guardó silencio tensando su mirada ¿Adrián se fue? ¿Sin despedirse de ella ni decirle nada? Algo esta pasando.

"Tengo un mal presentimiento de todo esto"

Pensó detenidamente antes de despedirse y alejarse de inmediato. El hombre mayor sonrió, tomando una copa y tornando su mirada en una malicia espeluznante.

Alexis se despidió de su padre antes de salir del lugar. El día se ha nublado y comienza a correr un viento frio.

—¿Qué piensas? —le preguntó Asterus, el demonio apareciendo a su lado, luce bastante magullado.

—¿Todo bien? —indica Alexis preocupada.

—Sí, sublevación controlada, ahora vamos a lo tuyo ¿Dónde esta ese empalagoso novio tuyo? —le preguntó curioso.

Alexis arrugó el ceño.

—Si el peligro de que Adrián no se convierta en un criminal se hubiera disipado totalmente yo no debería seguir aquí, pero sigo acá —le dijo arrugando el ceño—. Hasta ahora no lo había pensado bien, me he enfocado tanto en mis propios problemas que olvidé ese detalle...

—¿Y? —preguntó al no entenderla.

La joven policía detuvo sus pasos.

—¿Y si aun a pesar de todo Adrián va a convertirse en un criminal asesino? ¿Aun cuando dé a luz a nuestro hijo? Hay algo que se nos esta escapando de las manos, algo que no logró ver —dijo ofuscada mordiéndose los labios—, debo averiguarlo, pero primero asegurarme de que él este bien y entender que pasó para que se fuera repentinamente de la fiesta.

Llamó por teléfono una y otra vez y no recibió respuesta. Se subió a un taxi y volvió a intentar comunicarse con Adrián, pero nada. Finalmente llegó a su departamento.

Suspiró antes de animarse a golpear. No hubo respuesta, se miró con su demonio y aquel alzó los hombros. Volvió a golpear y la puerta se abrió de golpe recibiendo una mirada agria que no se esperaba.

—¿A que has venido aquí? —le preguntó con brusquedad.

Alexis tragó saliva nerviosa sintiendo su corazón agitarse. Inquieta se pasó la mano sobre el cabello sonriendo.

—Me dijeron que te habías ido y estaba preocupada, no has contestado mis llamadas y...

—Termina ya con este maldito juego —la interrumpió apretando los dientes.

Alexis lo quedó mirando sin entenderlo.

—¿Qué dices? —sonrió confundida quedándose detenida en la puerta de la casa.

—Los escuché hablar a ti y a tu hermano —indicó endureciendo su mirada.

Ahí empezó a entender lo que había pasado. De seguro la había escuchado. Si supiera que mintió solo por protegerlo a él no estaría así de molesto.

—Solo estaba siendo irónica —respondió Alexis suspiró aliviada—, nada de lo que le dije fue cierto, deja explicarte, lo que pasó fue...

Adrián arrugó el ceño tomándola de ambos hombros e interrumpiendo sus palabras.

—¿Cómo lo que pasó con mi papá? También me mentiste, ahora me mientes al decir que me amas y incluso capaz que me mientas con tu embarazo, con tu aura dañada ¡¿Cuándo mierda acabaras con eso?! —se separó de ella dándole la espalda.

Alexis lo contempló dolida.

—¿Por qué dudas tanto de mí? —le preguntó con tristeza.

Adrián no pudo evitar sonreír con ironía.

—¿Quieres que crea a fe ciega en ti luego de que me mentiste hasta con la vida de mi padre? Esa vez dijiste que me ayudarías ¿Sabes cuantas horas te espere? ¿Cómo sentí que el pecho se me desgarraba en una promesa falsa? No me pidas que tenga fe ciega en ti, no seas injusta...

Alexis se mordió los labios. Si tan solo la dejará explicarse, nunca ha querido saber nada de ese día y ahora tampoco la deja explicar lo que pasó hoy en la fiesta ¿Por qué nunca la escucha? Entrecerró los ojos molesta y se mordió los labios sin saber siquiera como comenzar.

—Ese día yo iba camino a...

Escucharla hablar hizo que Adrián apretará sus manos en dos puños ¿seguirá mintiendo? Cuando su padre murió Alexis se fue de viaje luego de ilusionarlo, burlándose de su ingenuidad, incluso escuchó la grabación que el infeliz de Saul lo hizo escuchar de ella diciendo que nunca tuvo intenciones de ayudarlo y solo se burlaba de él.

—No quiero escucharte ¿Todo ha sido una mentira? ¡Un juego para ti! —le gritó Adrián perdiendo la paciencia y llevándose las manos al rostro.

—No, estas malinterpretando todo, si solo me dejas hablar, te juro que... —Alexis desesperada se aferró a su brazo, no puede esto estar pasando. Queda tan poco para irse, y aunque ya no le importa el castigo del infierno si le importa que Adrián odie al bebé pensando que es de otro o no es real. Él va a necesitar a su padre.




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