—¿Te gusta este lugar? —preguntó Fabian extendiendo sus manos y sonriendo con demasiada exageración.
Alexis solo arrugó el ceño contemplando la habitación. Una gran cama de tono rosa, osos de peluche blancos y un ventanal, con rejas, que dan a un jardín rodeado de flores. Avanza con dificultad, ya que le colocaron cadenas atadas en los tobillos de sus piernas y otros en las muñecas, tal como si fuera un peligroso criminal. Esteban la agarró del brazo y con poca delicadeza la empujó al interior. Alexis le dirigió una fría mirada y el quinto caudillo no pudo evitar soltarla y retroceder intimidado, luego de eso al darse cuenta de su reacción apretó los dientes con odio. No puede ser que aun a pesar de las condiciones actuales de ese infame, de Alexis, pueda seguir amedrentándolo ¿Está encadenado qué podría hacerle?
—Lo preparé como a ti te gusta —agregó Fabián acercándose a Alexis tomándola de ambos hombros.
—Encantador —respondió Alexis con una sonrisa forzada—, pero me está confundiendo, a mamá le gustaban esas cosas... pero yo no soy ella —endureció la mirada—. No soy Lisandra Gurt, usted la mató ¿Lo olvida?
Fabián al escucharla dejó de sonreír, y la mueca que se dibujó en su rostro espantó al mismo Esteban que retrocedió en el acto. Un segundo y Alexis se vio sobre la cama resistiendo las manos de aquel psicópata que presionaba su cuello como si quisiera matarla.
—¡Alexis! —gritó Asterus apoyado en la pared aun en malas condiciones hizo el ademán de hacer algo.
—¡No! Detente... ya has hecho suficiente —Alexis lo detuvo, es claro que sus intenciones eran volver a romper con las reglas del inframundo para ayudarla—. Lo... siento...
Estas últimas palabras fueron dirigidas a Fabián, aunque Alexis siente que preferiría vomitar sangre y arrancarse las entrañas con las manos que decirle eso al asesino de su madre, debe recordar que su prioridad es el bienestar de su hijo.
—¿Qué has dicho? —preguntó Fabián soltándola en el acto.
Alexis tosió al poder respirar con mayor libertad, se sobó su adolorido cuello y sus ojos se detuvieron en el individuo que la sigue contemplando confundido sin bajarse de la cama.
—¿Lo sientes? —abrió los ojos como si hubiera perdido la cordura para luego echarse a reír a carcajadas—, si que eres especial... me gustas...
Dicho esto, entrecerró los ojos con malicia y la tomó con brusquedad de la barbilla quedando uno frente al otro a una corta distancia. Alexis no pudo evitar endurecer su mirada notando el brillo inusual en los ojos enloquecidos de Fabián.
—¿Por qué lo sientes? —preguntó deslizando su mano a su vientre.
Al sentir la fría mano intentó alejarse, pero Fabián la empujó a la cama y sosteniendo con una de sus manos sus muñecas, la otra la deslizó bajó su ropa.
—¿O solo intentas proteger lo que escondes aquí? —preguntó tensando su rostro.
Él lo sabe, sabe de su embarazo. Alexis siente que su respiración se agita ante el miedo sobrecogedor de lo que puede estar planeando. Cerró los ojos intentando aferrarse a los restos de aura que aun circulan por su cuerpo, como una forma de hacer su ultimo esfuerzo por proteger a su bebé. Cinco meses, aun falta tan poco. Pero al tener su aura dañada lo único que logró fue toser y escupir sangre.
—Tranquila... —le susurró Fabián al oído para luego deslizar su pulgar por los alrededores de sus labios limpiando los restos de sangre—, no quiero que mueras...
Luego se llevó el paladar a su boca saboreando la sangre. Tanto Alexis como Esteban lo miraron con estupor.
—Cuidaremos a ese bebé, siempre que te comportes bien te daré permiso de tenerlo ¿Lo entiendes? —dijo Fabián sonriendo, pero al decir aquello último abrió los ojos con claras señales de amenazas.
Alexis no respondió, solo apretó los dientes antes de darse cuenta de sus intenciones. La besó sin que se lo esperara y tuvo que contener sus ganas de morderlo, su cuerpo tiembla ante aquel contacto que le asquea, preferiría morir, pero debe hacer lo posible por que su hijo viva y eso significa poder extender su vida el tiempo suficiente para que Adrián venga por ellos.
—Él ya viene ¿No es así? —preguntó Alexis dirigiéndose al demonio, con las lágrimas brotando de sus ojos, fruto de la impotencia y desconsuelo.
Asterus se sintió ahogado de la impotencia enterrándose sus uñas en su propio brazo hasta sangrar, sin casi poder moverse porque el infierno sigue torturándole su desobediencia, pero aun así sonrió a la fuerza.
—Sí, ya viene —mintió.
***************O**************
—¿Dónde esta Alexis? —preguntó Liu apenas entró al despacho de Adrián sin siquiera golpear la puerta.
Los subordinados de Adrián habían intentado detenerlo, pero fue en vano, aprendieron que nunca deben meterse en el camino de un caudillo. Felipe Luzoro, el primer caudillo, solo suspiró, cuando a Liu se le mete algo en la cabeza es muy difícil hacerlo cambiar de parecer. Suele ser un oficial tranquilo y muy apegado a las reglas, pero cuando algo le molesta es como si se transformara en otro.
—Ya te respondí en el pasillo —señaló Adrián de mala gana.
—Un "no sé" es evidente que no responde nada —le reclamó Liu arrugando el ceño.
—¿Por qué cree oficial que yo debo saber en donde anda metido el caudillo segundo? —dijo esto colocándose de pie y endureciendo su mirada.
Le dio la espalda dirigiéndose a la puerta con ademán de pedirle que saliera de ahí.
—Porqué Alexis es tu pareja y la madre de tu futuro hijo ¡¿Cómo mierda puedes estar tan tranquilo sin saber en donde está?! —Liu golpeó la mesa del escritorio.
Adrián al escucharlo se giró hacia él sin contener su sorpresa ¿Cómo sabe eso? Aunque no esta actualizado de noticias. Chasqueó la lengua, incomodo.
—Con Alexis terminamos —dijo finalmente desviando la mirada—, de seguro debe estar en casa de su padre.
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Editado: 28.06.2024