60. El soberano de los insurrectos

Áron ha podido enfrentarse con los tres hombres que quedaban de ese infame hijo de dios. Como buen general se dan cuenta de que la fuerza y vitalidad de este demonio es la mayor que ha conocido hasta ahora.

Pero, él es un akuni, un hijo de dios, primer elegido del Dios Dionisio, así que haga lo que haga Áron no podrá contra él.

Aprovechando que el general demonio peleara contra sus subordinados, tomó su báculo y desde la espalda, esperando el momento oportuno de distracción de su oponente, dio un salto penetrando el pecho de su enemigo con su arma.

Aquella desgarró la carne de forma tan dolorosa que el Áron dio un grito desgarrador. Un grito que no sabían que apresuraría el paso de alguien más.

—Atacar... por la espalda no es honorable —exclamó el demonio apretando los dientes con una sonrisa irónica.

Andrés se alzó de hombros.
—No sigo las reglas de honorabilidad de criaturas insignificantes, ahora quítate de mi camino, si no quieres morir —avanzó amenazante con su báculo en mano.

Áron se rio antes de escupir sangre y como pudo se levantó, colocándose de pie ante la sorpresa de los presentes. No lo dejará ir, no permitirá que se acerque a Zenquing.

—Ah, entiendo —dijo Andrés de forma burlesca—, no solo intentas proteger a Demian sino también a ese pequeño demonio bonito que lo sacó de aquí... ¿Cómo es que lo llamabas?

—Eso no es de tu incumbencia...

—Lo es, quiero saber como se llama para cuando abusé de él y pueda decir su nombre mientras lo aplaste y lo humille —respondió el akuni con una sonrisa de maldad pura—, será exótico tener un concubino demonio como él, imaginármelo verlo llorar y sufrir, incluso pedir clemencia, me excita. Mientras Demian será mi pareja oficial, ese pequeño demonio será el juguete de mis sueños eróticos más enfermos y perversos...

Áron apretó los dientes.
—¡Voy a matarte! —le gritó.

El general demonio que siempre ha sabido actuar con sangre fría en las batallas, pensar antes de hacer algo, no pudo hacerlo ahora luego de escuchar los planes de ese infame con Zenquing. Su pobre doctor ya sufrió bastante en su vida como humano para seguir sufriendo aún más.

Solo le queda una opción.

—¡Aunque muera, voy a acabar contigo!

Es lo único que puede hacer para proteger a Zenquing. No podrá cumplir su promesa de matrimonio, pero sí evitar que su vida sea un infierno. Acabar con la vida de ese akuni es la única forma de asegurar el bienestar de su pequeño demonio malhumorado. Y si eso significa dar su vida, así lo hará, porque confía que a pesar de su muerte, Zenquing no estará solo. Betzu y Demian de seguro van a acogerlo y darle una vida segura y sana.

Confía en eso. Eva, que se ha mantenido al margen, no ha podido esconder su sorpresa al ver al general demonio dispuesto a dar su vida por proteger a su ser amado, es algo que ella nunca ha vivido. Ni siquiera por sus hijos, incluso intentó matar antes a Demian envenenándolo por no cumplir con sus planes de usurpar el lugar del hijo principal de Hades*

—Qué bonito —dijo Andrés alzando ambas cejas un falso gesto de inocencia—. Pero vas a morir, y esta misma noche haré aullar de placer a tu noviecito.

Se jactó, pero al notar la fría expresión de Áron agarrando sus dos espadas para golpearlo, se apresuró en prepararse para la pelea. Está en ventaja, el demonio sangra profundamente, es evidente que luego de este ataque no volverá a ponerse de pie, solo un golpe más y...

Pero el estruendo que se produjo en ese momento lo paralizó, el poder que se acercaba era tan fuerte que tuvo miedo que se tratase de otro akuni. Áron en tanto reconociendo ese poder sonrió aliviado.

—Como siempre llegando tarde, majestad —dijo en el momento mismo que unos pasos irrumpieron dentro del templo.

La aparición de Betzu detuvo la respiración de sus enemigos, el conocido soberano de los demonios insurrectos hizo su presencia oprimiendo solo con su poder a quienes habían irrumpido en sus terrenos sin su autorización.

—Señor, ¿Qué haremos ahora? —dijo uno de los hombres de Andrés retrocediendo.

El hijo de Dionisio no fue capaz de decir algo, ese poder demoniaco lo oprime a tal nivel que pisotea su orgullo y lo hizo temblar hasta retroceder.

Eva en tanto se ha quedado con la boca abierta ¿Es este el mismo demonio que abandonó antes y el que le ordenó mantenerse alejado de Demian? Es como si quien estuviera al frente fuera mil veces más poderoso de lo que imaginaba.

Había escuchado que el verdadero poder del demonio de cabellos blancos solo lo mostraba cuando su ira lo enceguecía, y en este caso parece ser así, porque bastó que levantara su cabeza para que los hombres de Andrés retrocedieran hasta el fondo del templo con intenciones de huir.

—Lily —exclamó y al hacerlo una joven y ágil mujer demonio apareció desde su espalda, saltando hacia los hombres y cortándoles la cabeza en un movimiento rápido.

—Esto es por Kepac —dijo la mujer demonio, luego su mirada se concentró en Eva.

Betzu movió la cabeza de forma negativa, dándole a entender que no valía la pena matarla. Lily volvió a su lugar dando saltos impresionantes.

—No solo te atreviste a matar a uno de mis más leales súbditos, además te atreviste a colocar tus sucias manos sobre mi amado Demian, a secuestrarlo, a herirlo.

Andrés, pese al miedo que siente ante el poder del rey de los insurrectos, sonrió con sarcasmo.

—¿Qué quieres que te diga? Tu joven reina es una cualquiera dispuesta a mamársela a quien sea y...

No terminó de hablar, fue suficiente para Betzu para lanzarse y golpearlo con tal fuerza que empujó su cuerpo contra las paredes de piedra, provocando que el lugar temblara como si fuera a derrumbarse.

Andrés sintió tal dolor, y al escupir sangre abrió sus ojos, incrédulo, si fuese un humano hubiera muerto con ese golpe.

Se levantó a duras penas del suelo solo para recibir otro ataque y otro, usando su báculo pudo evitar ser empujado otra vez, pero su cuerpo no puede evitar el impacto de cada golpe.