58. Bajo una noche fría

Arón y Zenquing cabalgaban con rapidez luego de enterarse de que el palacio estaba siendo atacado, no sabían demasiado lo que pasaba, ya que se habían enterado por la gente que se encontraban en el camino, por lo que apresuraron el paso.

Pero aunque no lo quisieron durante la noche tuvieron que detenerse, los caballos necesitaban descansar. Zenquing frustrado, no deja de maldecir a los rebeldes, y aunque sus palabras son agresivas, Arón nota el temblor en sus manos.

El joven doctor sufre más por el miedo de no saber si el rey y Demian están bien.

—No te preocupes, soy fuerte, los salvaremos —dijo Arón colocando la mano sobre el demonio más joven.

Aquel sintió el calor subirse a su rostro y apartó la mano, avergonzado.

—Voy... voy... a salir... necesito aire fresco —señaló colocándose de pie y sin decirle nada al corpulento demonio salió afuera de la posada.

Necesita calmar su corazón, desde ese día que Arón le ayudó a ocultarse de su ex, y lo besó, no ha podido pensar con calma sobre esto. No hubo nada más después de ese beso, ni siquiera hablaron que significaba eso, y él asumió que solo lo besó para calmarlo.

Pero su corazón es tonto. No quiere volver a enamorarse unilateralmente y volver a sufrir de desamor. No quiere...

Pensando en eso vio a una mujer caminando con una capucha cubriendo su cabeza, su actitud es extraña y sospechosa. Su instinto lo hizo seguirla, siente que ese rostro lo ha visto antes.

Avanzó con cautela detrás de la mujer hasta ver que entró a una abandonada capilla. Es un templo abandonado que antes perteneció a Hades, y luego de la rebelión de los demonios que siguieron a Betzu dejó de utilizarse.

Se asomó con cautela, de su maestro no solo aprendió las técnicas para el tratamiento de heridas y enfermedades, sino también a poder moverse como un gato, sin hacer ruido.

Vio a la mujer inclinarse frente a una persona herida que yacía sobre unas sucias mantas.

—Vamos, hijo, come esto, te ayudará a calmar el dolor —dijo en un tono preocupado.

La persona herida se negó a comer, giró su rostro y sus ojos se encontraron con Zenquing, pero simuló no haberlo visto. El doctor se llevó ambas manos a la boca cubriendo el sonido de sorpresa que estaba a punto de soltar.

Es su majestad, Demian, pero su palidez y ojeras lo inquietaron, su salud no se ve buena y esa herida tampoco se ve bien, a pesar de la distancia es evidente que tanto su vida como sus bebés corren peligro.

¿Qué debería hacer? Si estuviera solo él y esa mujer podrían enfrentarse a ella, pero ya pudo notar la presencia de un akuni y unos cinco hombres a su lado. Él es doctor, no es guerrero.

Solo rogó que no se movieran de su lugar mientras corrió devuelta a la posada a informarle a Arón lo que acababa de ver.

Al verlo regresar, el demonio le sonrió, ya había notado como aquel se había puesto nervioso con solo tocarle la mano y ya esperaba verlo para declararse, pero el rostro alterado de Zenquing lo hizo arrugar el ceño preocupado.

—Ven, necesito decirte algo importante —sabe que no es el lugar para decirle lo que pasa.

Confundido, Arón pagó la cuenta y lo siguió afuera. Si Zenquing no hubiera tenido ese semblante, hubiera creído que lo sacaba afuera para declararse.

—Encontré al rey Demian en manos de unos tipos que lo han secuestrado —le señaló preocupado—. Tenemos que hacer algo de inmediato, su estado no es bueno, pero no será fácil.

Arón tensó su rostro, como buen guerrero sabe que lo mejor sería hacer un plan y esperar reunir alguno de sus hombres. Sin embargo, la expresión preocupada de Zenquing le hace ver que no pueden esperar.

Lo tomó de la cintura ante la sorpresa del joven doctor, atrayéndolo a su cuerpo. Zenquing abrió los ojos sin entender sus intenciones.

—Si salimos vivos de esta, cásate conmigo —le dijo.

El doctor demonio pestañeó como si no entendiera lo que acababa de decirle, luego se apartó del abrazo dándole la espalda.

—Gracias, pero no, no quiero estar atrapado entre tu grupo de concubinas...

—Me desharé de todas ellas, serás el único, y no te quiero como mi concubina, sino como mi esposo, el único —dijo con seriedad, volviendo a tomarlo entre sus brazos y luego apoyó su cabeza en su hombro—. Necesito una esperanza a la que aferrarme si es necesario...

Zenquing tragó saliva, no es la declaración que hubiera querido, no en un momento así. Arón le está diciendo que si está a punto de morir quiere aferrarse a seguir peleando y no rendirse. Pero ¿Qué pasa si muere? Sintió escalofríos de solo pensarlo.

—Bien, lo prometo, me casaré contigo, por eso debes vivir ¿Lo entiendes? —le dijo con seriedad.

—Sí, viviré —respondió el demonio mayor antes de besarlo.

El plan para rescatar a Demian es simple, Arón entrará a enfrentarse a todos los enemigos, mientras la tarea de Zenquing es acercarse a Demian y sacarlo de ahí. En cuanto pueda lograrlo, Arón los seguirá, y luego de eso los tres se esconderán en el bosque para que el doctor pueda estabilizar sus heridas y así volver con Betzu.

Eva volvió a mirar preocupada a Demian, aquel se niega a comer las hierbas que le trajo para el dolor porque no confía en ella, está seguro que podría envenenarlo o provocarle daño a sus bebés.

—Déjalo que sufra —dijo Andrés acercándose, notando la mirada de odio del joven hijo de Hades. Al verlo sonrió con maldad pensando en lo lindo que es viéndolo sufrir de esa forma—. Mientras más sufra más posibilidades que podamos deshacerse de esas criaturas.

Intentó colocar el pie sobre el vientre de Demian de forma despectiva, pero aquel se movió colocando sus manos para protegerse. El hijo de Dionisio arrugó el ceño con asco, y cuando estaba a punto de darle una patada, escuchó los gritos de sus hombres, viendo como dos de ellos caían al suelo, bañados en sangre.

La presencia imponente del general de los demonios insurrectos lo obligó a retroceder. Se dio cuenta de que el demonio que los estaba atacando era más fuerte que el demonio del martillo que los atacó antes.