Sesenta y un días

Capítulo 3

NOCHE

 

El viento remolineaba con la lluvia por la madrugada haciendo golpear las ramas del árbol contra mi ventana. Todavía me quedaría horas para levantarme.

Mientras tanto intentaría dormir, resulta imposible con ese ruido espantoso en mi ventana. Me siento vigilada, nunca me sentí cómoda en esta casa pero esta vez la sensación es mucho peor.

Mi estómago se revuelve incómodo y mis ojos se niegan a cerrarse. No resisto tanta ansiedad que eso me causa, me levanto y voy hacia la llave de luz y la enciendo. No hay nada, solo veo las gotas caer por la ventana y esa maldita rama chocar y chocar. Voy hacia ella a poner la cortina doble para sentirme más segura.

Estoy a punto de ponerla cuando me detengo al ver un el contorno de una persona parada a lo lejos, no distingo ver bien si está de espalda o de frente. Si esta de frente me estaría mirando, tengo las luces encendidas así que me vería. Inmediatamente cierro las cortinas y apago la luz.

Mi corazón se aselera de una manera insoportable. Mi primera noche aquí y ya me voy a morir de un infarto.

A la mañana me levanto con dos bolsas debajo de los ojos, definitivamente a sidonla peor noche que he tenido. Camino hacia la cocina por una taza de café, mi madre está allí sentada con su teléfono teléfono la mano.

Lo deja en la mesada al notar mi presencia .

—Te ves horrible—es lo primero que me dice.

—Lo se, gracias por decírmelo de todos modos— me siento en la silla a su lado.

Ella se levanta y me pasa una taza y unos bollos frescos.

—Gracias, Megan.

La miro un momento y me debato en sí decirle que vi a alguien afuera o no, capas piense que estoy loca. Pero igual opto por decirle.

—Había alguien de madrugada parado en el patio, ¿eso es normal?— me mira como si tuviera tres ojos— Si lo es dímelo, así podre dormir bien.

—Claro que no lo es,¿ como era?

—No lo se, estaba oscuro y no lo vi bien.

—Cuando lo vieras a ver, ve y avísame—se levanta de la mesa dejando la taza en el fregadero—voy hacer unos mandados, quizás demore un rato¿ Quieres venir conmigo?

—No, tengo mucho sueño quizás duerma otro rato.

—Como quieras—Megan sale de la cocina dejándome sola en la cabaña.

Sigo tomando de mi café cuando Mi teléfono vibra en la mesa por una notificación de mensaje interrumpiendo la conversación con mi madre, lo tomo para ver quien es. Es Fernando mi mejor amigo, hasta que se a dignado a escribirme.

Fer: ¿como estás en la casa de la loca Adams?
         Lo siento, estuve muy ocupado ayer y no          
         te pude despedir :(

Yo: Descuida, lo se. Estoy bien, todo igual como cada año.
  
Se me va la mañana hablando con fer, me emocionó saber que un día de esto vendría a pasar aquí en la cabaña. Al rato mi madre volvió a aparecer con bolsas en sus manos y una sonrisa en su rostro.

Al instante adivine que querría algo y dicho y hecho así fue.

—Ah vuelto abrir la cafetería que solíamos ir, al parecer cambiaron de dueño—fue lo primero que me dijo al verme.— me preguntaba si te gustaría ir...

—Claro estaría bien—me encojo de hombros—pero no ahora ya es casi mediodía.

—No tonta, esta noche.

Y Así es como obtuve una cita con mi madre.

La tarde paso muy rápida por suerte, estuve arreglando mis pinturas y lienzos, acomode de lugar casi todas las cosas de mi habitación, ya no se parecía una cueva rosa triste. Me ganan aparecía de a rayos con adornos espantoso y cuadros, cada uno de ellos le dije que no, eran totalmente espantosos. Se rindió y me llamo amargada pero volvía de asomarse verme con su vaso de whisky.

Ya estaba oscureciendo cuando me metí al baño a sacarme todo el polvo y suciedad. Me puse algo simple, unos jeans y una blusa negra que decía Slipknot, el nombre de una banda que me gustaba.

Al bajar me encuentro con mi madre, ella estaba arreglada más de lo normal.

—¿A que vamos, a un restaurante lujoso?— le dije en burlas pero ella solo sonrió.

—No, pero puede que nos encontremos con alguien.—con que eso era.

—Déjame adivinar, con Daniel y su hijo—ella asiente con la cabeza.

—Bueno, solo Daniel. Su hijo no puede o no quiere.

—Vamos Megan, ve a tu cita y yo me quedaré aquí. Ya no tengo cinco años ¿sabes? Se cuidarme.

—Lo dices enserió, pero quería pasar tiempo contigo.

¿Desde cuando? Lo pienso para mi pero no lo digo, Megan se ve tan feliz en estos momentos de tener una especie de relación.

—Toma—agarra su bolso y saca su billetera, me extiende dinero— comprate algo para comer— no me deja ni hablar me da un abrazo y sale por la puerta.

Para las ocho de la noche estoy sentada en la sala buscando una película que mirar. Sólo se siente los búhos y el viento fuerte de la noche. No encuentro nada que capte mi atención, estoy apunto de apagar todo y ir a pedir algo de comer cuando me doy cuenta del absoluto silencio que queda, ya ni los búhos se escuchan.

Voy hacia el ventanal grande que da al patio trasero y miro para afuera, inconscientemente busco con la mirada, pero no veo nada. Estoy a punto de girarse cuando veo una figura de una persona parada a lo lejos. Mi corazón comienza a acelerarse, tomo las cortinas y cierro el ventanal con ellas. 

Tomo el teléfono para llamar a Megan, cuando justo tocan la puerta. Okey, en estos momentos es hora de agarrar un cuchillo, un martillo o lo que sea para dar pelea.
Voy a la cocina por un cuchillo, tomo el más grande con cabo de madera y muy despacio me dirijo a la puerta.  Miro por el pequeño orificio circular para ver quien es, una ola de alivio me recorre el cuerpo al ver que es Tahiel con una caja de pizza. Bajo el cuchillo y abro la puerta.

—Casi me matas del susto—baja la mirada hacia mi cuchillo y yo lo escondo tiras de mi— pensé que eras un asesino.

—okeeey... te traje algo de comer, nuestros padres están saliendo eso creo. Imagine que estarías sola y necesitarías compañía.


La verdad es que no la necesitaba,pero en estos momentos agradezco con toda mi alma que esté aquí.




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